El Liberalismo no es Meritócrata

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Existe una creencia muy arraigada cual asocia al liberalismo, como corriente política y económica con la meritocracia, cuando en esencia, son conceptos contrapuestos.

Esta conclusión surge de la idea, errónea, de interpretar a la filosofía liberal como un mero interés de tipo económico e individual, cual supuestamente desplaza a todo aquel que no logre cumplir con estándares mínimos impuestos por un grupo empresarial, por la clientela, u otra fuerza de mercado tiránica, beneficiando “más al que más merece”. Cuando en realidad, el liberalismo en sí mismo, defiende la libertad de acción de los individuos en un marco institucional, independientemente de las pretensiones que tengan otros grupos sobre su actuar.

En ningún momento a lo largo de la extensa bibliografía liberal podemos encontrar un escrito que haga referencia sobre un tipo de mecanismo de organización jurídica como el meritócrata, cual consiste en el establecimiento de ciertos parámetros previos (ex ante) los que servirían como vara de comparación, asignando el derecho (como resultado del mérito) a la persona de verse beneficiada de forma social, económica o política por haber cumplido con esas metas preexistentes, si no, el liberalismo considera que en el marco del libre actuar, las personas distribuirán las riquezas según diversos y diferentes intereses personales, a veces promovido por el interés del beneficio y la eficiencia, como otras veces por gustos personales o afinidades interpersonales (cosa que la meritocracia no contempla) como consecuencia de apreciaciones posteriores (ex post).

Para esclarecer la comparativa, pongamos el ejemplo de la Esparta militarista, para la cual, las condicionantes que determinaban el rango social, económico y político de un individuo, se daban según sus logros bélicos, sobre el cual orbitaba el resto de instituciones sociales como la economía, la cual, según Thomas Mulligan ( What’s wrong with Libertarianism? The Meritocratic Diagnosis) no es más que una herramienta que sirve como forma de retribución por el mérito logrado. nada más alejado del liberalismo que esto, debido a que si comprendemos que los liberales defendemos el derecho a la libertad y propiedad, podríamos encontrarnos con escenarios diametralmente opuestos a la meritocracia como que una persona, sin realizar ningún tipo de actividad productiva y viviendo del entretenimiento, se sustente a base de una ostentosa herencia recibida por la sucesión de un ancestro (cosa repudiada por meritócratas) o mantenido por alguien que lo aprecie independientemente de su producción económica ,o por el contrario, que una persona que haya dejado sangre y sudor en un trabajo por meses, no tenga resultados económicos directos por su esfuerzo debido a que este no se aprecie por otros como correcto.

Con esto damos cuenta de que las problemáticas son diferentes, uno se preocupa por generar un marco jurídico que asegure la justa distribución (según lo que considere justo este grupo) mientras que el otro se preocupa por anteponer la libertad de acción de los sujetos, independientemente de las metas planteadas por entes exógenos.

A partir de lo expuesto, podemos decir que el liberalismo no es un modelo político tiránico y meritocrático como muchas veces se lo ve definido por numerosos grupos que despotrican contra él, cuales, muchas veces poseen ciertas afinidades con la teoría meritócrata que los liberales no tenemos, cómo sería una relación directa entre el esfuerzo y la renta, considerar al valor como una cualidad objetiva intrínseca de los bienes y los actos y no una percepción personal o hasta prohibir el ceder capital por herencia o gustos personales.

No, nosotros no creemos en esto, nosotros creemos en una filosofía política que defiende la diversidad de intereses, gustos y proyectos los que no deben ser sometidos por grupos coercitivos externos, creemos en la libertad respetuosa y responsable de sus propios actos.

Santiago F. Lataza García

coordinador de los equipos de Homenajes e Índices

Fundación Club de la Libertad

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