¿Liberales o conservadores modernos?

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Por:  Ramiro López (*)

Una reinterpretación de Por qué no soy conservador

Friedrich August von Hayek, discípulo de Mises y uno de los impulsores de las ideas liberales en el siglo XX. En su escrito titulado “Por qué no soy conservador” el da planteos desde las ideas que distancian al liberalismo del conservadurismo, pasando por una recopilación histórica de esa separación y hasta una visión política de cómo las distancias son casi insalvables.

En este texto no pienso hacer ni un ejercicio biográfico, ni analizar otros textos del mismo autor puesto que lo importante no es quién plasma las ideas, sino ellas en sí mismas y hoy la pregunta que se me despierta al consultar este texto es: ¿Algunos autodenominados liberales de hoy en día, no son más que conservadores modernos?

No, no hablo del conservadurismo rancio que refiere a textos sagrados, verdades incuestionables, razonamientos anteriores, pensamientos reciclados, ¿o si hablo de eso? Vamos de vuelta que escribiendo me confundí, no hablo del conservadurismo de religiones, moralina que huele a polillas, sino a un pensamiento que buscaría conservar aquello que políticamente una vez funcionó y no quieren innovar, tienen ese miedo al cambio que tienen los conservadores que hacía referencia Hayek en su texto original.

Un liberal siempre debe confiar en las ideas abstractas, en las fuerzas descentralizadas que nos mueven a los individuos.  Debemos confiar en las personas y en demoler todo aquello que impida el libre desarrollo de las mismas, pero ya lo decía el texto original, un conservador tiene miedo de confiar en todo aquello que no fue experimentado con anterioridad.

Sí, si vemos la utilidad de algo hecho con anterioridad es rescatable. De eso no existe el menor asomo de dudas, pero ¿cerrarnos a la innovación de las ideas por el mero hecho de que no fueron probadas y recontra testeadas?  Es una actitud propia de un conservador sin lugar a dudas.

Una idea no probada con anterioridad puede ser un Estado sin poder ejecutivo, es una idea no testeada, no se sabe qué pasaría, es verdad, pero, ¿no es ese el costo de la innovación acaso? Avanzar a tientas, retroceder en caso de no funcionar algo no lo vemos como algo malo en las ciencias… pero en política parece no ser tan clara esa necesidad de la prueba y error.

Algunas personas autodenominadas liberales no pretenden avanzar con cautela en el terreno político sino simplemente no cambiar el sistema probado antes.

Quiero traer textualmente una frase del texto original que estamos reinterpretando “el partidario de la libertad no puede menos de sentirse radicalmente opuesto al conservadurismo, viéndose obligado a adoptar una actitud de franca rebeldía ante los prejuicios populares, los intereses creados y los privilegios legalmente reconocidos”. La frase tiene poco más de tres líneas, pero nos da mucho material para analizar.

Prejuicios populares como que hay que confiar en las leyes que imponen un grupo de personas por sobre todos los demás habitantes de un territorio, como que confiar ciegamente en que las intenciones de quienes acceden al poder son buenas, o meramente que existe algo como “el bien común”.

Intereses creados, intereses como los de una abstracción llamada nación, estado, país. O inclusive solo creer que alguien puede saber acaso si hay una forma de definir cómo debe ser la educación de un niño por un supuesto interés del futuro de la nación o diversas frases que pueden expresarse para referirse a darle más poder al poder, darle más espacios de intervención a quién quiere intervenir en la vida de todos los demás individuos.

Privilegios legalmente reconocidos como el de decidir quién puede trabajar en una determinada arte o profesión, y no hago referencia a que se cumpla con un estudio determinado, sino a todos los permisos, normativas, reglamentaciones, matriculación en colegios profesionales. Los defensores de la intervención pueden argumentar algo como “¿Y cómo podemos estar seguros de que esas personas pueden ejercer ese arte u oficio?”

¿Acaso ser libres no es aceptar un componente de riesgo en nuestras vidas? o pretendemos una vida en una caja de cristal donde estemos seguros de que nada nos dañará. La búsqueda de la justicia implicaría corregir un daño cierto que se haya cometido contra una persona. No es justo que haya una sentencia previa contra una persona que quiere desarrollarse en libertad.

“Lo que hoy con mayor urgencia precisa el mundo es suprimir, sin respetar nada ni a nadie, esos innumerables obstáculos con que se impide el libre desarrollo” dice el texto original, y es verdad, tenemos un deber que hasta se podría clasificar como moral de ir en contra de todo aquello que restringa las libertades de las personas, eso no implica ir a tirar una bomba, sino que implica tener nuestros valores y nuestros fines últimos bien claros.

Implica que debe existir un faro en el horizonte, un faro al que nunca llegaremos pero que nos debe guiar, ese faro debe ser la libertad. Esto no implica ser irresponsables como piensa un conservador, querer ser libres implica un profundísimo sentido de responsabilidad, es responder por cada una de nuestras acciones sin restricciones.

Si los errores políticos cometidos en el pasado no pudieron impedir el desarrollo de la sociedad eso no hace que sean ni buenos ni deseables, ni los hacen deseables ni tampoco perdonables. Todo el ordenamiento jurídico de los diversos países fueron los que permitieron tanto los abusos como las vulneraciones de los derechos de las personas, por lo menos deberíamos de dudar de los mismos, no confiar en ellos ciegamente visto y considerando lo ocurrido con anterioridad, pero hay muchos autodenominados liberales que confían más en las leyes que en las personas.

Que a día de hoy sea lo vigente no lo hace algo bueno, ni inmejorable ni tampoco sacrosanto, mucho menos nos inhabilita a poder ser críticos con los errores cometidos en el pasado o en la actualidad. Ser un crítico, al menos en nuestro fuero interior, es lo que nos permitirá mantener ese faro guiando nuestras acciones.

No soy quién para juzgar, pero si me permito dudar, me permito dudar de que aquellos quienes confían ciegamente en cosas que con anterioridad dieron poder a quienes fueron déspotas. ¿Por qué cerrar los ojos a la evidencia?

Es el siglo 21 y debemos seguir luchando contra los obstáculos e impedimentos que los mismos humanos levantamos contra nuestro desarrollo. Reverenciar esos obstáculos a nuestro desarrollo, querer conservar a toda costa lo que existe en la actualidad o traer de nuevo una vez más lo que una vez funcionó en el pasado, ¿no es una actitud conservadora después de todo?

 

(*) Ramiro López 

Máster en Tráfico, Movilidad y Seguridad Vial por la Universidad Camilo José Cela de España

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