Este 29 de agosto se cumplen 210 años del nacimiento de Juan Bautista Alberdi, uno de los grandes pensadores argentinos a quien le debemos, entre otras cosas, nuestra organización institucional y la integridad del territorio.
Nació en la ciudad de Tucumán en 1810 año de la Revolución de Mayo.
Fue al decir de su principal crítico Paul Groussac “El cerebro más comprensivo, el espíritu más hábil y sagaz de su generación, que es la gran generación argentina y lanzó a la circulación, durante cuarenta años, el mayor caudal de ideas útiles para su país.”
EL COMPROMISO REPUBLICANO
De los 74 años de su vida 40 años estuvo lejos de su patria exiliado y desterrado. En su ensayo denominado «Palabras de un ausente»: lo explica: «Yo dejé mi país en busca de la libertad de atacar la política del gobierno, cuando ese gobierno castigaba el ejercicio de toda la libertad necesaria como crimen de traición a la patria».
Luego, en una carta dirigida a su amigo Juan María Gutierrez, expondría las razones de su voluntario alejamiento del escenario político: «Para dar autoridad a mi palabra pienso quedar fuera del poder y ojalá tuviera fuerza también para quedar fuera del país, es decir, lejos de las pasiones pequeñas que oscurecen la luz de la inteligencia imparcial».
Fueron sus escritos, no su persona, los que estuvieron dirigidos a la cuestión pública de la argentina, a ella destinó la mayoría de ellos que poseían lo que hoy denominamos «propuestas prácticas» o como él mismo los llamó «libros de acción». Todos tienen un denominador común: la implementación de un sistema jurídico-económico que respete los derechos naturales del hombre.
LA ARGENTINA POR SOBRE LOS PARTIDOS POLÍTICOS
En su primer libro político Fragmento Preliminar al Estudio del Derecho manifiesta: «Nuestros padres nos dieron independencia material: a nosotros nos toca la conquista de una forma de civilización propia, la conquista del genio americano. Dos cadenas nos ataban a la Europa, una material, que tronó, otra inteligente que vive. Nuestros padres rompieron la una por la espada, nosotros romperemos la otra por el pensamiento.»
Conformó conjuntamente con otros jóvenes de su tiempo, entre los que se encontraba Esteban Echeverría, la Asociación de Mayo destinada a defender la libertad para todos los argentinos, sin sumarse a las facciones que imperaban en esa época.
LA ORGANIZACION INSTITUCIONAL
El primero de mayo de 1852 Alberdi hizo la contribución más importante que se haya hecho en defensa de la libertad y de los derechos de las personas en todo el continente americano, en ese momento aparecieron sus Bases y puntos de partida para la organización de la Confederación Argentina«.
Su libro sirvió para que nuestro país pudiera organizarse en forma definitiva.
Esa organización llevó a la Argentina a niveles de crecimiento inéditos para la época. La Nación se destacaba en el mundo por su desarrollo cultural, social y económico. Orgulloso el país ostentaba los mejores índices sociales de toda Latinoamérica. Contábamos con el mayor ingreso per cápita de toda Iberoamérica.
Nuestra dirigencia actual debiera buscar en esas fuentes, que son nuestros orígenes institucionales, el camino del bienestar para todos. Y esas fuentes tienen como principal protagonista la obra de Alberdi.
EL SISTEMA ECONÓMICO
Alberdi afirmaba la preeminencia de los valores espirituales por sobre los instrumentos económicos. «La riqueza no es para ella el fin, sino el medio más eficaz para cambiar la condición del hombre argentino, que al presente peca especialmente de pobreza material. La constitución no intenta hacer del país un mercado, de la República una Bolsa de Comercio…toma al país como es por la obra de Dios, con sus necesidades morales a la vez que físicas. No es el materialismo, es el espiritualismo ilustrado lo que nos induce a colocar los intereses económicos como fines del primer rango en el derecho constitucional argentino”.
Sin dudas Alberdi fue un defensor de la más amplia libertad y un protector de los derechos de las personas. No solamente defendió y luchó por estos derechos para sí y sus conciudadanos, sino que forjó las instituciones jurídicas que permitieron su supervivencia hasta nuestros días. Nosotros, sus conciudadanos descendientes, debiéramos hoy, en estos tiempos de desorientación, comprender, defender y divulgar el legado de nuestro olvidado prócer. Y este legado se podría resumir en el mensaje de Alberdi al pueblo argentino: “Recuerde que las primeras palabras de su génesis revolucionario fueron aquellas tres que forman unidas un código santo y un verso sublime: libertad, libertad, libertad.”
Hoy, como ayer, nos hace falta un Alberdi.
Daniel Sebastián Pereyra
Cátedra Alberdi