Locke y su participación en la Revolución Gloriosa.

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Por José Edgardo Carballo Sawula.

Para lograr una aproximación del pensamiento y de la acción política de JOHN LOCKE debemos reconstruir el horizonte intelectual desde la perspectiva de sus coetáneos y no desde la nuestra. Es dable aclarar que se intenta un epítome historiográfico de la contribución del pensador en el suceso político-institucional de 1688 que va a cambiar el curso de la historia de la humanidad.

Claramente, John Locke tuvo una participación activa en todos los peligrosos sucesos políticos de Inglaterra, en particular en la restauración del período de los Estuardos (Carlos II y posteriormente Jacobo II).

El padre de Locke había formado parte de las fuerzas militares de CROMWELL y sus causas de la Commonwealth, y la etapa de la República.

La Restauración monárquica, con la proclamación de Carlos II en 1660, significó la vuelta al orden tradicional de una nación cansada de la dictadura republicana de Cromwell y ansiosa de paz. Locke lo festejó.

Locke aceptó por lo tanto esperanzadamente la restauración de la monarquía y se manifestó como un pensador preocupado sobre todo por  reforzar la autoridad del Estado y de la Iglesia Anglicana, esto fue durante su estancia en la universidad de Oxford.

Sorprende, pero Locke, en esta fase de su pensamiento y de su vida consideraba que  todas las acciones indiferentes están completamente sometidas al poder de la autoridad civil, a la que denomina como el magistrado. El magistrado es el único juez de lo que está permitido o prohibido, sus edictos no pueden ser cuestionados ni necesitan ser justificados, «basta que él mismo esté satisfecho de ellos”.  La libertad de conciencia no puede constituir ninguna  Justificación para alterar el orden público legalmente establecido por el magistrado en relación con los cultos” (First Tract on Government, 1660, cit., p. 34.).

El joven Locke era, en esta etapa de su vida, un defensor de la autoridad, postura que mantuvo mientras duró su vida universitaria en Oxford.

Pero, Locke, en su camino político, conoce a Anthony Ashley Cooper,  quien formaba parte del Consejo de Estado de Cromwell y contribuyó, más tarde,  a la Restauración de Carlos II.  Locke lo acompaña a Londres, como, médico, secretario y confidente.

Carlos II lo nombraría a Cooper Conde de Shaftesbury. Además, asume el cargo de Canciller Exchequer  (Ministro de Hacienda).

Quien era este personaje, muy activo y, que no solo influyó claramente en el pensamiento de Locke, sino, a mi juicio, sería fundamental para que tuviese lugar más tarde la Gloriosa Revolución?. Era un creyente de muy arraigadas convicciones protestantes y un importante capitalista y hombre de negocios que se identificaba con los intereses de las clases comerciales. El conde de Shaftesbury era, en definitiva, un gran magnate “ whig”.

Cooper influye en el pensamiento de Locke, y el primer texto en que manifiesta una evolución liberal es su Ensayo sobre la Tolerancia de 1667, que escribió apenas se incorpora a la casa de Shaftesbury. 

Se trata de un texto en el que rectifica sus anteriores ideas sobre la relación entre el poder político y la religión y realiza un alegato en favor de la tolerancia, argumento parcial y ambiguo.

Hay que decir, que Locke tenía en cuenta consideraciones de oportunidad, en las circunstancias concretas de Inglaterra. Así, en cuanto a las diversas confesiones protestantes disidentes, decía que debían ser toleradas sin restricciones, porque la tolerancia conduciría a multiplicar sus divisiones y a hacerlas más débiles frente a la Iglesia Anglicana y al poder civil. Pero veía las cosas de forma completamente distinta en el caso de los católicos,  porque los percibía como enemigos del Estado, dado que ellos mismos se consideraban súbditos de un príncipe extranjero y enemigo. No era tolerantes con todos en materia de cultos.

Para entender la política que Locke emprende, hay que tener en cuenta que el ambiente político de la Inglaterra de la Restauración, que incipientemente era pluralista, pues en el seno del Parlamento empezaron a desarrollarse facciones políticas que dan origen a los dos grandes partidos ingleses de los siglos XVIII y XIX: los «whigs» (liberales) y los «tories»(conservadores).

El punto de inflexión ocurre en 1670, pues, se dan circunstancias muy preocupantes para el sector de opinión liberal y protestante, se firma el Tratado de Alianza con Francia en Dover, cuyo objeto era que Inglaterra se uniera a Luis XIV en su guerra contra Holanda, además de contener cláusulas secretas como el compromiso de Carlos II de convertirse al catolicismo.

