Mises: síntesis, evaluación de su pensamiento y su relevancia para el mundo actual

Por Gabriel J. Zanotti.

Julio de 2016.

  1. Introducción general.

La vida de Ludwig von Mises tiene características muy peculiares[1]. Nace en Lemberg en 1881 y su familia se muda a los pocos años a Viena. La familia de Mises pertenecía a un grupo de judíos no practicantes, de ideas ilustradas y reformitas, que tuvo mucha influencia en la Viena de entonces[2]. Esto influye mucho en la vida del joven Mises, que recibe una especie de mandato familiar de salvación del mundo, no del sobrenatural, sino del terrenal, que Mises asume estoicamente. Estudia Derecho y Ciencias Sociales en Viena. No había, por suerte, en aquella época, una carrera separada de economía, sino una formación integral en ciencias sociales que luego admitía cierta especialización. Mises mismo cuenta después que “devino en economista” cuando lee a Menger y a los clásicos[3]. Ya sea por su difícil carácter o ya sea por la ya inicial persecusión antisemita, no logra obtener una cátedra rentada, sino sólo un puesto como  privat dozent, sin salario. Tiene que ganarse la vida como asesor de la Cámara de Comercio Vienés, desde 1808 hasta 1934, lo cual le da una gran experiencia como economista de coyuntura. Sus escritos al respecto, que molestarían a más de uno que tenga de él la visión de un libertario que vivía en el topos uranos platónico, fueron ya publicados todos gracias a los esfuerzos de Richard y Anna Ebeling[4].

A pesar de ese trabajo full time, comienza a publicar una serie de libros de gran magnitud. Era la época de los grandes libros, no de los artículos en journals. En 1912 aparece The Theory of Money and Credit[5], donde sienta las bases de la teoría austríaca del ciclo económico. En 1922, El Socialismo[6], donde se encuentra su famosa y devastadora crítica al socialismo en cuanto a su posibilidad de cálculo económico. Es también una obra de sociología, una sociología que compite con Marx, su autor espejo. En 1919, muy preocupado por su amado Imperio Austrohúngaro –en cuya defensa actúa en la Primera Guerra, tema relativamente silenciado por sus biógrafos y por él mismo- publica Nation, State and Economy[7], donde se observa el origen histórico de sus propuestas de descentralización administrativa, su distinción entre estado y nación, sus propuestas por las libertades individuales y particularmente por las de libre entrada y salida de capitales y de personas. En 1927 aparece su corta pero densa obra Liberalismo[8], esencial para su filosofía política. En 1933,  Epistemological Problems of Economics[9] (hay que aclarar que todas estas obras de su período europeo están escritas y publicadas en Alemán en su primera edición), donde se perfile ya lo esencial de su difícil posición epistemológica, que ya no lo abandonaría nunca.

En medio de todo ello, desde 1920 en adelante, comienza su famoso seminario de los jueves a la tarde, en su oficina de la Cámara de Comercio Vienés, donde se concentra su labor de enseñanza pero también de semillero de ideas de grandes pensadores que pasan por su seminario, entre ellos Haberler, Machlup, R. von Strigl, Shutz y Hayek. La importancia multiplicadora de esta labor la tenemos en el ejemplo de Hayek, quien pasa por ese seminario siendo un joven doctor de ideas casi socialistas y sale convencido de la tesis central de Mises sobre la imposibilidad del cálculo económico.

En 1934 tiene que huir de su amada Austria para no volver casi nunca más. Lo recibe W. Roepke en el Instituto de Relaciones Internacionales de Ginebra, donde Mises tiene sus únicos 6 años de vida académica full time rentada, donde se dedica a escribir la primera versión de lo que luego fue su monumental tratado de economía…. Y de filosofía, epistemología, sociología y filosofía política: Human Action, de la cual hay una primera versión alemana que se pierde en el caos del inicio de la Segunda Guerra[10]. Guerra por la cual Mises tiene que emprender, junto con su esposa y lo poco que pudiera llevar consigo, un difícil viaje por tierra hasta Portugal, donde toma como puede un barco que lo lleva hasta Nueva York. Los nazis llegan buscándolo, con nombre y apellido, dos días después.

En los EE. UU. ninguna institución lo espera ni lo recibe. Sólo lo esperaban y lo ayudan, durante unos muy difíciles primeros años, Leonard Read, Henry Hazzlit, Fritz Machlup y Alfred Schutz (estos dos últimos habían pasado por su seminario de Viena). Logran ayudarlo a instalarse en un humilde departamento del cual no se muda nunca más, y en 1948 la NYU le concede, como si fuera un gran favor, un puesto NO rentado de visiting professor para dar un seminario cada 15 días[11]. Miles de alumnos pasaron indiferentes ante este extraño economista ya mayor que hablaba de cosas muy raras en su Inglés pensado en Alemán. Sólo G. Reismann, H. Senholz, M. Rothbard, L. Spadaro e I. Kirzner logran darse cuenta de quién es Mises, logrando con ello el renacimiento, años después, de la Escuela Austríaca en los EE. UU.

Hay que ponerse en el lugar de alguien que a sus 60 años tiene que abandonar todo su mundo conocido y exiliarse en un EE. UU. entre indiferente y hostil para con este “extraño” pensador, anti-socialista, anti-welfare state, anti-keynesiano y anti-positivista: todos los antis para estar absolutamente solo académicamente. A pesar de ello, emprende nuevamente la reescritura de su tratado de economía, ya en Inglés, sin el cual difícilmente hubiera habido renacimiento de la Escuela Austríaca, y que es publicado en 1949. Ese es el origen de la famosa Human Action[12], que algunos creen que fue escrito en el mejor de los mundos posibles. Bien, en realidad, sí: fue escrito en una de las mejores mentes posibles del s. XX, aún no reconocida ni valorada suficientemente fuera de los círculos de la Escuela Austríaca.

