Desde mi infancia he aspirado crear nuevas cosas y optimizar las que ya existen. He apostado por mi curiosidad y he explotado mis talentos con el objetivo de ser un creador. Me miro como un ser incompleto que puede desarrollarse cada día más y descubrir nuevos talentos en sí mismo. Me veo como una persona que desarrolla habilidades.
Soy de aquellos que aspira abrir su propio negocio, capaz de innovar y producir cosas que cambien el mundo, así como lo hicieron Vanderbilt y Ford con las rieles de ferrocarril y el automóvil, o Gates, Jobs y Zuckerberg con Microsoft, Apple y Facebook. Soy de los que asume responsabilidades y toma riesgos, porque sólo los que se responsabilizan de sus propias decisiones y superan la incertidumbre logran alcanzar lo que aún no se ha alcanzado.
Creo en la competencia y en el libre mercado, puesto que impulsan al ser humano a competir por crear el mejor producto, y no simplemente conformarse con lo mínimo que puedan hacer. Creo que a la pobreza la elimina la inventiva individual y no el Estado. Creo en la creatividad y el esfuerzo de las personas y no en gobiernos que solo aspiran la obediencia de sus ciudadanos y rechazan su intelecto y capacidad de producir.
Le apuesto a salir del conformismo y el asistencialismo estatal. Creo que no debemos regalar peces a los demás, sino proporcionarles a través del mercado lo necesario para que puedan pescar. Creo que debemos brindarles a las personas nuevas herramientas para agilizar sus labores, puesto que el éxito de la acción empresarial está justamente en facilitarle la vida al resto.
Creo que sólo se puede renovar la sociedad a través de la creatividad individual y el libre intercambio, no de las restricciones comerciales ni de los planes estatales. Veo el espíritu de superación de cada persona como la piedra angular para revolucionar el planeta y acabar con la pobreza. Creo en el individuo y no en el Estado como motor del progreso. Por eso le escribo al mundo: yo soy capitalista.