San Martín y la política ¿Cuáles fueron sus cualidades más distintivas?

San Martín en la administración de Cuyo:

El comodoro William Bowles sobre San Martin: (breve fragmento de lectura introductoria)

“Su forma de vida es austera e incluso es raro que se siente a la mesa, coge un plato con comida cualquiera y lo come rápidamente… Hace caso omiso del dinero y es, creo, muy poco más rico de lo que era cuando llegó a este país, aunque si sus perspectivas hubieran sido interesadas o personales habría podido amasar una gran fortuna desde su entrada en Chile. Es un hombre muy culto, lee muchísimo y posee una gran cantidad de información general. Su sistema de política es amplio y liberal, en particular con relación al comercio, que entiende bien.”

El observador inglés describe con fascinación tanto la política como la personalidad de San Martín; señala con aprobación su determinación de restaurar la paz tan pronto como fuera posible una vez conquistada la independencia, su distanciamiento respecto de los políticos y de lo que consideraba su corrupción endémica, sus opiniones liberales, en especial en materia de comercio, y su evidente sesgo a favor de Gran Bretaña.

He aquí un soldado carente de ambición personal o avaricia, un esposo amoroso y un padre atento. Como soldado San Martín tenía dos grandes cualidades, la habilidad para pensar y planear a gran escala, y un talento infalible para la organización. Tenía ante sí dos obstáculos: la anarquía larvada que amenazaba con tragarse todo el río de la Plata y la falta absoluta de recursos financieros. Para ello San Martín a fines de 1814 convierte Mendoza en cuartel general tanto civil como militar y hace de Cuyo una provincia separada a efectos prácticos, aislada de la anarquía que la rodeaba y enfocada psicológica y económicamente a las exigencias de la guerra.

San Martín mostró el camino no solo en las labores más obvias del reclutamiento y adiestramiento de las tropas, sino también en la tarea impopular de recaudar dinero. El reto para San Martín y sus oficiales era transformar esta economía regional en una máquina de guerra continental. Mediante estímulos a los granjeros y rancheros y proyectos para expandir la irrigación, aumentó la producción de cereales y forraje y los hatos de ganado vacuno, caballar y mular hasta que, con la inyección de recursos adicionales del gobierno central, estuvo en condiciones de mantener un ejército en adiestramiento y en movimiento.

Los sacrificios que se exigieron a Cuyo fueron enormes, en especial a Mendoza. En el segundo semestre de 1815 y durante todo 1816 estuvo vigente un impuesto sobre la renta de 4 reales por cada mil pesos. Un estricto cumplimiento de la alcabala (impuesto a las ventas), cargos voluntarios sobre los vinos y los licores, un tributo sobre consumo de carne, la venta de tierras públicas, las donaciones de joyas y otros objetos valiosos por parte de las mujeres mendocinas, estas fueron algunas medidas y gestos de compromiso total de la provincia, un espíritu de empresa común apreciable por igual entre el pueblo y los soldados. Frustrada por la parsimonia persistente de Buenos Aires, la comunidad empezó un proceso de autoayuda; el sacrificio fomentaba la sociabilidad. Cuyo, en general, y Mendoza, en particular, respondieron con generosidad a las demandas del general. En Mendoza el proyecto y el pueblo se unieron en perfecta unidad. Sin la participación de los ciudadanos de la provincia, el plan en su conjunto hubiera fracasado. Y fue el mismo San Martín el que inspiró la respuesta del pueblo. Pese a ser patricio, sabía sintonizar con la del común.

San Martín promovió una serie de medidas encaminadas a mejorar la salud de los soldados y civiles de Cuyo, como la vacunación obligatoria contra la viruela y la creación de hospitales militares en Mendoza, San Luis y San Juan.

En octubre de 1816 solicitó que se le otorgara un pequeño terreno para su retiro final: la agricultura era el único trabajo que quería después de la vida de las armas, y no tenía dinero suficiente para comprarse una propiedad por sí mismo. El Cabildo se la concedió puesto que tenía razones para estar agradecido con San Martín por sus servicios a la comunidad: aparte de las reformas sanitarias, el desarrollo de un nuevo sistema de irrigación, el estímulo de la expansión agrícola y el fomento del comercio y la industria, fundó también la primera biblioteca de Mendoza y promovió reformas de carácter educativo.

San Martin consignó sus opiniones en su informe al gobierno central:

“Admiro en efecto, que un país de mediana población, sin erario público, sin comercio, ni grandes capitalistas, falto de maderas, pieles, lanas, ganados en mucha parte, y de otras infinitas primeras materias y artículos bien importantes, haya podido elevar de su mismo seno un ejército de 3 mil hombres. Despojándose de hasta los esclavos, unidos brazos para su agricultura, ocurrir a sus pagas, y subsistencia: a las de más de mil emigrados, fomentar los establecimientos de maestranza, laboratorios de salitre y pólvora, armería, parque, salas de armas, batan, cuarteles, campamentos; erogar más de 3 mil caballos, 7 mil mulas, innumerables cabezas de ganado vacuno; en fin, para decirlo de una vez, dar cuantos auxilios son imaginables, y que no han venido de esa Capital para la creación, progresos y sostén del Ejército de los Andes. En fin, las fortunas particulares casi son del público. La mayor parte del vecindario solo piensa en prodigar sus bienes a la común conservación.”      

Teniendo en cuenta los valores básicos del liberalismo podemos decir que la figura de San Martín refleja una perspectiva clara en cuanto a, tal y como lo describe Adam Smith,  «el trabajo como fuente de riqueza«, para lo que supo poner siempre en relieve la importancia de la disciplina. Luchando por la igualdad de derechos fundamentales y universales a todo individuo.

 

Dominguez Dolores Melina

Estudiante de Ciencias de la Educación

Colaboradora de la Fundación Club de la Libertad

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