Pero Human Action no es el último libro de Mises. En 1942 publica Notes and Recolections[13], una breve y amarga autobiografía que muestra no sólo sus comprensibles sentimientos humanos de desolación, sino también su inmensa tristeza por lo que estaba pasando en su querida Europa. En 1944, Omnipotent Goverment[14], una historia del nazismo con claras advertencias de lo que pueden llegar a causar la ignorancia casi deliberada de la primacía del individuo. En 1944, también, Burocracia[15], un breve y denso adelanto de lo que luego sería el Public Choice. En 1952 trabaja en la edición inglesa de Theory of Money and Credit, con un apéndice donde propone la vuelta al Patrón Oro para los EEUU[16]. En 1956 publica La mentalidad anticapitalista, una mordaz crítica a los lugares comunes de las críticas al capitalismo que circulan en intelectuales, artistas, escritores, etc., añadiendo sutiles insights de tipo psicológico[17]. En 1957 publica uno de sus libros filosóficamente más importantes, Teoría e Historia[18], donde critica una vez más al marxismo y brega por el indeterminismo histórico, el libre albedrío y la importancia de la cooperación social. En 1962 publica su último libro, El fundamento último de la ciencia económica[19], donde vuelve sobre sus propuestas epistemológicas para la economía. Muere en New York en 1973, un año antes del congreso que diera fecha oficial al renacimiento de la Escuela Austríaca en los EEUU,  gracias a sus discípulos[20].

 

  1. Su filosofía política.

La filosofía política de Mises ha sido poco estudiada, pero nosotros consideramos que es clave para una comprensión global de su pensamiento[21].

“In abstracto” de las circunstancias históricas que la originan, la filosofía política de Mises afirma que el eje central de la evolución de la humanidad, hacia lo que él llama “civilización occidental”, es el paso de la guerra a la cooperación social. La escasez de recursos tiene dos modos de afrontarse: o la competencia biológica de una especie contra la otra, imitada humanamente por la guerra de conquista, o el paso a la cooperación de los seres humanos entre sí por medio del comercio y lo que él implica: propiedad privada y demás libertades individuales. Estos derechos, a la propiedad y a la libertad, no surgen según Mises del derecho natural, sino de lo que es útil a la cooperación social. Dentro de ésta, los seres humanos no tratan de imponerse por la fuerza sus juicios últimos de valor, racionalmente no dirimibles, sino que intercambian entre sí bienes y servicios para de ese modo desarrollar sus propios fines personales y las diversas visiones del mundo “metafísicas”. Hay una similitud con Rawls en tanto a un pacto “político no metafísico” con la esencial diferencia de que NO hay “pacto” sino evolución hacia la cooperación social. Lo que es “racionalmente” analizable es aquello que es útil a la cooperación social, que son precisamente las características de una sociedad libre. Este utilitarismo de principios, no circunstancial, tiene de fondo un imperativo categórico oculto, que son los valores de la civilización occidental, según la cual se puede hablar, precisamente, de evolución hacia ella o de regresión a la autarquía en situación de guerra.

La división del trabajo de la cooperación social aparece entonces no sólo como una cuestión de economía, sino como una sociología básica, la “ley de asociación” que permite explicar la cooperación social como un juego de suma positiva. Esta sociología misiana tiene una valoración especial del comercio como factor civilizador, contrariamente a Marx[22], Hobbes o Polanyi. Esa valoración ética del libre comercio es una característica muy especial del pensamiento misiano, que él logra transmitir a Hayek y a los demás austríacos, pero que aún es un paradigma alternativo al lado del dominante que considera al comercio como algo menor y deleznable, cosa que tanto ha servido para la entronización y la sacralización de la guerra y la violencia en diversos filósofos e intelectuales[23].

“In concreto” esta filosofía política cosmopolita, universalista, fue forjada, por un lado, con la lectura de los clásicos (David Ricardo influye mucho en Mises) y por el otro por su propia experiencia ante la disolución del Imperio Austro-húngaro, que Mises soñó con rescatar como una confederación libre de diversas naciones, unidas bajo un solo Estado como una simple unidad administrativa entre personas que convivieran bajo el libre comercio, y las libertades de religión y de enseñanza, donde ese estado no tuviera nada que decir, hacer o dictar. Esa diferencia entre estado y nación fue clave en todo el pensamiento de Mises. Atraviesa todo el libro Nation, State and Economy, de 1919, y vuelve a estar condensada, de modo más abstracto y conciso, en Liberalismo, de 1927. Los ideales de libre comercio, libertad de movimiento de capitales y de personas, libertades individuales y paz internacional vuelven a ser sistematizados en La Acción Humana, especialmente en los caps. VIII y XXVI. Su sistematización teórica más importante la encontramos en Teoría e historia, de 1957, donde Mises termina de explicar la relación entre su utilitarismo y su escepticismo metafísico sobre los juicios últimos de valor, cosa que él considera clave para una sociedad libre. La relación con Kant, sin embargo, no se puede dejar de sentir, pero esta vez “a pesar de Mises”, quien lo adopta en epistemología vía Max Weber pero lo rechaza en ética en “El Socialismo”. Sin embargo, su insistencia en la civilización occidental como valor moral último hace aparecer en su sistema, como ya dijimos, un imperativo categórico moral “oculto”, que es necesario para entender la opción moral de Mises por la sociedad libre, más allá de sus ventajas económicas.

 

  1. Su economía.

Hablar de Mises o de cualquier otro economista austríaco como si su economía se pudiera separar del resto de su pensamiento, es una tentación poderosa. Da la enorme ventaja de evitar otro tipo de discusiones y favorecer más el diálogo con otros pensadores. El problema, sin embargo, y la riqueza teórica, a su vez, es que la Escuela Austríaca no se puede entender sin el trasfondo de las diversas corrientes filosóficas que le dan vida y sustento.

Al principio, sin embargo, no parecía ser así. Mises comienza a remarcar sus diferencias con los demás economistas neoclásicos recién en la década del 40. Él consideraba que todos los economistas neoclásicos eran una unidad “frente a” los marxistas: por eso en sus escritos es común la expresión “los economistas….”.

En la mente de Mises, sus “enemigos”, al principio, eran los historicistas y los marxistas. Él se forma en economía leyendo a los clásicos, a Menger… Y a Bohm Bawerk: no hay que olvidar que formó parte –junto con su enemigo íntimo, Shumpeter- de su seminario quincenal[24]. Todo lo cual le hace tomar conciencia de una ciencia económica universal y se sitúa por ende ante los pensadores de habla alemana con el mismo problema de Menger: tratado de introducir una ciencia económica universal en medio de un pensamiento historicista[25]. Lo cual, sin embargo, lejos de alejarlo de la historia, lo fortalece: la economía de Mises siempre fue su herramienta de interpretación de una historia que para él era esencial, porque su Europa, su civilización occidental, era esencial.