En ese mismo año el rey decidió suspender el pago de la deuda pública, ya que estaba asfixiado por dificultades financieras y pide a su Canciller Exchequer subsidios a lo que este se niega por considerar un “atentado a los derechos de propiedad”.

Todas estas cuestiones, más las sospechas de reconducir a Inglaterra al catolicismo generó un ambiente hostil, a tal extremo que el propio Shasftesbury (Canchiller Exchequer) encabezó el movimiento de resistencia contra esa política autoritaria y pro-católica de la Corte, una política que temía que se agravase en el caso de que, a Carlos II, que carecía de descendencia legítima, le sucediera su hermano Jacobo.

Es expulsado del gobierno Shasftesbury quien se puso al frente de la oposición “Whig”. Una de cuyas primeras manifestaciones fue un panfleto titulado (Una Carta de una persona de calidad a su amigo en el campo), que denunciaba el complot autoritario de la Corte. Aunque el panfleto era anónimo, Locke fue relacionado con su autoría.

Cuando la Cámara de los Lores ordenó quemar este texto por el verdugo, Locke salió apresuradamente de Inglaterra hacia Francia, donde se quedó cuatro años, residiendo principalmente en Paris y en Montpelier.

Con respecto a la suerte de Shaftesbury, en 1679  regresó al gobierno: el rey le nombró Lord presidente del Consejo, en un intento de atraérselo y de disuadirle de su política de oposición.

Pero, lejos de someterse, Shaftesbury y sus «whigs» promovieron una campaña pública en favor de una proposición de ley para excluir al Duque de York de la sucesión del trono, ley que presentaron en el Parlamento elegido ese mismo año. La ley fue aprobada y el rey disuelve el Parlamento sin que volviera a ser convocado y destituye a Shaftesbury, generándose un conflicto institucional.

En el Primer Tratado sobre el Gobierno, Locke argumenta contra la teoría del origen natural del poder de los reyes, reconociendo a la comunidad como fuente del poder, ataca al patriarcalismo.

En el Segundo Tratado, que es el principal, Locke desarrolló un pensamiento político mucho más complejo, sobre el estado de naturaleza, previo a cualquier sociedad civil, en que reinaba una situación de paz, de buena voluntad y de mutua asistencia entre iguales, donde la convivencia está ordenada por la ley natural.

Locke afirma que, mediante la razón, los hombres pueden llegar a conocer el conjunto de mandatos y de prescripciones que integran la ley natural. 

Ahora bien ¿cómo ingresan los hombres en la sociedad civil? Locke responde categóricamente: solamente mediante su consentimiento. «Siendo los hombres naturalmente libres iguales e independientes, ninguno puede ser sustraído de ese estado y sujeto al poder político de otro sin su consentimiento».

La limitación racional del poder debe ser por lo tanto el objetivo primordial de la teoría política.

En este sentido, afirma que la primera ley positiva de todas las «commonwealths» consiste en el establecimiento de un poder legislativo que debe ser elegido por el público, «sin lo cual la ley carecería de lo que es absolutamente necesario para ser una ley, el consentimiento de la sociedad»

Hace falta que la sociedad civil, cuente no solo con un poder legislativo que establezca leyes comunes para todos los miembros de la sociedad, sino también con un poder ejecutivo que, conforme a esas leyes, decida las controversias y castigue a los ofensores.

(Las obras de Locke muchos historiadores presumen escritas antes de 1688)

La revolución contra Carlos II se pone en marcha, con la tentativa de Shaftesbury y de otros magnates «whigs» de formar una Asociación de Protestantes para organizar la resistencia. Fracasó con la detención de Shaftesbury, en julio de 1681. Recuperó su libertad al año y huyó a Holanda, donde falleció en 1683.

Hubo otra estrategia mucho más radical, aunque vinculada de forma imprecisa con la anterior, que consistió en la conspiración para asesinar al rey Carlos II y a su hermano y heredero el Duque de York y que por cambios de planes del Rey no se llevó a cabo.

El exilio de Locke en Holanda duró seis años y fue un periodo de gran incomodidad, desde el punto de vista personal, pero muy fructífero intelectualmente.

