El pasado miércoles 10 de febrero, se llevó a cabo el programa Perspectiva Joven, en el cual el tema desarrollado fue «La nueva ley de alquileres». En esta ocasión los disertantes fueron Octavio Cejas; Azul Altamirano, de Reconquista, Santa Fe, estudia actualmente en Buenos Aires de las carreras Licenciatura en Administración de Empresas y Licenciatura en Economía; Leandro Abreu, estudiante de 6° año de Abogacía del interior de Córdoba, pero quien actualmente vive en Capital en forma de inquilino y a quien esta ley afectó directamente, coordinador de UPAU en la UNC y miembro de la Juventud Liberal de Córdoba; Dana Moyano, estudiante de Abogacía en la Universidad Nacional de Córdoba, tiene 4 alquileres a su nombre.
La actividad empezó con una charla sobre la situación de cada uno. Abrió la conversación Azul, quien contó que por un año alquiló un departamento, pero buscó otro más próximo a su facultad; mencionó que los precios subieron por la escasez de departamentos, por la ley. Dio el ejemplo de la propiedad de su abuelo, remarcando que era mucho más conveniente vender la casa y luego poner el dinero de la venta a plazo fijo que poner en alquiler la vivienda, y así generar mayores ingresos pasivos. Además, no solo conviene en términos monetarios de ganancias, sino también en términos de seguridad, ya que no hay una buena seguridad jurídica con respecto a los alquileres, ni con respecto a la propiedad privada, en general.
Leandro, por su parte expresó que su situación era similar, posee dos departamentos refaccionados para alquilar, pero por la ley de alquileres se vio afectado; recalcó que estaría bueno hablar sobre la injerencia jurídica de la ley que es de por sí, defectuosa. En el marco legislativo, es un limitante económico, porque hace que suban los precios; como ejemplo, en su pueblo la gente no puede pagar un alquiler de más de 22.000 pesos; sumado a que la mayor parte son empleados públicos, es decir, que hay poco capital. A su vez, señaló que para ellos la única forma de que sea medianamente rentable es poner el título de alquiler comercial, argumentado que, de no ser así, no se podría desalojar a los inquilinos en caso de incumplimiento. Finalmente, en su caso personal de inquilino, en 6 años pasó de pagar 3.000 a 12.000 pesos. Además, el propietario del inmueble, el año que viene venderá la propiedad al no ser redituable. Por último, sostuvo «es una farsa que esta ley viene a proteger a los inquilinos, lo que hace, es terminar perjudicándolos. Con buenas intenciones no se logra nada».
Dana, en cambio, contó que siempre vivió alquilando. En una búsqueda desesperada por alquilar, alquiló a cualquiera y, como consecuencia, está pagando el precio de esa acción descuidada. El alquiler lo hizo a través de una persona que no era martillero público y, por lo tanto, el contrato no era tan legal del todo. Por último, Octavio mencionó que por muy buenas intenciones que tengas, esta ley afecta al individuo siempre.
Como segundo tópico se abordó la pregunta “¿existía antes una ley tan injusta como para que se justifique ésta?” Azul argumentó que sí, por ser muy regulado y no haber seguridad jurídica, era imposible y atrasaba a los chicos especialmente del interior. Por su parte, Lucas asintió y ejemplificó con el caso de su novia, quien lo más barato que encontró fue una pensión de alrededor de 15.000 pesos. Mencionó también que, antes se podía hacer un aumento semestral del 15% y hoy puede escalar a un 60% en solo 6 meses, lo cual es contraproducente. Consecuentemente, venderlo se convierte en la única opción realmente favorable. Es una cuestión de sentido común que, si la demanda cae, los precios aumentan y, al final, la gente se queda sin techo, sostuvo Lucas. Dana, por su parte opinó que, antes no había tantos problemas y que no habría que sorprenderse por que este gobierno hará todo lo posible por restringir las libertades civiles de sus ciudadanos, como demostró que lo viene haciendo. Cerró con que hay que desmitificar el relato falaz de «inquilino víctima, propietario explotador» o las restricciones a las libertades seguirán pasando. Todos estuvieron de acuerdo que al gobierno le sirve esta polarización y que la solución está en explicar a la gente que las desregularizaciones son necesarias.
Como último tópico debatieron sobre las posibles soluciones: “¿hacer una nueva ley?” Azul señaló que sería utópico pero necesario una desregularización. Leandro, por su parte, indicó que lo más pragmático es volver a la regulación anterior, flexibilizando aún más cosas puntales entre ellas, como los despidos, cambios procesales en todas las provincias y, sobre todo, la urgencia de una economía en condiciones. Dana mencionó algo con lo que estoy totalmente de acuerdo, el problema y la solución está en el modelo del Estado y en la cultura de la gente; el Estado, de por sí, es indeseadamente gigantesco e ineficiente y la gente está totalmente idiotizada sin saber principios básicos de economía. Como bien indicó Leandro, es una cuestión de sentido común. Hay que explicar a la gente que, desregular es necesario de manera urgente.