Ello se ve en su primera gran obra de economía, The Theory of Money and Credit.. Igual que en El Socialismo y Nation, State and Economy, la economía aparece desarrollada junto con el análisis histórico, al punto de que el lector actual tendrá muchas dificultades para comprender las intrincadas circunstancias monetarias de la Europa de 1912. La parte más teórica del ciclo económico aparece recién en el cap. 19. Allí está la base de su teoría del ciclo, más esencialmente monetaria que la de Hayek: la expansión de los medios fiduciarios como primera fase del ciclo, la distorsión entre la tasa de interés bruta del mercado y la originaria, tendiendo la primera a la baja artificial, la consiguiente expansión del crédito, y su demostración de que el proceso no puede seguir ad infinitum, dada la “huída a los valores reales”. Mises comienza a elaborar allí, bajo influencia de Wisksell, la diferencia entre interés originario e interés de mercado, diferenciándose de Bohm Bawerk quien había tratado la tasa de interés como exclusivamente ligada a la productividad del capital[26]. Mises está tan convencido de que sus teorías habían sido aceptada por la mayoría de los economistas que no logra ver en su momento el tsunami keynesiano: Keynes cita el libro de Mises al final de su famoso libro[27] y Mises sólo se burla de él recordando que Keynes mismo había dicho que no comprendía bien el Alemán[28]. Hay sin embargo un debate tácito entre ambos autores, no tan explícito como entre Hayek y Keynes, pero sí más decisivo: Keynes es el negativo de la foto de la teoría del ciclo de Mises.

Su siguiente obra, El Socialismo, es tal vez, después de Human Action, la 2da “obra maestra” de Mises. Allí está su famosa demostración de la imposibilidad de cálculo económico en el socialismo. Donde no hay propiedad privada no hay libre intercambio, donde no hay libre intercambio no hay precios y donde no hay precios la oferta no puede adecuarse a la demanda. Así de sencillo como suena, sigue siendo hoy la ignorada y silenciada refutación teórica del socialismo. Se encuentran también en este libro los primeros esbozos de los que sería luego su teoría de la acción racional, la praxeología, así como una crítica sistemática a Marx, “de un sociólogo a otro”. Las teorías de la concentración monopolística, la lucha de clases y la pauperización creciente son sistemáticamente analizadas, desmenuzadas y refutadas. Hasta hoy, este libro es lectura obligada para cualquiera que quiera ver una refutación sistemática a Marx, cosa que también había hecho Bohm Bawerk en el libro I de Capital e interés[29]. Pero, sobre todo, la función coordinadora de los precios, que tanto va a influir en Hayek, tiene aquí una esencial importancia que luego será decisiva en toda la Escuela Austríaca posterior.

No hay que olvidar que, en medio de todo esto, Mises, desde 1908, actúa como economista de coyuntura. Los papers hoy rescatados[30] sobre estos temas abarcan hasta la década del 40. La cintura de Mises para proponer el mal menor cuando el ideal es imposible, el manejo de sus propios indicadores cuantitativos, y la casi ausencia de aclaraciones filosóficas cuando tiene que poner las manos en el barro, asombrarán a más de uno que leyó sólo unos capítulos de Human Action. Sus variadas propuestas de “reconstrucción monetaria” abarcan la mayor parte de sus escritos, entre perlas diversas que van desde un plan de recuperación económica para Austria y otro para México.

No es asombroso, por ende, que entre medio de tanto trabajo como economista de coyuntura, y de diversas obras de filosofía política (Nation, State and Economy, Liberalismo y Epistemological Problems of Economics) Mises haya restrasado la redacción de su gran tratado de economía hasta 1934-35, cuando las circunstancias lo obligan a exiliarse en Ginebra donde encuentra paz para su proyecto. Es la gran obra maestra de Mises, una especie de Suma Teológica de la economía escrita por un gran sistematizador. Una primera versión, que ve la luz apenas iniciada la Segunda Guerra, es descartada por el propio Mises[31], quien como dijimos la reescribe completa de 1941 hasta 1949.

De alguna manera, en este libro Mises nos ofrece una sistematización de todo su pensamiento. Su filosofía, su filosofía política, su epistemología, todo está allí, en posiciones claves que no cambiará sustancialmente después pero, como veremos, no son tan fáciles de interpretar como algunas simplificaciones las presentan.

Sus teorías de la tasa de interés, la formación del capital y la teoría del ciclo se encuentran aquí expandidas y más aclaradas. Sus críticas al socialismo permanecen pero con un particular giro: su respuesta a los socialistas ingleses de cátedra que insistían en la posibilidad de un “socialismo de mercado” tomando la crítica de Mises para poder superarla. Aquí, Mises y Hayek llegan a la misma conclusión aunque trabajando separadamente: que son los modelos tradicionales de competencia perfecta los que hacían teóricamente posible ese socialismo donde el mercado de los bienes de consumo permitirían deducir matemáticamente, “ipso facto” (la expresión es de Shumpeter[32]) los precios de los factores de producción. Aquí comienza Mises –citando a Hayek- a distanciarse él mismo de los demás economistas neoclásicos: el mercado es un proceso cuyo análisis no debe partir del supuesto de conocimiento perfecto, sino de la acción empresarial como factor equilibrante de una racionalidad que parte del error y la incertidumbre. Aquí la Escuela Austríaca, como bien ha señalado Kirzner[33], nace como la conocemos hoy.

