BORGES: UN CAMINO DE LECTURA PLURA, UNA REESCRITURA INFINITA.

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Por Juana Niveyro

 

Ficción e intertextualidad

Para hablar de la tarea escrituraria de Borges que lógicamente es ficción al tratar de asuntos producto de su labor inventiva, además de sus experiencias vividas y, sobre todo del recorrido que hizo como lector desde temprana edad, cabe destacar que poseía una biblioteca extraordinaria, que aprendió el inglés antes que el español, y que contó con unos tutores ejemplares que lo formaron de una forma única, de allí la validez y trascendencia de sus escritos. Hago énfasis en el Borges, como lector ávido ya que de esa labor se despende su labor de escritor.

Por ello menciono ficción e intertextualidad: un camino de lectura plural, una reescritura infinita, debido a que, al leer sus escritos, nos acerca y nos invita a conocer sus pensamientos e ideales, pero también nos invita a saber de autores de otras épocas, obras literarias, escritos de pensadores filósofos, posturas ideológicas, entre otras cuestiones, que hoy en día son de suma importancia, ¿por qué? Porque hoy con tantos avances en TICS, las bibliotecas y los libros han pasado a un plano selecto en el que son necesarios para un público con una formación intelectual o profesional que insta a leer por disfrute, placer, curiosidad o investigación.

Continuando con intertextualidad podemos constatar que ya desde la primera obra que escribió Jorge Luis Borges en 1905, a la edad de seis años, y con el permiso expreso de su padre, realiza esta tarea en un resumen en lengua inglesa de la mitología griega, (aprende a leer primero en inglés, gracias al influjo de Fanny Haslan, su abuela paterna, Borges ejercita su vacilante pluma en un texto flagrantemente intertextual).

Ahora bien, se dice por intertextualidad el hecho de que «todo texto es absorción y transformación de una multiplicidad de otros textos» (Kristeva, Todorov, Barthes) cualquier obra analizada estará «trabajada» por la intertextualidad. Pero la obra de Borges explícita esta relación, ya lo he dicho, la utiliza como fundamento de la ficción y sobre ella se construye.

.Si se revisa su producción en el tipo de libros que escribió como por ejemplo: Historia universal de la infamia, fechado en 1935, y Libro de sueños, aparecido en 1976, en el que los prólogos son presentados como «ambiguos ejercicios» sobre los cuales no se tiene mayor derecho que el que podría tener un traductor o un lector. Es decir, su actividad escrituraria es concebida como un ejercicio que permite luego pasar a una «trabajosa composición» de ficciones.

Ficción e intertextualidad, pues. Borges escribe ficciones que se inscriben en el universal ámbito de lo intertextual y su filiación es ampliamente declarada y su participación como escritor denigrada y soslayada. En efecto, en el mismo prólogo que antecede la impresión de sus historias infames, Borges añade las siguientes palabras:

«(Estas historias) son el irresponsable juego de un tímido que no se animó a escribir cuentos y que se distrajo en falsear y tergiversar (sin justificación estética alguna vez) ajenas historias. De estos ambiguos ejercicios pasó a la trabajosa composición de un cuento directo -«Hombre de la esquina rosada»- que firmó con el nombre de un abuelo de sus abuelos, Francisco Bustos, y que ha logrado un éxito singular y un poco misterioso». Enmascarado y defendido por «uno de esos abuelos» que combatieron en las luchas de independencia de la Argentina y que Borges tanto admira, este joven tímido e irresponsable se lanza a la tarea de «falsear y tergiversar» ajenas historias. Es decir que tanto en el nombre como en la acción que le da sentido al nombre, Borges se esconde detrás de alguien o de algo. Este esconderse que se traduce por falsearse determina, a pesar de la ambigüedad aparente de los términos empleados, un nuevo concepto explícito de la escritura. Una confesión expresa de la intertextualidad, una relación con lo escrito antes, una negación de la individualidad del escritor, una corroboración de la escritura como saber colectivo.

La intención de intertextualidad es delirante y así se nos declara en la vociferación implícita del título que llevan los libros y los cuentos mismos, en los prólogos con que empieza cualquiera de sus impresiones -y que ahora ha publicado con ese título, Prólogos– en las alusiones falsas de sus textos, en el aparato crítico falaz y sin embargo académico que los sustenta, en la minuciosa pero a la vez rápida incursión por las erudiciones, en su continuo tránsito por las enciclopedias que inician sus relatos y que encarnan su andamiaje, en su pertinaz relación con autores del pasado, en su obsesiva visita a las filosofías. Es más, la intertextualidad es el cuerpo de la ficción.

En 1933, el periódico de Buenos Aires, Crítica, lanza un suplemento sabatino impreso en colores y ofrece a sus lectores tiras cómicas, crucigramas, cuentos, reseñas de cine, y libros, etc. Borges es uno de sus directores y en el primer número publica bajo el rubro Historia universal de la infamia, la biografía ficticia de «El espantoso redentor Lázaro Morell». A partir de esta fecha hasta el 23 de junio de 1934, irán apareciendo, algunos sábados, las ficciones contenidas en ese libro de ejercicios ambiguos. Estas ficciones han sido construidas a partir de múltiples datos extraídos de muy diversas fuentes: Un libro de Mark Twain, la Enciclopedia Británica, una historia de la piratería, otra sobre los gangsters de New York, textos de Swedenborg, Las Mil y una noches, El Libro del Conde Lucanor, etc.

