Por: Juan Cruz Coronel
2 de Abril de 2020: 38 años de la Operación Rosario y del inicio de las hostilidades entre la República Argentina y el Reino Unido de Gran Bretaña, Gales e Irlanda del Norte por la disputa de la soberanía de las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Orcadas del Sur.
Un conflicto que duró dos meses y doce días, que se cobró la vida de 649 soldados argentinos y dejó heridos a otros 1647. Lamentablemente la guerra no perdona y más de 350 veteranos (sí, no se tiene cifras oficiales) se han quitado la vida desde 1982 a la fecha. Contraria a la creencia común impuesta por una visión desmalvinizadora de sectores de la sociedad y de la política que desvalorizan el esfuerzo que esos héroes hicieron, los británicos también sufrieron. Y mucho. 255 soldados de Su Majestad murieron en las islas, otros 750 resultaron heridos y, corriendo la misma suerte que sus homónimos argentinos, unos 350 se suicidaron, sin contar los miles que han tenido problemas psiquiátricos.
Pero, ¿qué causó el conflicto?
El 3 de Enero de 1833 la Corbeta británica Clio, al mando del Capitán de la Armada John Onslow, tomó posesión de la colonia rioplatense de las Islas Malvinas, rebautizada Falklands, expulsando al Gobernador Luis Vernet y arriando el pabellón nacional.
Esta afrenta a la soberanía de la pujante nación fue reclamada inconstantes veces por el Gobierno argentino, con particular ahínco a partir de la administración de Julio Argentino Roca.
El 20 de enero de 1888 el ministro de Relaciones Exteriores de la Argentina, Norberto Quirno Costa, en relación a la petición británica de un arbitraje sobre la disputa territorial, envió una nota de respuesta al Gobierno británico, expresando:
(…) La solución no puede depender de una sola de las partes, sobre todo cuando, como en el presente caso, el Gobierno de S.M.B. cerrando toda discusión, ni siquiera opta por los medios conciliatorios a que apelan las naciones para resolver controversias como la que nos ocupa y cuyos medios fueron insinuados en la nota de fecha 2 de enero de 1885 (…) que hoy como antes el Gobierno argentino mantiene su protesta respecto a la ilegítima ocupación de las islas Malvinas, que no abandona ni abandonará sus derechos a esos territorios y que en todo tiempo, hasta que le sea hecha justicia, los considerará como parte integrante del dominio de la República Argentina, fundado en la prioridad del descubrimiento, en la prioridad de la ocupación, en la posesión iniciada y ejercida, en el reconocimiento tácito y explícito y en la adquisición por tratado de estos títulos que pertenecían a España.
Con el nacimiento de los foros multilaterales de discusión, especialmente las Naciones Unidas, la República Argentina volcó sus esfuerzos diplomáticos en dicha organización:
La primera reserva argentina en las Naciones Unidas sobre sus derechos en las Malvinas fue presentada el 23 de mayo de 1945, cuando se realizaba el debate sobre fideicomiso en la reunión del IV Comité de la Asamblea General de la Conferencia de San Francisco, previo a la fundación de las Naciones Unidas el 24 de octubre de ese año.
“La delegación argentina formula la reserva de que la República Argentina en ningún caso acepta que el presente sistema de Fideicomiso pueda ser aplicado a/o sobre territorios pertenecientes a la Argentina ya sea que ellos estén sujetos a reclamo o controversia o estén en posesión de otros Estados.”
En las dos primeras sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1946 Argentina expuso sus derechos inalienables a las Malvinas y que no reconocía la soberanía británica sobre ellas. El Reino Unido replicó no reconociendo la soberanía argentina sobre las islas.
De acuerdo a la Resolución 66/1 de la Asamblea General de la ONU del 9 de febrero de 1946 sobre «los pueblos que no han alcanzado aún una autonomía completa», fue confeccionada una lista de territorios no autónomos, cuyo futuro depende del deseo de los habitantes de esos territorios, reconociéndoseles el derecho de autodeterminación. El Reino Unido inscribió en 1946 a las islas en esa lista, en consecuencia, la ONU considera al Reino Unido como el «poder administrador» de las islas, obligado a someter regularmente los informes a que se refiere el artículo 73 (e) de la carta de la ONU. Se trata de informes relativos a las condiciones económicas, sociales y educacionales, que deben ser presentados al secretario general. La Argentina hizo reserva de sus derechos y los reitera cada vez que el Reino Unido presenta los informes. Entre 1947 y 1963 el Gobierno argentino efectuó 28 reservas.
