¿Usted confía en el Estado? ¿Usted confía en los políticos?

 

Por: Marcos Niveyro

Hace bastante tiempo que en el debate público se habla que hacia donde tenemos que transitar es un modelo igualitarista, es decir un modelo donde se redistribuye mucha riqueza y que eso sería un bien en sí mismo, una especie de fin moral en sí mismo, lo cual es un grave error.

La pregunta que se desprende de esta “igualdad” y que debiéramos hacernos es; ¿queremos iguales oportunidades o queremos mejores oportunidades? Porque en el fondo lo que se pretende es igualar hacia abajo. Fíjense cómo el planteamiento filosófico que hay detrás de la desigualdad es que la misma es un mal en sí mismo.

Ahora si la igualdad fuera por definición el bien, yo debería preferir la igualdad, ya que da lo mismo cuáles sean las condiciones porque ese es el bien último. Por lo que yo debería preferir que todos estemos igual y peor, a que todos estemos mejor de manera desigual. Esta distinción es importante para entender que lo que se plantea es una filosofía de la mediocridad que no tiene en cuenta los méritos y por ende la nivelación es hacia abajo. Es decir que los talentos y las habilidades de los individuos quedan supeditadas al capricho del ente que gobierna.

Pero en definitiva, ¿Quién es este “ente” encargado de saber cómo hay que nivelar a la sociedad? Bueno, pues bien, este ente se llama Estado. ¿Y qué es el Estado? Max Weber, padre de la sociología moderna, nos da una refinada respuesta a la cuestión. Antes de pasar a la definición concreta tengamos en cuenta que anda rondando por aquí y allá la idea de que ese “Estado” pone plata en la salud, la educación, entre otros espacios de la sociedad. Pero esto es una falacia discursiva, nunca es el Estado el que pone plata, el Estado lo saca del bolsillo de los contribuyentes. El Estado no somos nosotros. El Estado es un aparato burocrático.

Ahora bien, teniendo en cuenta lo dicho anteriormente, Weber definió al Estado como aquel aparato que concentra el monopolio de la violencia física y que por lo tanto ejerce una dominación sobre nosotros. El Estado son los tres poderes. Ejecutivo, Judicial y Legislativo. Por lo tanto no somos los ciudadanos el Estado. De hecho, si fuéramos nosotros no necesitaríamos una Constitución que nos garantice los derechos fundamentales frente al Estado. Precisamente porque el Estado no somos nosotros sino que son otros que gobiernan y tienen el monopolio de la violencia en sus manos es que necesitamos una carta que nos garantice derechos fundamentales para que no se nos pase por arriba con arrogancia y prepotencia propias del poder.

Ahondemos un poco sobre esta comunidad humana que Weber llama Estado. En su obra “El político y el científico” toca puntos que me parecen interesantes recalcar. Las primeras categorías de “políticos profesionales” y cito a continuación un fragmento de Weber donde sostiene algo que hoy día se puede constatar fácticamente con solo ver la clase política argentina:

“Gentes que no querían gobernar por sí mismos, como los caudillos carismáticos, sino que actuaban al servicio de jefes políticos. Hay dos formas de hacer de la política una profesión. O se vive “para” la política o se vive “de” la política. Generalmente se hacen las dos cosas, al menos idealmente; y, en la mayoría  de los casos, también materialmente. La diferencia entre el vivir “para” y el vivir “de” se sitúa entonces en un nivel mucho más grosero, en el nivel económico. Vive “de” la política como profesión quien trata de hacer de ella una fuente duradera de ingresos; vive “para” la política quien no se halla en este caso.” Extracto de la política como vocación.  

Claramente el político que más llama la atención a la hora de realizar un análisis, sobre todo si queremos comprender la realidad económica de Argentina es el político que vive “de” la política. Cachanosky no hace mucho decía en un informe en noticiero TN que la cámara de diputados en Argentina tiene un presupuesto de 150 millones de euros, eso significa que cada legislador o diputado cuesta 49 mil euros mensuales. Y lo comparaba con España que tiene un presupuesto de 91 millones de euros. Es decir en argentina cada diputado cuesta dos veces más en euros de lo que cuesta un diputado en España. Los políticos tanto como coincide Herbert Spencer no son la solución del problema, ellos son el problema. Ayn Rand en la Rebelión de Atlas lo dejó más que claro, son los políticos los que no pueden vivir sin nosotros. La frase de Weber “el político que vive de la política” no es otra cosa que gente que va a vivir de nuestro bolsillo a través de una falacia como la justicia social.

En rigor la clave está en entender la propiedad. ¿Por qué digo esto? Tomemos el caso del Comunismo. El Comunismo es una ideología contra la propiedad, si se ataca la propiedad han destruido no la libertad, sino al individuo. El individuo es propietario de sí mismo. Esta es la primera libertad, es propietario de su fuerza de trabajo y de su salario y de su dinero y de las cosas que compre y esto es sagrado. No se puede diferenciar ser y tener. El que es, tiene y el que tiene, es y el momento en que lo diferencias, una cosa se impone sobre la otra. El Comunismo quita a las personas lo que tienen y luego les quita el ser porque a estas no les gusta que les roben y entonces hay que destruirlas. En el fondo, el Comunismo le roba todo a los ciudadanos, y si se quejan los mata y por si se pudieran quejar en el futuro también los matan, y esta es la realidad del Comunismo.

Ahora bien, analicemos el caso de los impuestos en nuestro país, es decir, miremos nuestra realidad. Fíjense esta dicotomía con el Comunismo que quizá a muchos parezca aberrante y grotesca pero de todas formas la quiero plantear; te cobran impuestos sobre tus ganancias, sobre tus ventas, sobre tus stocks y sobre tus ahorros y quien sabe sobre cuantas cosas más que destruyen no solo el progreso sino también oportunidades y lo peor, talentos. Hoy tenemos impuestos sobre las 4 cosas que acabo de nombrar y más. De manera que al que trabajó mucho, que ganó mucho, que pague mucho entonces y de lo que guarde vuelve a pagar y de lo que consigue que le quede, sea lo que sea que se haya podido comprar, vuelve a pagar. Una de las características de la carga impositiva argentina no es solo el altísimo gravamen que se impone, sino también que grava todas las actividades, de una misma actividad grava todas las etapas, entonces no hay forma de que se pueda hacer eficiente la producción.

 

 

Marcos Niveyro

Colaborador equipo de Homenajes

Fundación Club de la Libertad

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