Por lo demás, toda la teoría subjetiva del valor, la utilidad marginal y la productividad marginal aparecen explicados como presupuestos previos antes de pasar al análisis del mercado y de los mercados de los demás factores de producción. Mises divide su análisis económico en tres partes: economía “pura” de mercado, socialismo y mercado intervenido. “Pura” no es igual a competencia perfecta, sino a la suposición de que no hay ninguna intervención estatal. Aunque Mises sabe que ello nunca se da tal cual en la historia, sin embargo es una parte esencial para deducir cuáles serán las consecuencias de la intervención del Estado en la economía, cosa que hace sistemáticamente en la parte VI. Esa parte VI es importantísima, pues ya describe los elementos de intervención que ya se estaban dando en Europa y los EE. UU. Esto tiene dos consecuencias: uno, describe todos los mundos posibles para el análisis económico, con lo cual el ideal de una ciencia económica universal queda cumplido; dos, muestra que lo que casi todo el mundo llama “mercado” o “capitalismo” es en realidad el mercado intervenido, con lo cual cambia la interpretación del mundo: lo que sería la “crisis del capitalismo global” es para Mises la crisis del intervencionismo global.

Por supuesto, asombran siempre los primeros 14 capítulos de este libro, dedicados a cuestiones filosóficas, epistemológicas y sociológicas. Es que en su tratado de economía no podía faltar el análisis de los fundamentos últimos de la economía, con lo cual se muestra la ventaja de la Escuela Austríaca, como una economía cuyo fundamento filosófico forma parte de la misma economía, y a la vez la desventaja que ello tiene por los debates que produce. Aparecen en los primeros capítulos el análisis de la racionalidad como conocimiento intencional en el marco de la incertidumbre y el error; los fundamentos epistemológicos del análisis de la acción humana, de las ciencias sociales y de la economía, el análisis del valor subjetivo, el interés originario y la productividad, su filosofía social y política y el análisis del cálculo económico. Si el lector tiene paciencia, verá que todo tiene una lógica: primero, los fundamentos epistemológicos, segundo el análisis de la acción racional, donde se dan las primeras nociones económicas fundamentales, luego la sociología de la ley de asociación, porque en el marco social es donde la acción humana tiene su realidad, y finalmente cómo aplicar esas nociones de acción humana a la cataláctica o teoría del mercado, o sea, la economía. Todo lo que sigue –el análisis de cada factor de producción y luego el análisis de cada intervención- se sigue deductivamente de todo lo anterior, aunque, como veremos después, Mises introduce permanentemente supuestos auxiliares, no derivados de la sola teoría de la acción, para ir conformando su ciencia económica. El orden y la sistematicidad de este libro lo convirtieron en una herramienta básica para unificar de algún modo a la Escuela Austríaca y para situar a los demás autores austríacos alrededor de este orden fundamental.

 

  1. Su epistemología.

Pocas cosas hay en la historia del pensamiento económico que hayan causado tantos malentendidos y escándalos como la epistemología de Mises. Es conocida la casi burla de Mark Blaug en su libro sobre metodología: “….Sus escritos posteriores sobre los fundamentos de la ciencia económica son tan disparatados e idiosincráticos que nos preguntamos cómo es posible que alguien se los haya podido tomar en serio[34]”.

Primero hay que recordar que Mises se forma en el dualismo metodológico de M. Weber[35], de donde saca también su neokantismo, al hablar de las categorías a priori de la acción, para escándalo de los mengerianos aristotélicos. Conforme a ese neokantismo, el tipo ideal de racionalidad es la clave para la interpretación de los fenómenos complejos de las ciencias sociales[36]. Mises “le deja” las ciencias naturales al inductivismo: está convencido de que las ciencias naturales pueden hacer experimentos controlados de donde surjan relaciones de causa y efecto, pero, ante la imposibilidad de hacer eso mismo en ciencias sociales, una teoría general de la acción humana se impone como a priori interpretativo de lo que de lo contrario sería un “caos de sensaciones sociales”, o sea, una historia SIN praxeología, esto es, la teoría general de la acción. Nada muy diferente a un Hayek donde el orden espontáneo es el a priori interpretativo de los fenómenos complejos[37]. Por eso para Mises las ciencias se dividen en ciencias de la acción humana y ciencias naturales, y las primeras, en praxeología e historia.

Por supuesto, toda esa epistemología alemana y no positivista fue esencialmente ininteligible cuando Mises debe exiliarse de su Europa natal e instalarse en un EEUU ya dominado totalmente por el neopositivismo (que es el mismo choque que Hayek tiene en Chicago en los 50)[38].

El mayor escándalo se produce porque Mises habría dicho que la economía es axiomática-deductiva sobre el mundo real, que los axiomas son evidentes y que el testeo empírico es imposible.

En realidad, Mises no dice que la economía sea totalmente deductiva, sino la praxeología. La praxeología es la que parte de una noción a priori kantiana de acción, como asignación falible, creativa y subjetiva de medios a fines, y deduce de ello las consecuencias deductivas, como utilidad marginal, preferencia temporal, etc. A muchos les habría gustado que Mises hubiera dicho que el punto de partida de la praxeología es una hipótesis, no una certeza, pero era kantiano: la praxeología tenía para él tanta certeza como la Física tenía para Kant y Newton. No sé qué tan formado estaba Blaug en historia de la filosofía y de la física, pero ello no es ningún escándalo para nadie que tenga un mínimo de formación en la filosofía, en su historia, y en la historia de la Física como la ven Koyré, Kuhn y Feyerabend.

La economía, en cambio, no es totalmente deductiva como la praxeología. Mises es tan claro en ello que no tenemos más remedio que deducir que algunos han leído el cap. XIV de Human Action muy apuradamente, así como las aclaraciones al respecto aparecidas antes en Epistemological Problems of Economics[39]. La economía tiene su objeto –la cataláctica- por motivos históricos, tiene un radio de estudio menos amplio que el de la praxeología, y para pasar de esta última a la economía hay que pasar por una serie de condiciones del mundo real, como la presencia de precios monetarios, la desutilidad del trabajo, y otras explicadas a lo largo de Human Action, como las causas psicológicas (“striving”) de los empresarios para la rentabilidad, los factores psicológicos para los límites a la expansión de los medios fiduciarios, o la propensión de los empresarios a tomar créditos en el momento de la expansión crediticia[40]. Y no son cuestiones marginales a sus teorías económicas. Esas condiciones del mundo real NO son “testeos empíricos” o lo que hoy se llama “datos empíricos” pero sí una suerte de hipótesis auxiliares, que NO son fruto de un testeo empírico, pero sí postuladas en el medio de la praxeología y la economía. O sea, son hipótesis auxiliares porque NO se pueden deducir in abstracto de la praxeología, pero sí postular antes o por el medio de la teoría económica. Esta última queda universal, sí, pero sin la certeza deductiva que tiene la praxeología. Los textos donde Mises insisten con el carácter “a priori” de la economía no se deben a que él mismo ignorara las diferencias por él mismo señaladas, sino por su combate permanente contra el neopositivismo y el historicismo, como se nota en sus últimos libros[41].