El 3 de noviembre de 1947 Argentina hizo una declaración en la ONU expresando:
La Delegación Argentina deja también constancia que el nombre correcto de las islas mencionadas con el nombre Falklands en los informes del Reino Unido, es Malvinas, lo cual se encuentra ampliamente justificado por numerosos antecedentes históricos vastamente conocidos, y que no es posible tergiversar ni destruir.
La Declaración sobre la concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales, Resolución 1514 (XV), fue aprobada el 14 de diciembre de 1960:
- En los territorios en fideicomiso y no autónomos y en todos los demás territorios que no han logrado aún su independencia deberán tomarse inmediatamente medidas para traspasar todos los poderes a los pueblos de esos territorios, sin condiciones ni reservas, en conformidad con su voluntad y sus deseos libremente expresados, y sin distinción de raza, credo ni color, para permitirles gozar de una libertad y una independencia absolutas.
- Todo intento encaminado a quebrantar total o parcialmente la unidad nacional y la integridad territorial de un país es incompatible con los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas. (…)
El 16 de diciembre de 1965 la Asamblea General de la ONU aprobó la Resolución 2065. La resolución fue aprobada por 94 votos a favor, ninguno en contra y 14 abstenciones (Canadá, Dinamarca, Finlandia, Francia, Islandia, Países Bajos, Nueva Zelanda, Noruega, Portugal, Sudáfrica, Suecia, Reino Unido, Estados Unidos y Australia).
La Argentina consiguió con esta declaración que las Naciones Unidas tomaran injerencia en la Cuestión de las islas Malvinas, reconocieran «la existencia de una disputa de soberanía», supeditasen la solución del problema a negociaciones entre los dos países teniendo en cuenta los intereses de los isleños, dejando de lado el principio de libre determinación exigido por la Resolución 1514 (XV), pues no se pidió al Reino Unido que otorgase la independencia a las Malvinas o tenga en cuenta los deseos de los isleños. Esto representó ,a todas luces, la mayor victoria diplomática que hasta entonces el país había logrado.
1982, el año que todo cambió.
Mientras la administración federal se esforzaba en hacer valer el reclamo, en nuestro país el sentimiento Malvinas crecía. A través del sistema educativo se impartía un sentimiento nacionalista en la población que será una constante hasta la actualidad.
Esto es lo que llevó a que incluso un gobierno tan impopular como el de Leopoldo Fortunato Galtieri, el último de una la larga lista de dictadores que ocuparon de facto la presidencia del país, recibiera un total y devoto apoyo del pueblo argentino en esa arriesgada empresa que todos consideraban legítima.
14.500 soldados, marinos, aviadores, técnicos, mecánicos, personal sanitario y logístico se movilizaron rumbo a las islas. Comandos de la armada capturaron Port Stanley y lo rebautizaron Puerto Argentino, posiciones defensivas se establecieron a lo largo del archipiélago y la sociedad civil entera entregó lo que tenía a sus valientes soldados.
Los combates se iniciaron el 1 de mayo, con el arribo de las tropas invasoras y el inicio de una campaña de ablandamiento por parte de la RAF (Fuerza Aérea Real, por sus siglas en inglés) para que las tropas nacionales se rindieran sin combatir. Ante la negativa de las mismas, los combates aéreos se generalizaron, siendo contundente la respuesta de los aviadores argentinos.
Para facilitar el desembarco, el Gobierno británico autorizó el hundimiento del Crucero de Batalla ARA “General Belgrano”, que se hallaba fuera de la zona de exclusión delimitada, paradójicamente, por el mismo Gobierno monarquico. El buque se convirtió en la tumba de 323 marinos, la mitad de todas las bajas sufridas en la guerra.
Pero la campaña aérea de respuesta de la Fuerza Aérea Argentina no tardó en llegar y le demostraría al ejército inglés la pericia de los pilotos nacionales.
Volando raso, a tan solo 20 metros del suelo, los “locos” del aire iniciaron un ataque de tal envergadura que fue capaz de herir gravemente a la Royal Navy, tanto material como anímicamente.
A continuación una lista de las embarcaciones destruidas por la Fuerza Aérea Argentina y por aeronaves de la Armada.
