La necesidad de recobrar calidad Institucional

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José Edgardo Carballo Sawula
Abogado

Editorial de Café en la Mitre

Los problemas económicos que hoy sufre la Argentina están indicando que estos no se resuelven desde la Cartera de Economía, sino desde las Instituciones Republicanas.

Solo nos basta observar el caso de Venezuela, a mayor otorgamiento de “super poderes” al Presidente, mayores problemas económicos de escasez de productos básicos, incremento de la pobreza, menos libertad de elegir un proyecto de vida que el individuo desea, y no pude lograrlo por los obstáculos que pone el estado, sin entrar a hurgar las restricciones serias de prensa y expresión crítica al gobierno.

En nuestro país, el gobierno ha tomado el duro sesgo de centralista, de planificador y de regulador; nada se puede hacer sin el permiso del estado.

Esto está demostrando, que a mayor regulación, mayor corrupción, pues, las regulaciones genera ingresos a través del reparto de los privilegios que monopoliza un Estado corrupto e ineficiente. Recuerdo que ya no existen licitaciones o funcionan solo para amigos, ejemplos abundan.

Nuestro país, a causa de su frágil calidad Institucional Republicana, entre otras cosas se ha llegado a esta insostenible crisis energética, a pesar de que se les advirtió en el año 2004 (por CAMMESA) Empresa de distribución de electricidad.

Pero esta crisis ya no solo es de distribución por falta de inversión en cables, bombas, transformadores, sino además, puntualmente está desfinanciado el sector que genera “energía eléctrica” ante un demanda creciente.

Por qué se apunta a la calidad Institucional?, Pues, en el sentido de que, el respeto a las reglas de juego, normas que rigen entre particulares, y entre estos y el Estado, es presupuesto esencial que los inversores requieren, de que las cosas van a seguir sin sobresaltos durante 15 a 20 años, término que insume las inversiones para la creación de nuevas generadoras y modernizaciones en las redes de distribuciones.

Esto es algo que se halla ausente en nuestro país, la fragilidad institucional no genera confianza en inversores internos o externos.

Recordemos, intento de disciplinar la justicia (Ley de Democratización de Justicia), Cepo cambiario, imposibilidad de girar dividendos al exterior, cierre de importaciones, altos impuestos, inflación creciente, tarifas atrasadas, subsidiadas por el estado, que a la vez es financiada por los impuestos, y según indicadores internacionales, somos uno de los países del lote con problemas de corrupción.

Por lo que proyectos serios para resolver la demanda energética creciente, sostenido y a largo plazo, no se avizora, por lo pronto, como una posibilidad. Todo lo contrario, parece que se quiere curar una enfermedad grave con una bayaspirina.

Tal vez la respuesta nos las ha dado David Hume, “si queremos cambiar las conductas, debemos cambiar las circunstancias”.

Es prioritario volver al respeto de la Ley, la limitación de los poderes del Ejecutivo, generar seguridad jurídica, respetando las libertades del individuo, la propiedad privada y el cumplimiento de los contratos.

Con estos parámetros, gradualmente, liberar las fuerzas productivas, permitiendo los incentivos necesarios a los inversores, ocuparse de la obsolescencia del problema energético y adecuarlo a la demanda creciente. Es necesario que todos entendamos y emprendamos ese largo camino de reconstrucción institucional y moral de Argentina.

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