El que aclaró mucho todas estas cosas, presentando una interpretación de Mises en nuestra opinión mucho más fiel, fue F. Machlup, en su famoso artículo sobre la verificación en la economía[42]. Nicolás Cachanosky yo yo hemos intentado demostrar[43] que si esta interpretación de Machlup hubiera sido la habitual, todo otro mundo paralelo se hubiera desarrollado en la Escuela Austriaca de Economía. La interpretación canónica de Mises, como apriorista extremo, que ha primado entre sus adherentes y críticos, se la debemos a Rothbard, en su artículo donde defiende al extremo apriorismo, contestando precisamente al artículo de Machlup[44]. Este origen de la interpretación habitual de Mises se desconoce habitualmente. Allí Rothbard dice que la economía tiene cuatro características[45] que no coinciden precisamente con el capítulo XIV de La Acción Humana de Mises. El lector tiene todo el derecho a decir que prefiere a Rothbard, pero debe ser consciente de que eso no es Mises.

 

  1. Análisis retrospectivo.

¿Qué importancia tienen todas estas ideas de Mises en el mundo de hoy? ¿Y qué relación tiene su obra con la filosofía política, la economía y la epistemología actual?

Son dos preguntas diferentes. Comencemos por lo primero.

  • Su importancia para el mundo actual.

A pesar de que desde el fin de la Segunda Guerra hasta los 60 fue un período de gran bonanza y reconstrucción para EEUU y Europa, en ambos casos, sin embargo, más en Europa que en EEUU,  se ha dado una tendencia al proteccionismo y al cierre de fronteras. Y si hay alguien que explicó las ventajas del libre movimiento de capitales y de personas, ligándolas además al imperativo ético de la Civilización Occidental, fue Mises. Si alguien luchó contra la idea del estado-nación, distinguiendo siempre y con toda precisión entre nación y estado, fue Mises. Por lo tanto, frente al renacimiento de las xenofobias y nacionalismos actuales, la lectura y estudio de Mises se hace indispensable. Por lo demás  nunca, como economista práctico, jugó al todo o nada: sabía que había matices, grados y circunstancias, pero siempre tuvo claro el ideal regulativo que guiaba sus propuestas. Por lo tanto, ante los actuales problemas de seguridad, hay por supuesto grados en la aplicación de este ideal. Pero una cosa es eso y otra cosa son las ideologías nacionalistas que en sí mismas, independientemente de toda circunstancia, llaman al cierre de fronteras y a la dialéctica amigo-enemigo aplicada a lo nacional y lo extranjero.

Lo mismo con respecto a los estados providencia, que ahora muestran su fracaso ante la inversión de la pirámide poblacional. A esos estados nacionales de redistribución de salud, seguridad social y educación, no sólo se aplican las críticas misianas de la imposibilidad de cálculo económico, sino también las críticas morales por el peligro que implican para las libertades individuales. Mises nunca ignoró el fervor de las masas por esos sistemas proteccionistas[46], pero siempre advirtió sus funestas consecuencias que ahora se están haciendo visibles. La eliminación de esos sistemas federales de seguridad social es condición indispensable, además, para la libre inmigración y emigración de capitales y de personas.

Con respecto a la casi universalización de la violencia en el tema sindical, Mises nunca bajó los brazos en su permanente denuncia de algo delictivo que se ha vuelto costumbre[47]. Hoy todos se han acostumbrado al salvajismo y la violencia de la acción sindical, porque en realidad casi todos están convencidos de que hay un capitalismo salvaje explotador al cual “los trabajadores” tienen derecho a responder con no menor salvajismo. Esa mentalidad marxista de lucha de clases, entronizada en los sistemas sindicales occidentales, en mayor o menor medida, tuvo en Mises no simplemente uno de sus críticos, sino su principal acusador. Y digo acusador porque se trata de denunciar graves delitos contra casi todas las libertades individuales que nadie se atrevería a cometer excepto, claro, sea un dirigente sindical.

Con respecto al tema monetario, el mismo diagnóstico y tal vez en este caso con mayor intensidad. Si hay alguien que se opuso a la expansión crediticia, a las políticas inflacionistas, si hay alguien que bregó por la disciplina monetaria y la separación entre moneda y estado, fue Mises, maestro en esto de todos incluso de Hayek. Si las autoridades de los EEUU le hubieran hecho caso en su propuesta de reconstrucción monetaria de 1952[48], hoy la historia del mundo sería otra. Pero se tomó el camino contrario, por la influencia de un keynesianismo tal que, si Keynes mismo lo hubiera desautorizado, es un debate de otra naturaleza. La Reserva Federal, el Euro, el FMI –criticado este último fuertemente por Mises en 1949[49]– tomaron la delantera y convirtieron el mundo en una lluvia de dinero fiduciario. Las consecuencias devastadoras ya se sintieron en el 2008, y ya se están viendo en la crisis del Euro y en un EEUU que no sabe cómo resolver su trillonaria deuda pública con un dólar que se debilita cada vez más.

Fíjense que hemos hablado de EEUU y Europa, precisamente lo que casi todos llaman “capitalismo” acusándolo de ser la causa de todas las calamidades que son causadas, sin embargo, por lo contrario, esto es, todo el intervencionismo criticado por Mises en la sexta parte de su tratado de economía en 1949[50]. El problema filosófico, político y moral, para Mises, no es que los comunistas fueran siempre comunistas, que los dictadores fuesen dictadores, esto es, que el mal se viera como mal. El problema es el abandono de los principios liberales por parte del origen mismo de la Civilización Occidental. El colapso de EEUU y Europa será una derrota para la humanidad misma.

  • Su importancia académica.