Buque | Muertos | Fecha de hundimiento |
HMS Sheffield | 20 | Hundido el 4 de mayo por aviones argentinos. |
HMS Ardent | 22 | Hundido por por aviones argentinos el 22 de mayo. |
HMS Antelope | 1 | Hundido por por aviones argentinos el 24 de mayo. |
HMS Coventry | 19 | Hundido por aviones argentinos el 25 de mayo. |
SS Atlantic Conveyor | 12 | Hundido por por aviones argentinos el 28 de mayo. |
RFA Sir Galahad | 48 | Fue atacado por aviones argentinos el 8 de junio, se incendió y se hundió. Después de la guerra se reflotó, fue remolcado y hundido como tumba de guerra por el submarino HMS Onyx |
Otras 28 embarcaciones sufrieron daños de distinta índole, incluidos el HMS Invincible, que oficialmente padeció heridas leves, pero que los británicos nunca detallaron qué fue lo ocurrido, ya que el buque fue alejado del combate y nunca más se lo ubicó en la zona de riesgo.
No mentiré, el precio de semejante osadía fue alto, 42 aeronaves fueron destruidas y con ellas, sus pilotos se inmortalizaron en la heroicidad del gallardo sacrificio de honrar a la patria con su vida.
En tierra, las operaciones desgraciadamente en ningún momento parecieron inclinarse en favor de las tropas argentinas. Desde ya la superioridad técnica del ejército rival era notoria, visores nocturnos, tácticas de combate bien aceitadas y perfeccionadas, una cadenas de mano eficiente y un sistema de abastecimiento constante.
El primer encuentro de envergadura se da en el Istmo de Darwin, posterior al desembarco en la Bahía de San Carlos de los efectivos militares británicos.
El 2.º Batallón del Regimiento Paracaidista (2 PARA) inicia una ofensiva contra las 647 unidades desplegadas por el ejército argentino para defender la Pradera de Ganso. El combate tiene lugar principalmente en el Cerro de Darwin, donde los argentinos pierden 57 combatientes, 18 muertos y 39 heridos; además 38 más son capturados. Eso representaba la mitad de los efectivos que combatían en primera línea defendiendo la posición.
En los combates subsiguientes hasta la rendición de la unidad, los muertos escalaron a los 47 y los heridos a 98. Por su parte, oficialmente, los paracaidistas lamentaron 17 muertos (entre ellos su comandante, Herbert Jones) y 66 heridos, pero los oficiales argentinos aseguran que al momento de la rendición los mandos británicos les confesaron que habían sufrido 250 bajas, sin precisar cuántos eran muertos y cuántos heridos. Esto toma sentido si tenemos en cuenta que la unidad argentina solo capituló tras recibir amenazas por parte de los enemigos de que tomarían represalias contra los prisioneros que tenían en su poder si no se cesaban las hostilidades de inmediato.
Posteriormente los comandos argentinos protagonizaron combates como los de Top Malo House y la batalla del Monte Kent, el primero con victoria argentina y el segundo con un resultado poco satisfactorio para el mando nacional.
El combate de Many Branch Point, el asalto a la base de patrullas del 3º Batallón del Regimiento Paracaidista (3 PARA) cerca del Puente Murrell, la reconquista de Monte Wall y una emboscada exitosa en el centro del Río Murrell son otros de los operativos exitosos donde las fuerzas especiales participaron.
El 11 de junio las FF. AA. británicas emprendieron su ataque final contra Puerto Argentino, mediante ataques nocturnos sobre la línea de defensa argentina constituida por los montes Longdon, Harriet y Dos Hermanas.
El Teniente 1º Jorge Alejandro Echeverría -oficial de inteligencia del Regimiento 4 «Monte Caseros»-, recordó que durante los días 9, 10 y 11 de junio, los británicos aumentaron la intensidad de su fuego de ablandamiento. Dos hombres murieron en sus posiciones en Harriet ante impactos directos de artillería. «El regimiento tuvo arriba de veinticinco heridos y dos muertos en este fuego de preparación.»
En las batallas de los montes Harriet y Dos Hermanas los británicos vencieron con 10 marines reales muertos y 50 heridos, y no sin una firme resistencia argentina. La actuación de un solo francotirador argentino (Cabo Roberto Basilio Baruzzo) perteneciente a la Sección de Apoyos Especiales del Regimiento 12 detuvo, durante horas, el ataque de la Compañía Kilo de marines reales del 42º Comando en Harriet. Durante casi cuatro horas, la Compañía X del 45º Comando quedó inmovilizada en las laderas del Dos Hermanas Sur.