En Holanda, Locke mantuvo también estrechas relaciones con teólogos remonstrantes, que eran disidentes del calvinismo y enérgicos defensores de la tolerancia religiosa, seguramente las ideas de estos disidentes influyeron en la Epístola sobre la tolerancia que Locke escribió en latín en 1685, en un momento especialmente crítico para la Europa protestante: Uno, la revocación del Edicto de Nantes —una decisión con la que Luis XIV culminó su persecución contra los protestantes franceses— y otro, el ascenso al trono de Inglaterra de un monarca

católico, Jacobo II.

En su Epístola, Locke propone una separación radical entre el poder civil y el religioso y niega ahora, terminantemente, que el poder legislativo de la «commonwealth» se extienda a las materias religiosas; el magistrado no tiene poder para imponer ritos ni para prohibirlos, su jurisdicción no alcanza al cuidado de las almas y nadie puede ser obligado a salvarse.

No obstante, el magistrado puede prohibir la difusión de opiniones contrarias a las reglas morales necesarias para la preservación de la sociedad.

Para Locke, la experiencia es la fuente del conocimiento y solo a través de los sentidos y del lenguaje se van adquiriendo las ideas que van llenando gradualmente el gabinete de nuestra mente. Rechaza la doctrina de los principios innatos (empirismo).

Tras la muerte de Carlos II, en febrero de 1685, el nuevo rey, Jacobo II, fue sorprendentemente bien recibido por la opinión pública.

Sin embargo, muy pronto la situación se deterioró como resultado de que el monarca escogiera a católicos para desempeñar algunos de los principales puestos del Estado.

Jacobo II se había alineado con las tesis del catolicismo galicano, que animaba Luis XIV, que reivindicaba el poder real frente al del papado.

La política de Jacobo II no solo pretendía la «recatolización» de Inglaterra, sino también la centralización del Estado y la creación de un gran ejército permanente, siguiendo el modelo francés. Esto despertó un gran descontento que se manifestó en el Parlamento y en las calles.

El disparador de la indignación pública y del conflicto fue la exigencia del rey de que su segunda Declaración de Indulgencia fuera leída por los clérigos en las parroquias. Pero éstos, en su mayoría, se negaron a hacerlo, ordenándose sus detenciones.

La resistencia era generalizada y en ella coincidían los «tories», tradicionalmente opuestos a la tolerancia religiosa, así como la mayoría de los disidentes protestantes y de los «whigs» (entre ellos, los amigos de Locke) que se negaban a aceptar la tolerancia religiosa a cambio de sacrificar la libertad política –

Se debe sumar que Jacobo II tiene un hijo en 1688 por lo que la dinastía pro católica en las Islas Británicas era más probable

Este clima de convulsión preparó para que Guillermo de Orange, yerno de Jacobo II, desembarque , en noviembre de 1688 en el sud-oeste de Inglaterra, al frente de una flota holandesa, financiada en gran medida por la poderosa oposición interna a Jacobo II.

Fue una revolución sin excesiva violencia, porque el ejército real no presentó batalla y el rey huyó a Francia, Guillermo de Orange sabía que Jacobo II caería por su propio peso, y así fue.

Locke no participó directamente en la revolución, pero tres meses después regresó a Inglaterra, tampoco tomó parte en la redacción del Bill of Rights, aprobado en febrero de 1689 para confirmar ciertos derechos del Parlamento y de los individuos —derechos que en buena medida ya estaban recogidos por las leyes inglesas.

No obstante, el contenido del Bill of Rights coincide básicamente con lo que Locke consideraba necesario en ese momento crucial de la historia inglesa, el derecho a la vida, a la libertad, a la  propiedad y a la búsqueda de la propia felicidad. El consentimiento como legitimante de todo gobierno, y la separación de los poderes. 

Que Locke no haya participado personalmente en la Gloriosa Revolución no significa que su obra no haya sido determinante para la misma.

Fueron sus ideas las que establecieron los condicionamientos éticos que permitió que en tan solo pocos años la humanidad pasara a gozar no solo de derechos, de una sociedad civilizada, sino de una prosperidad económica nunca antes vista. Fueron las ideas de Locke que dieron origen al proceso de transformación económica, social y tecnológica a partir del siglo XVIII, poco tiempo después de lo que significó “la Revolución Gloriosa”, proceso de transformación y crecimiento que se ha expandido en el mundo, multiplicándose la renta “per capita” mejorando la salud y la educación de los pueblos.

El presente artículo tiene como fuente el trabajo de Miguel Satrustegui Gil Delgado (Universidad Carlos III de Madrid).

            José Edgardo Carballo Sawula.

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