Nunca se ha dado a la filosofía política de Mises mucha importancia. Pero es un error. Su pensamiento al respecto es clave para interpretar toda su obra, pero, además, su pacto político no-metafísico es muy similar al de Rawls[51] (aunque la filosofía política de Mises es claramente contraria a toda teoría del contrato social[52]). Las influencias indirectas de Kant, sobre todo el tema de la paz perpetua y la labor civilizadora de Europa, son muy importantes. Pero, como ya dijimos, casi nada de esto ha sido muy estudiado hasta ahora. Más comentada fue su adelanto de la teoría del Public Choice, sobre todo por sus análisis de la burocracia y el rol de los grupos de interés[53].

En economía, los austríacos se han dividido en dos grupos. Uno habla de una escuela austríaca ortodoxa y otra heterodoxa. La primera comenzaría con los escolásticos, seguiría con Menger, Bohm Bawerk y terminaría en Mises[54]. Los heterodoxos, como Wieser, Hayek, Lachmann, Machlup, Kirzner, se habrían desviado de lo que fue la estricta deducción de las leyes económicas y ven una crasa diferencia con el orden espontáneo de Hayek, de quien vendría también la deletérea influencia de los economistas clásicos y los escoceses.

La segunda sigue precisamente la línea de interpretación señalada por Kirzner[55], donde hay una mayor homogeneidad entre Mises y Hayek en cuanto a la formación de la teoría del proceso de mercado versus las otras escuelas neoclásicas. Kirzner y Lachmann tuvieron además una importante influencia en los 80 en los seminarios que impartían en la NYU, de donde surgieron autores como Ebeling, Rizzo, Lavoie, Boettke, Garrison, Horwitz, Prychitko, Madison, Klamer, Koppl, Langlois, Lewin, White, Selgin, etc.

Más allá de mi preferencia por la segunda línea, lo que ahora quisiera señalar en este momento es que Mises no es idéntico a la primera interpretación. Primero por su profunda lectura de los economistas clásicos. Segundo porque Mises mismo habla del orden espontáneo en la página 1 de su Human Action[56], de los fenómenos complejos ya en su cap. II, y cuando elabora sus teorías de la empresarialidad y del mercado como proceso lo hace citado a los escritos anteriores de Hayek al respecto[57]. Tercero, no es verdad que Hayek afirmaba la imposibilidad del cálculo económico “en la práctica” pero no en teoría, mientras Mises sí. Ha sido aclarado suficientemente por Caldwell[58] que cuando Hayek decía se refería “a la teoría” en 1931 y en 1936, se refería a la teoría del equilibrio general, y no a lo que después fue la teoría del proceso de mercado. Por todo lo cual la “des-homogenización” entre Mises y Hayek no es tan sencilla[59], dejando de lado la obviedad de que fueron dos autores diferentes.

En cuanto a la parte monetaria, tampoco tiene sentido colocar a Mises en el grupo de fans por el 100% de reserva, luego de su defensa del free banking nada menos que en Human Action, y no en una simple nota a pie de página: es todo un punto de 14 páginas.[60]. Su defensa del 100% en el momento del regreso al Patrón Oro[61] no necesariamente tiene que ser interpretada como su ideal teórico sino como una de las tantas propuestas de coyuntura que él estaba tan acostumbrada a hacer.

En el tema epistemológico, el problema principal de Mises es haberle dejado al inductivismo las ciencias naturales: su primera, última y tardía referencia a Popper ya no tuvo importancia[62]. Todo el giro de la filosofía de las ciencias que va de Popper llegando a Feyerabend[63] dejó bien en claro que el testeo empírico como el inductivismo lo quería era imposible en primer lugar en las ciencias naturales[64], y por lo tanto también en economía y ciencias sociales, como Mises decía en medio de las burlas positivistas. Y que las ciencias naturales eran las primeras en ser a priori, en tener conjeturas, o paradigmas, o programas de investigación a priori de experimentos que ya no eran cruciales en casi ningún sentido. Por ende el ideal de una ciencia a priori, deductiva, y con un testeo empírico NO como el inductivismo lo pretendía, no era una ridiculez que Mises propuso para la economía, sino, retrospectivamente, el modo de proceder de las mismas ciencias naturales, como bien resumió Machlup en su ya citado artículo sobre la verificación. Por lo demás, Machlup aclaró allí que la esencial diferencia entre ciencias sociales y naturales era en cuanto al fundamento filosófico de sus fundamental assumptions[65], y eso es precisamente lo que ocurre con la filosofía de la acción humana en Mises. Que no guste la certeza que él le da al axioma de la acción, ok, tema opinable, pero ridículo, de ningún modo, si recordamos que toda la Física que va de Copérnico a Newton consideraba que la Física tenía certeza total (cosa que la mayor parte de los físicos siguen pensando, ignorando la mayor parte de ellos lo esencial del pensamiento popperiano). Claro que la gran crítica de Popper es que la Física no tiene certeza, pero, otra vez, una lectura atenta de Popper mostraría que él procedía de modo muy diferente cuando se trataba de programas metafísicos de investigación que afectaban a la acción humana, como el libre albedrío[66]. Ese tema que no cierra la cuestión pero lo deja abierto a ulteriores desarrollos con menos lugares comunes en la interpretación de Mises y su relación con Popper[67].

Por lo demás, sobre la interpretación de Mises como apriorista absoluto, que también tiene que ver con esa supuesta separación total entre Mises y Hayek, ya nos hemos expedido. Los austríacos actuales están como estancados en ese tema porque a partir de ese error de interpretación, tanto adherentes como críticos de Mises se han enfrascado en un debate no sólo interminable sino mal planteado. Tienen que retornar al artículo de Machlup y retornar a partir de allí, re-planteando el diálogo de la epistemología de Mises con Popper y Lakatos[68].