El Capitán Ian Gardiner expresaría más tarde su admiración por la feroz resistencia ofrecida por el 3º Pelotón de Fusileros del Subteniente Marcelo Llambías Pravaz del Regimiento 4 en Dos Hermanas:
(…) “Un cuadro duro de unos veinte hombres habían quedado atrás y habían luchado, y fueron hombres valientes. Los que se quedaron y lucharon tenían algo “(…).
En el monte Longdon se produjo una batalla feroz y una gran cantidad de bajas. Se llegó a luchar a bayoneta para tomar la cima, que luego hubo que defender ante dos contraataques argentinos. Alrededor de las 03:00 horas, del 12 de junio, un pelotón reforzado de 46 hombres de la Compañía C del Regimiento 7 realiza un contraataque en Longdon, obligando a la Compañía B Británica a retirarse. De los 278 hombres de la Compañía «Maipú» en Monte Longdon, pudieron replegarse solamente 78 sobrevivientes. Lamentablemente, luego de doce horas de combate contra el 3 PARA, se perdía definitivamente Monte Longdon.
Los atacantes británicos sufrieron 93 bajas, correspondiendo a 23 muertos y 70 heridos. 69 argentinos murieron en combate en la primera línea de defensa y otros 400 fueron capturados.
Rendido Monte Logdon, los británicos fijaron su mira en las alturas de los montes Tumbledown, William y a Sapper Hill, defendidos por el Batallón de Infantería de Marina 5 (BIM 5).
En proximidades de Monte William, los pelotones de reconocimiento y tambores de la Guardia Escocesa ejecutan su ataque, buscando aferrar la Compañía Obra del BIM 5 frente de la posición y tomar el Cerro Zapador desde el camino Stanley―Fitzroy. Para eso emplean tanques livianos Scorpion, al mismo tiempo que saturan el sector con fuego de cañones de 76 mm. Los fuegos de la propia artillería de marina baten los dos pelotones de la Guardia Escocesa. Los efectivos británicos se lanzan al asalto sobre el flanco sur de la posición del BIM 5 y se combate a las distancias próximas con profundo empleo de granadas de mano. El primer ataque en el sector de Tumbledown es rechazado.
Los tropas británicas consideraban al BIM 5 de lo mejor de la Argentina. Sobre 90 hombres de la Compañía Nácar en Tumbledown cayó la furia de la Compañía Flanco Izquierdo de la Guardia Escocesa en la noche del 13 al 14 de junio, pero los hombres de la 4ta Sección y Sección de Exploración, con el apoyo de una docena de morteristas cerca la cumbre, contuvieron a esa fuerza muy superior en número alrededor de seis horas. Para desalojarlos, los soldados escoceses tuvieron que asaltar una a una sus posiciones, recurriendo a la artillería terrestre y naval, los misiles antitanque, las granadas, y el combate cuerpo a cuerpo. Fue tal la sorpresa que padecieron inicialmente la Guardia Escocesa en el sector que defendía la 4ta sección que el Subteniente Robert Lawrence, que luego quedó herido en la cabeza, instó a que su pelotón abandonara el asalto y que disparara contra cualquiera que les impidiera retirarse de Tumbledown.
Pese a tamaña resistencia, digna de quedar en los anales de la historia, la posición era insostenible y termina cayendo. Se autorizó un contraataque que falla y que pone en desbandada a los refuerzos.
En consecuencia se ordena un repliegue general, primero hacia Sapper Hill y luego hasta Puerto Argentino.
En la colina del Telégrafo los defensores son sometidos a un abrumador fuego de artillería y precisos embates de infantería, lo que lentamente obliga a los defensores a retirarse. Sin embargo, antes de que amaneciera, el Mayor Carlos Carrizo Salvadores, al grito de “Siganme los que tienen pelotas”, ejecutó con menos de una compañía un último contraataque, que fue rechazado por las ya sólidas defensas británicas.
Entrada ya la mañana, los argentinos abandonan sus últimas defensas y se guarnecen al completo en Puerto Argentino. Para la tarde de ese fatídico 14 de Junio el General Mario Benjamín Menéndez y su homónimo Jeremy Moore acordaron los términos de la rendición.
Ese fue el fin de la presencia argentina en las islas.
La derrota militar tomó a la sociedad por sorpresa y precipitó la caída del Proceso de Reorganización Nacional. El dolor de los veteranos y sus familias está muy presente en el pensamiento colectivo nacional y todos los 2 de abril los recordamos, a los que volvieron y a los que no lo lograron.
Honor y gloria a los Veteranos y los Caídos en Malvinas.
Juan Cruz Coronel
Estudiante de Ciencia Política
Universidad Nacional de Rosario