Una meditación sobre la irreflexión

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Por: Martín Nicolás Batista (*)

Vivimos en un mundo que puede llegar a ser impredecible, donde diariamente pueden llegar a ocurrir acontecimientos fortuitos, y que quizás nunca nos llegamos a imaginar, es debido a eso que vivimos en un estado constante de reacción y estado de alerta;  esto proviene desde lo más remoto del ser humano, donde para sobrevivir necesitaba ser lo más reactivo posible y estar en constante alerta de su entorno, ya que su vida dependía de ello.

Hoy en día si bien no luchamos día a día por nuestra supervivencia como lo hacíamos en el pasado, tenemos nuevas conductas sociales que nos llevan a querer sobresalir o destacar en un grupo social, tal cual como ocurría en las primeras sociedades, ya que pertenecer a ella nos daba seguridad y probabilidades de supervivencia. Estos nuevos modos de adaptación y aceptación ya no se deben a las destrezas o cualidades físicas, o intelectuales, sino a seguir una serie de códigos a los cuales adaptarse para ser aceptado -esto sobre todo en la edad de la juventud, donde uno trata de encontrarse a sí mismo-, ¿pero qué pasa cuando estos grupos ya no se mueven por cuestiones de gustos de música, películas o libros, sino por cuestiones sociopolíticas movidas por un gobierno?

Es difícil pensar, o al menos hacerlo de un modo filosófico, reflexivo y transformador, es por ello que es realmente mucho más fácil para aquellos que buscan ser aceptados aferrarse a ideas populistas, donde se halla una falsa percepción de pensamiento crítico, cuando solamente se reafirma lo establecido. Realmente no se piensa, te invitan a pensar dando un confort sin tener que cuestionarse las cosas, porque es mucho más fácil y de mediocres culpar a los demás, al exitoso por mis fracasos. Un modo ligero de pensar, sin realmente preocuparse por las cosas, sin consecuencias, y con una falsa percepción de que uno está haciendo lo correcto, porque es sumamente fácil no hacer nada y sentirse bien por ello, porque pensar reflexivamente puede llevar a ver nuestros propios errores. ¿A quién le gusta ver sus errores? Cuando es más fácil escudarse en el confort de un grupo donde todo lo que está fuera de él es lo malo.

Pero este confort psicológico es imposible sin herramientas que lo sostengan, por eso se debe constantemente crear falsas sensaciones de bienestar. Cuando eso en lo que se cree y en lo que se defendía a capa y espada falla, siempre sale la indiferencia, hacer como si no pasara nada, o peor aún, sumergirse en un nivel de ignorancia y ego y seguir culpando al otro, porque defender esas ideas que nos hacen sentir confort es mucho más importante que la justicia o la libertad.

Como personas que abrazan las ideas de la libertad es nuestro deber estar pensando y reflexionando constantemente y aprendiendo de esas reflexiones para poder transmitir un conocimiento limpio a las nuevas generaciones, para una batalla en contraparte del Estado que constantemente envenena la mentalidad de los nuevos jóvenes, debemos enseñar a tener un pensamiento crítico, reflexivo, pues es mejor saber pocas cosas que son buenas y necesarias, a que muchas inútiles y mediocres. Debemos luchar contra la mediocridad, así que reflexionemos, pero reflexionemos de verdad, y busquemos sabiduría en esa reflexión, a cada momento, a cada instante, para convertirnos en personas más sabias.

(*) Martín Nicolás Batista

Provincia de Formosa

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