 

  1. Conclusión.

Mises tenía clara conciencia de que las civilizaciones podían perderse, con todo el drama que ello implica si, liberados de todo tipo de relativismo moral, reparamos en los valores universales de la civilización occidental. Continuar con el espíritu de la obra de Mises es tarea indispensable en este momento donde directamente no tenemos muchos motivos para ser optimistas. Su severa advertencia al terminar su opus magnus es más actual que nunca: “… The elucidation and the categorial and formal examination of this third class of the laws of the universe is the subject matter of praxeology and its hitherto best-developed branch, economics. The body of economic knowledge is an essential element in the structure of human civilization; it is the foundation upon which modern industrialism and all the moral, intellectual, technological, and therapeutical achievements of the last centuries have been built. It rests with men whether they will make the proper use of the rich treasure with which this knowledge provides them or whether they will leave it unused. But if they fail to take the best advantage of it and disregard its teachings and warnings, they will not annul economics; they will stamp out society and the human race…”.[69]

 

Por Gabriel J. Zanotti.
Fundación Club de la Libertad

 

[1] Sobre la vida de Mises, ver: Hulsmann, G.J.: Mises, The Last Knight of Liberalism, Mises Institute, Alabama, 2007; Kirzner, I.: Ludwig von Mises, ISI Books, 2001; Von Mises, y las introducciones de Richard Ebeling a los Selected Writings of Ludwig von Mises, Liberty Fund, 2000, 2002 y 2012, vol. 1, 2 y 3.

[2] Ver Hulsmann, op.cit., Part 1, puntos 1 y 2.

[3] Ver Mises, L.von, Autobiografía de un liberal, Unión Editorial, Madrid, 2001.

[4] Ebeling, R., op.cit.

[5] Liberty Fund, 1981.

[6] Instituto de Publicaciones Navales, Buenos Aires, 1968.

[7] Ludwig von Mises Institute, 1983.

[8] Unión Editorial, Madrid, 1973.

[9] New York University Press, 1981

[10] Sobre esta versión, ver Hulsmann, op.cit, cap. 17.

[11] Ver al respecto Cachanosky, J.C.: “La escuela austríaca”, en Libertas (1), 1984.

[12] Henry Regnery Company, 1966.

[13] Op.cit., como Autobiografía de un liberal.

[14] Libertarian Press, 1985.

[15] Unión Editorial, Madrid, 1944.

[16] Op.cit. part IV.

[17] Fund. Bolsa de Comercio de Buenos Aires, 1979. Sobre la relación de Mises con la obra de Freud, ver nuestro art. “Racionalidad en economia y psicoanálisis, según von Mises”, http://www.econ.uba.ar/www/institutos/epistemologia/marco_archivos/XVI%20Jornadas%20de%20Epistemologia/Secci%F3n%20especial%20sobre%20el%20pensamiento%20econ%F3mico%20de%20la%20escuela%20Au/Zanotti-%20RACIONALIDAD%20EN%20ECONOM%CDA%20Y%20PSICOAN%C1LISIS,%20SEG%DAN%20L.%20.pdf

[18] Unión Editorial, 2003.

[19] Los fundamentaos últimos de la ciencia económica, Unión Editorial, 2012.

[20] Nos referimos al simposio publicado luego como The Foundations of Modern Austrian Economics, Institute for Humane Studies, 1976. Allí escribieron Kirzner, Lachmann, Rothbard, O´Driscoll, Shenoy y Dolan.

[21] Nosotros nos hemos referido a ella en “La filosofía política de Ludwig von Mises”, en Procesos de Mercado, Vol. VII, Nro. 2, Otoño 2010.

 

[22] La interpretación que Mises tiene de Marx está clara especialmente en Socialismo y Teoría e Historia. Es indudable que Mises interpreta fielmente a Marx: el eterno debate es si Marx como sociólogo tiene un núcleo central diferente. Un ensayo clásico al respecto es Walicki, A.: Karl Marx como filósofo de la libertad, CEP, (36), 1989. Agradecemos a Pablo Martín Pozzoni esta referencia.

 

[23] Este es un aspecto clave en Mises: la paz para él no es un simple desideratum sino un elemento esencial en la evolución de la cooperación social. Las obras donde más se ve este aspecto son Liberalismo y todo el desarrollo de la división del trabajo en Human Action.

[24] Ver al respecto Hulsmann, op.cit., Part I, 3.

[25] Ver al respecto Caldwell, B.: Hayek’s Challenge: An Intellectual Biography of F.A. Hayek, University of Chicago Press, 2004.

[26] Ver al respecto Kirzner, I.: Essays on Capital and Interest, Elgar Publishing, 1996. Essay 3.

[27] Keynes, J.M.: Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, FCE, 1974, Apéndice III. Keynes dice allí de Mises “…no está claro cómo llega a esta conclusión” (p. 173).

[28] He aquí la irónica respuesta de Mises: “…Diecisés años después (Mises se refiere a la crítica de Keynes a “The Theory of….”) Keynes admitirá que su conocimiento del Alemán era bastante escaso. “En Alemán –dirá- consigo comprender exactamente sólo lo que ya conozco, de suerte que las ideas nuevas me están vedadas por la dificultad del lenguaje”. No fue culpa mía si Keynes no encontró mi libro ni original ni constructivo y si no consiguió comprender claramente los problemas”. En “Autobiografía de…”, op.cit., p. 96.

[29] Bohm-Bawerk, E. von: Capital and Interest, Libertarian Press, 1959. Vol. I, VIII.

[30] Selected Writings of Ludwig von Mises, op.cit.

[31] Ver al respecto Hulsmann, op.cit, Part V, cap. 17.

[32] Human Action, op.cit., p. 357.

[33] Kirzner, I.: The Meaning of the Market Process, Routledge, 1992, Part II.

[34] Blaug, M.: La metodología de la economía, Alianza Ed., Madrid, 1980. Final de la parte II.

[35] Weber, M.: The Methodology of the Social Sciences, The Free Press of Glencoe, Illinois, 1949.

[36] Human Action, op.cit, cap. II.

[37] Hayek, F. A. von: “The Theory of Complex Phenomena”, en Studies in Philosophy, Politics and Economics, Routledge, 1967.

[38] Ver al respecto Ebenstein, A.: Hayek´s Journey, Palgrave, 2003; y del mismo autor, Friedrich Hayek, A Biography, Palgrave, 2001.

[39] “…because we study science for the sake of real life […] we generally do not mind foregoing the gratification that could be offered by a perfect, comprehensive system of human action […]. Instead, we are satisfied with the less universal system that refers to the conditions given in the world of experience.” Epistemological Problems of Economics, op.cit., pp.15-16.

 

[40] Ver al respecto Zanotti, G.: “Caminos abiertos I”, en Libertas (25) pp. 187-188.