Estas dispares fuentes se unifican en un procedimiento, el empleado por Marcel Schwob para construir sus vidas imaginarias: «Inventó biografías de hombres reales de los cuales poco o nada quedaba registrado, dice Borges. En cambio, yo leí a cerca de personas conocidas y deliberadamente varié y distorsioné los datos a mi capricho». La erudición alimenta una construcción que, aunque apoyada en datos fidedignos, los distorsiona y en los intersticios de la distorsión se fundamenta la invención. Pero no para allí el procedimiento. El suplemento semanal que insertó las historias infames se nutre de literatura popular que sirve para entretener y los relatos de Borges se entregan como un producto de subliteratura.

Al reconocimiento de un saber universal que determina una ficción se agrega un contexto popular que la vuelve cotidiana a pesar de todas las referencias librescas. Los «ejercicios ambiguos» empiezan a adquirir un relieve muy especial. Son ejercicios de erudición y de concentración histórica que revelan un saber enciclopédico y por ello total. Pero su totalidad se apoya no sólo en el intento por reducir lo universal a unas cuantas vidas infames, sino por acercarlas a un público que las contemple como productos de literatura popular. Pero, ¿cómo concentrar en unas cuantas páginas la historia universal? Usando a la vez la concentración y la proliferación. Borges mismo lo declara: «Estos ejercicios… abusan de algunos procedimientos: las enumeraciones dispares, la brusca solución de continuidad, la reducción de la vida entera de un hombre a dos o tres escenas». Los datos eruditos que se manejan como intertextualidad se disuelven en ficción: las imágenes fundamentales determinan la concentración. Pero, además de concentrarlo, lo representa y la historia se reduce al comentario resumido de unas cuantas vidas infames que descuellan por su turbulencia, pero sobre todo por ciertos actos narrados que destacan como imágenes: «Los hilos de un relato se entrelazan de vez en cuando y forman una imagen en la trama; de vez en cuando los personajes adoptan una actitud, entre ellos o hacia la naturaleza, que deja grabado el relato como una ilustración. Crusoe retrocediendo ante la huella de un pie, Aquiles clamando contra los troyanos, Ulises doblando el gran arco, Christian que corre con los dedos en los oídos: cada uno de éstos es un momento culminante de la leyenda, y todos ellos han quedado impresos para siempre en el ojo de la mente» (Stevenson citado por Borges). Así la historia se desdobla, es, por una parte, como dice la Real Academia, «Narración y exposición verdadera de los acontecimientos pasados y cosas memorables» pero también fábula, cuento. Y como cuento que descansa en imágenes «impresas en el ojo de la mente» se acerca al cine.

Cambiando de ámbito, del literario al político, continuando con la intertextualidad, Borges fue un asiduo lector y discípulo de las ideas de Herbert Spencer, un filósofo británico del siglo XIX, famoso por sus postulados teóricos: Ley del Progreso, Darwinismo social, Individualismo, Doctrina de la libertad, Psicología de la Adaptación, entre otras. Por el que Borges se describió como un anarquista spenceriano, que elogiaba la obra “El hombre contra el estado”. De allí una serie de frases que expresan cómo una determinada lectura influye en la percepción que se tendrá después sobre un tema o aspecto en particular.

Spencer en su obra dice: “el Liberalismo equivale a la defensa del individuo frente a la coerción del estado”, Borges dirá luego, “un mínimo estado, un máximo individuo”, porque estaba en desacuerdo con que el hombre trabaje para el estado, veía en este trabajo el fortalecimiento del estado a costa del ciudadano, lo que, según él resultaba en un retroceso para la especie humana.

Otras frases son “Lo ideal sería que los políticos no fuesen personajes públicos”, “la política y el deporte son grandes espectáculos de la modernidad, aunque la política es una frivolidad peligrosa”, “los políticos son una gran fuente de desconfianza” porque su misión es la de “convencer para lograr votos, son quienes han aprendido/adquirido y perfeccionado el hábito de mentir, sonreír, sobornar, de quedar bien con todo el mundo, de saber ser populares, ser estrategas de fingir constantemente, simular cortesía, someterse a actos oficiales, fiestas, reuniones, etc.

Aunque su postura era explicita en reportajes que le hicieron, también se traduce en sus escritos, por ejemplo: “Utopía de un hombre cansado” en el que se lee el deseo de que los políticos, luego de cierto tiempo en que caen en desuso sus caretas, aprendan oficios honestos, haciendo alusión a trabajos, ya sea de actores, cómicos, o curanderos, con una intención irónica.

Entonces, se puede observar que cada escrito de la mente brillante de Borges nos remite a otro escrito, del que él admite hacer tergiversaciones, las cuales son dignas de ser leídas y degustadas. Y más aún, porque su labor hoy día es una tarea legendaria, ¿quién se atrevería a incursionar en todas las lecturas que realizó Borges? …seguramente que muy pocos.

-Agradecimiento total al Club de la libertad por este espacio, y por la excelente idea de revivir la mente de personajes que trascendieron en el tiempo por la valentía de sus ideales.

Por Juana Niveyro
Colaboradora del Club de la Libertad

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