Mariano Moreno. El abogado de la emancipación argentina.

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Por: Carlos Moratorio.

La mítica figura de Mariano Moreno nos invita a reflexionar en estos días sobre el papel de los genuinos representantes: aquellos que están convencidos de encarnar con vigor y plenitud la defensa de una causa, de una idea, combatiendo con las palabras, con su pluma, con sus profundas convicciones, a los fantasmas de la injusticia, de la hipocresía o de la especulación.

Desde las aulas de Chuquisaca, su espíritu justiciero enfrentó con valentía y honestidad intelectual, el grave problema de la mita y el yanaconazgo, dos instituciones vergonzosamente vigentes durante la supremacía colonial en América. Más allá de los detalles de su “Disertación Jurídica sobre el Servicio personal de los Indios en general y sobre el particular de Yanaconas y Mitarios”, Mariano Moreno abordó el profundo debate sobre la condición de los indios y su calidad de hombres libres, según las Leyes de Indias. El problema no era menor, debido a la praxis potosina que trataba a los nativos de aquellas tierras como verdaderos esclavos.

Al regresar a su Buenos Aires natal, los resonados casos en los que intervino, sellaron su prestigio y su posterior incorporación a la Real Audiencia de la capital virreinal, muestra cabal de la consideración institucional hacia el joven abogado.

La convicción y la fuerza de su exposición jurídica y política, se plasmó en la célebre “Representación de los Hacendados y Labradores” de 1809, considerado por diversos historiadores como el documento más completo en la materia, redactado en el Virreinato del Río de la Plata. El cese de los privilegios peninsulares, el énfasis en la libertad de comercio y la voluntad política de las fuerzas productivas de la región, hallan en esta presentación su más clara expresión. En sus fundamentos, Moreno, al dirigirse al Virrey Cisneros se pregunta: ¿Por qué títulos se nos podrá privar de unos beneficios que gozan indistintamente otros vasallos de la Monarquía española que no son más que nosotros?

La Primera Junta, lo designa como su Secretario, y sus profundas convicciones las debe llevar al terreno de los actos de Gobierno. Las decisiones que hay que tomar y la fuerza que la situación amerita, lo involucran en una tormentosa labor, que abarca la promoción armada de los principios revolucionarios y la velocidad en los cambios, que otros miembros de la propia Junta no parecen compartir.

Es bien conocida su actuación en la Gaceta de Buenos Aires, que condujo desde la aparición de su primer número el 7 de junio de 1810, hasta diciembre del mismo año. Allí expresaba que “…si se oponen restricciones al discurso, vegetara el espíritu como la materia, y el error, la mentira, la preocupación, el fanatismo y el embrutecimiento, harán la divisa de los pueblos y causarán para siempre, su abatimiento, su ruina y su miseria”.

Su abrupta renuncia a la Junta de Gobierno y su temprana muerte, no nos privan de apreciar su legado.

Decía Moreno “Si los pueblos no se ilustran, si no se divulgan sus derechos, si cada hombre no conoce lo que puede, vale, debe, nuevas ilusiones sucederán a las antiguas y será tal vez nuestra suerte, cambiar de tiranos sin destruir la tiranía.

Plenamente vigente.

Carlos Moratorio.
Fundación Club de la Libertad

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