[41] Teoría e Historia y Los fundamentos últimos de la ciencia económica, op.cit.

[42] Machlup, F. (1955). The Problem of Verification in Economics. Southern Economic Journal, 22(1), 1–21

[43] Gabriel J. Zanotti and Nicolás Cachanosky (2015). “IMPLICATIONS OF MACHLUP’S INTERPRETATION OF MISES’S EPISTEMOLOGY”. Journal of the History of Economic Thought, 37, pp 111-138

[44] Rothbard, M. N. (1957). “In Defense of “Extreme Apriorism.” Southern Economic Journal, 23(1), 314–320.

[45] “……..(a) that the fundamental axioms and premises of economics are absolutely true; (b) that the theorems and conclusions deduced by the laws of logic from these postulates are therefore absolutely true; (c) that there is consequently no need for empirical “testing,” either of the premises or the conclusions; and (d) that the deduced theorems could not be tested even if it were desirable” (op.cit., p. 1). El problema central reside en la b. Si Mises mismo afirma que para pasar de la praxeología a la economía son necesarias las condiciones del mundo real, que NO tienen el status epistemológico del axioma central praxeológico, ¿por qué el término “absolutamente”? Y si Rothbard mismo termina reconociendo que ciertas hipótesis auxiliares son necesarias, ¿por qué la defensa del “aprioirismo “absoluto”? Posiblemente porque consideró que la posición de Machlup era un mero modelo hipotético-deductivo, sin reparar la importancia que Machup da a la fundamentación filosófica de las fundamental assumptions. Con respecto a la c y d, sí, es verdad, si por testeo empírico se entiende lo que entiende el inductivismo, pero Machlup termina hablando de una “ilustración” de todo el sistema metodológico de la economía que, si hubiera sido tratad así por los austríacos posteriores, hubiera evitado muchas confusiones…. Remito a nuestro artículo citado, junto con Nicolás Cachanosky.

[46] Ver al respecto el cap. XXXVII punto 3 de Human Action.

[47] Op. Cit., cap. XXXIII, y El Socialismo, parte Quinta.

[48] Theory of Money and Credit, op.cit., Part IV.

[49] Human Action, op.cit., cap. XXVII, punto 19.

[50] Op.cit., “The Hampared Market Economy”: es una perfecta descipción de los EEUU y Europa de su tiempo con todos los agravamientos que tuvo en las décadas posteriores. A ESO, miles de encumbrados académicos, comunicadores y líderes religiosos lo siguen llamando “capitalismo”…

[51] Nos referimos a su Political Liberalism, Columbia University Press, 1996. Dado que nos hemos referido a un pacto “político no-metafísico”, sea tal vez el momento de aclarar que no hemos considerado relevante en este ensayo tocar otra vez la relación entre Mises y el Cristianismo. Al lector intereado en ese aspecto lo remitimos a nuestro art. “La filosofía cristiana y el pensamiento de Ludwig von Mises”, en Libertas, Eseade, Nro. 5, 1986.

[52] Human Action, op.cit., cap. VII.

[53] Burocracia, op.cit., y Liberalismo, op.cit., cap. IV.

[54] Al respecto ver Hulsmann, G., op. Cit., y Hoppe, Hans-Hermann: “Murray N. Rothbard: Economics, Science, and Liberty”, en 15 Great Austrian Economists, Mises Institute, 1999.

[55] The Meaning of Market Process, op.cit.

[56] “………….The discovery of a regularity in the sequence and interdependence of market phenomena went beyond the limits of the traditional system of learning. It conveyed knowledge which could be regarded neither as logic, mathematics, psychology, physics, nor biology”. Las bastardillas son nuestras.

[57] Op.cit., cap. XV, cita 17.

[58] Hayek’s Challenge: An Intellectual Biography of F.A. Hayek, op.cit.

[59] Ver al respecto el clásico art. de Salerno, J.: “Mises and Hayek Dehomogenized”, en A Man of Principle: Essays in Honor of Hans Z. Sennholz. John W. Robbins and Mark Spangler, eds. Grove City, Pennsylvania: Grove City College Press, 1992.

[60] Cap. XXVII, punto 12.

[61] Monetary Reconstruction, op.cit.

[62] En El fundamento último…, op.cit., cap. 4, nota 3.

[63] Popper y los autores del giro histórico de la filosofia de la ciencia (Kuhn, Lakatos, Feyerabend) son muy poco citados en ensayos epistemológicos de los austríacos en general, excepo tal vez en Boettke y sus colegas y discípulos. Es notable la importancia que le da al tema D. McClosky en su art. “The Rhetoric of Economics”, Journal of Economic Literature (June 1983): 481-517. Dos años después McClosky publicaría su famoso libro homónimo, The Rhetoric of Economics, The University of Wisconsin Press, 1985.

[64] De los austríacos, uno de los pocos que lo advierte es Boettke, P.: “Von Mises, Ludwig”, en The Handbook of Economic Methdology, Elgar, 1998.

[65] Machlup, F.: “The problem of…”, op.cit, Parte III, notas al pie 40, 41 y 42.

[66] Ver Popper, K.: El universo abierto, un argumento en favor del indeterminismo, Tecnos, 1986.

[67] Ultimamente ha habido grandes progresos al respecto, como por ejemplo Champion, R. (2011). “Defence of Fallible Apriorism”. Nuova Civilta delle Machine, 1-2, 69– 88, y Di Iorio, F. (2008). “Apriorism and Fallabilism: Mises and Popper on the Explanation of Action and Social Phenomena”. Nuova Civilta delle Machine, xxvi(4), 5–32.

[68] Hubo un famoso intento de Mario Rizzo en los 80, (“Mises and Lakatos: A Reformularion of Austrian Methodology”, en Method, Process, and Austrian Economics; Essays in Honor Of Ludwig von Mises, Lexington Books, 1982) pero no fue muy seguido entre los austríacos. Nosotros hemos intentado una formulación lakatosiana de la metodología austríaca en nuestro libro El método de la economía política, escrito como artículo inédito en 1993 y publicado luego en Ediciones Cooperativas, Buenos Aires, 2004.

[69] Human Action, op.cit., p. 885.

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