Por: Sergio Margalot (*)
Ayer estuve presenciando un evento sobre “Lawfare o Impunidad” de la Fundación Club de la Libertad.
Muy atento, me enriquecí con el debate, donde los distintos participantes expusieron sus miradas sobre este tema y la situación pasada, presente y futuro de la Argentina. Y se dijeron muchas cosas, a mi parecer, acertadas.
El debate, a parte de los planteos que propuso, me despertó muchos interrogantes:
¿Quiénes son las víctimas?, ¿quiénes son los victimarios?, ¿Quiénes tienen la culpa?, ¿Es el sistema?, ¿La Justicia?, ¿Otras Instituciones?, ¿Es el gobierno de turno?, ¿Es la oposición?, ¿Es la sociedad?, ¿Cómo nos volvimos tan corruptos?
A simple vista se puede acordar que es un tema complejo. Tratemos de analizarlo de manera simple.
¿Qué son las instituciones, la democracia, la república, las leyes, las normas, sino un conjunto de herramientas y medios que los individuos creamos para vivir en sociedad?
Entonces, si hablamos de “herramientas”, si estas presentan un beneficio o un perjuicio para el hombre, viene dado por el correcto uso que se den a las mismas. Sabemos que con un martillo podemos construir o pegarnos en el dedo.
¿Por qué estamos como estamos? ¿Por qué somos “más peligrosos que mono con navaja”?
Evidentemente, a la respuesta habrá que buscarla en el espejo.
No sé cuándo fue el momento en que nuestro ADN argentino se contaminó, se oscureció, perdimos el don de gente. Porque evidentemente la honestidad y la honradez dejaron de ser las materias primas que guían nuestro actuar.
En este momento que voy escribiendo me estoy sintiendo con remordimiento por el título del artículo. Los monos son animales dignísimos y respetables. No se merecen esta comparación con las imprudencias del humano.
Yo, como liberal, estimo que una manera de mejorar nuestra lamentable situación es quitándole la navaja al mono.
Algún confundido puede pensar que lo único que desea un liberal es disminuir o desaparecer al Estado. Pero no es tan así. Yo, como liberal, brego por el respeto inmaculado a la propiedad privada y a la libertad, desde el fortalecimiento de la seguridad jurídica y su independencia, es decir, con reglas claras, transparentes y estables, con las correspondientes sanciones por el incumplimiento, por igual para todos. Y, es en consecuencia, que el Estado requiere, irremediablemente, una profunda reforma que incluya el achicamiento, límites y funciones bien definidas.
Pero, honestamente, aún con ello, me temo que no sea el único camino que debamos transitar.
Acaso, ¿si dejáramos de ser tan monos y volviéramos a los principios humanos, esos olvidados, como la ética, el respeto al derecho ajeno, la honradez y la honestidad, podríamos no preocuparnos por la navaja que tanta utilidad puede dar como herramienta?
Tal vez, necesitemos una convergencia de ambas transformaciones.
Observo… ¿Cómo lo hacen los nórdicos? Parecen tener el chip de la honradez a fuego; no son monos. ¿Cómo lo hacen Singapur, Indonesia o Filipinas? no está permitido ser mono, se tienen reglas claras y escasas restricciones al comercio. ¿Cómo lo hacen Sudán, Venezuela o Afganistán? bueno…
En fin. Dejo a ustedes la reflexión y la búsqueda del camino que debamos transitar para volver a la concordia, la paz y la prosperidad.
(*)Sergio Margalot
Correntino. Lic. en Sistemas de Información.
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