NEOLIBERALISMO. HOSTILIDAD SEMANTICA
A diario, se pueden acceder a artículos periodísticos, pronunciamientos intelectuales, ponencias, discursos políticos, en los cuales es común el término “neoliberalismo”, claro, en cuestiones políticas.
El francés Guy Sorman, (1983), en su libro “La Revolución Conservadora Americana”, daba argumentos para los inicios de una fuerte apología filosófica bien aprovechada por los colectivistas.
El referido autor, se refirió a la administración Reagan, argumentando -a mi juicio con sofisma,- que el liberalismo estaba desapareciendo y para sobrevivir creó un clima utopista y fundamentalista –ya no pretendía limitar el poder sino apropiárselo-.
Sin embargo, tiempos después, el “neoliberalismo” se ha convertido en la “muletilla argumental” para atacar peyorativa y despectivamente a cualquier manifestación, concepto o filosofía liberal. En particular, cuando se hace referencia a la libertad económica.
Vale decir, la palabra en análisis, lo usan (ex profeso) los detractores del liberalismo, llámese “comunistas” o “socialistas del siglo XXI”, pues como el propio Marx, quien ha visto la prosperidad de EEUU, y solo dedicó su intelectualidad a crear teorías fallidas y a denominar despectivamente “capitalismo” a ese desarrollo nunca antes visto en la historia de la humanidad.
Desde siempre los colectivistas carecen de argumentos para rebatir las bondades, progreso y bienestar que el liberalismo genera.
Pero fueron astutos en imponer a escala planetaria el término de marras, en el habla cotidiana, en los discursos y retóricas de los ilustrados.
Se ponen nerviosos cuando países como Chile, Perú, Colombia, Uruguay, en sostenido desarrollo Paraguay, -aplicando libertades en lo individual y en lo económico-, generan posibilidades de progreso y se convierten en atractivos para habitantes de países como Argentina o Venezuela.
Esta falacia retórica se utiliza para caracterizar negativamente recetas políticas que inexorablemente conllevan a posibilidades de progreso con equilibrio de presupuesto, con disminución del tamaño del estado, lográndose con esto bajar el gasto público, a la vez, se reduce la emisión monetaria, – que es causa de distorsión del funcionamiento del mercado y de inflación-, desregulación del comercio, privatizaciones de empresas del estado, -que solo genera cuantiosas pérdidas diarias, además de prestarse a la corrupción-.
La lucha contra el dirigismo, el intervencionismo estatal (estado planificador) es lo que molesta a los colectivistas y usan el concepto de “neoliberal” para defenestrar a todos aquellos que piensan de manera contraria.
Quieren reducir la influencia de las ideas de Locke, Hume, Madison, Jefferson, Alberdi, cuyos pensamientos solo trajeron prosperidad y libertad al mundo anglosajón, también al pueblo argentino entre 1853/1930.
La pregunta: y por qué temer a perder en una economía libre?. Si le va mal en la competencia, sigue gozando de libertad. En un estatismo, si bien se aseguran la renta periódica, siguen siendo súbditos del Leviatan.
El “neoliberalismo” pertenece a la creación de la “antipolítica” marxista de “los dos mundos enfrentados” (clase trabajadora/ clase burguesa), pues dicen: los pensadores y gobiernos liberales son los responsables de todos los males: “pobreza” “pérdida de derechos” “desposesión” efectos negativos que genera una irracionalidad económica, caso “holdouts”, y que los colectivistas y su “distribución de la riqueza” son los buenos y tienen la “poción mágica” de la felicidad de los pueblos.
Sin embargo, son los colectivistas los responsables de los mayores colapsos económicos y sociales, quienes hábilmente tratan de trasladar al liberalismo sus propias frustraciones y fracasos éticos.
Existen antecedentes del uso de esta palabra, pero en sentido técnico y de investigación, como el caso de Walter Lippman, Von Mises (véase “el mito del liberalismo” de Enrique Ghersi, publicado en www.elcato.org).
Hoy la palabra “neoliberalismo” carente de etimología, se halla cimentado como un prejuicio o desvalor, nivel planetario; los trasmisores de información y creadores de opinión – periodistas, profesores, políticos, que median entre el público y las fuentes de conocimiento, imponen sus propios intereses y ventajas –tal como infra hiciera referencia-, y ante una sociedad dedicada a sus ocupaciones, apática de hurgar conceptos, presentándoseles a este concepto como una verdad revelada.
Por qué es una falacia, un sofisma que determina un pensamiento sesgado o prejuicio cognitivo en la sociedad?.
Respondo este cuestionamiento con una reflexión del premio Nobel de Literatura 2010 Mario Vargas Llosa en su artículo “La libertad entre dos milenios” (ver en www.elcato.org) define: “… Un “neo” es alguien que es algo sin serlo, es alguien que está a la vez dentro y fuera de algo, un hibrido escurridizo, … decir neo-liberal equivale a decir “semi” y… O se está a favor o seudo favor de la libertad, como no se puede estar “semi” embarazada, “semi” muerto,… La fórmula no ha sido inventada para expresar una realidad conceptual, sino para devaluar semánticamente, con el arma corrosiva de la irrisión, la doctrina que simboliza, mejor que ninguna otra, los extraordinarios avances que al aproximarse este fin de milenio, ha hecho la libertad en el largo transcurso de la civilización humana…”
Tal vez la Real Academia Española tenga la definición que es buena para la humanidad, pero que no pertenece al neoliberalismo, así la R.A.E. define al neoliberalismo como “Teoría política que tiende a reducir al mínimo la intervención del Estado”. Todos compartimos que el estado debe reducirse, dejar que cada individuo se desarrolle y genere riqueza.
Ahora, efectuado este intento de disección del concepto en análisis, se demuestra la falsedad y endebles del término “neoliberalismo”. Liberal y neo – liberal son cosas distintas, el primero es una doctrina, un concepto y manera de vivir, el segundo una invectiva semántica, que no define nada, que se usa para descalificar.
Hoy sobran ejemplos de lo que es anti liberal, p.e. casos de empresas que obtienen privilegios estatales asegurándose su rentabilidad, esto se llama mercantilismo.
No puede haber un eclecticismo o mezcla; no puede haber un neo liberal, tampoco un liberal moderno, el liberal es aquel que pretende lograr sus propios proyectos de vida (la búsqueda de su propia felicidad sentenciaba D. Hume), sin ingerencia estatal, pretende seguridad en su propiedad privada y el reconocimiento de su individualidad, estos conceptos universales no sufren alteraciones, de alterarse, deja de ser un concepto liberal.
La esencia del liberalismo jamás ha cambiado, y esto no es conservadurismo, pues, la libertad permite que el individuo se manifieste de maneras inimaginables y creativas, cito el caso de Steve Jobs (de joven emprendedor a gran empresario, que no solo ha forjado su fortuna, sino proveyó a la humanidad sus fantásticos inventos. Esto solo lo permite un país liberal.
Hoy, en muchos países predominan administraciones colectivistas, y son diarias las noticias de padecimientos de pobreza, desocupación, especulación financiera, gasto público que supera el 50% del P.B.I., en suma, con el colectivismo hemos regresado al medioevo, del cual el liberalismo y sus ideas extraordinarias, innegablemente nos han liberado.