Volver a los principios rectores que nos legó Alberdi

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POR RICARDO CAITO LECONTE (*)

Un principio liberal es que el gobierno debe ser de las leyes y no de los hombres. Porque los hombres son falibles y a veces no saben resistir a las tentaciones que les ofrece el poder y sienten la inclinación morbosa de imponer a sus semejantes sus convicciones por la fuerza.
Alberdi, tenía la convicción que la organización nacional a través de las normas, nos convertirían en un país de posibilidades para todos los hombres del mundo, como reza el preámbulo de nuestra constitución.
Durante los años de la dictadura de Rosas, Alberdi publicó Fragmento preliminar al estudio del Derecho, primera obra en América que defendió jurídicamente, la libertad y los derechos naturales del hombre, esto le valió el exilio. Vivió gran parte de su vida fuera de su patria, escribió siempre sobre la unidad y organización nacional.
Luego su gran obra “Bases y puntos de partida para la Organización de la Confederación Argentina”. Lo publica en Chile, agotándose rápidamente la primera edición. El 30 de mayo de 1852, se lo remite al General Urquiza, algunos meses después algunos compatriotas reúnen fondos para una segunda, corregida y aumentada con un proyecto de Constitución, luego una tercera en Bs As, Paraná y más tarde en Corrientes. Sarmiento unitario empedernido dice que es el Decálogo, siendo que Alberdi proponía una Constitución Federal.
Afirmaba, “la República Argentina es tan incapaz de una pura y simple federación como de una pura y simple unidad. Ella necesita, por sus circunstancias, de una federación unitaria o de una unidad federalista”. Entonces proyectó nuestra Constitución en las Bases, que fue aprobada con algunas modificaciones en Santa Fe en 1853.
Luego publica “El sistema económico y rentístico”. Refiere en él aspectos que se consideran relevantes para preservar y consolidar al sistema económico que sugería adoptar a la confederación.
La sanción de la Constitución liberal de 1853 fue un hito histórico que nos convirtió cincuenta años en el sexto país del mundo, el área sembrada, de 500.000 a 24 millones de hectáreas.La red ferroviaria creció de 732 kilómetros en 1870 a 28.000 kilómetros en 1910.
En registros de tasa de mortalidad por mil habitantes había bajado del 22,98 en 1889-1898 a 16,5 en 1899-1907. A título comparativo Londres (15,1) y Nueva York (18,6).
En 1869, el país tenía un 70% de analfabetos. En 1930, se habían reducido al 22%. La tasa de escolaridad primaria, que en 1870 era del 20%, en 1920 llegaba al 64%.
“Gobernar es poblar”, su famosa frase, veía la necesidad de poblar las grandes extensiones desiertas del país como necesario punto de partida para lograr el desarrollo de la patria naciente. Esto se logra, unos seis millones de extranjeros llegaron al país entre 1853 y 1910.
Estos logros fueron consecuencia del orden pensado por Alberdi, por su línea rectora.Fue Diputado Nacional por Tucumán en 1878. Designado doctor honoris causa, por la Facultad de Derecho en la colación de grados celebrada el 24 de mayo de 1880, invitado a hacer uso de la palabra, no pudo asistir por su delicada salud, entregó su discurso para ser leído. La disertación se tituló y luego editó bajo el título “La omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual”, en esta obra magnífica en que defiende la libertad individual expresa: “La Patria es libre, en cuanto no depende del extranjero: pero el individuo carece de libertad, en cuanto depende del Estado de un modo omnímodo y absoluto”.
“Los pueblos no han debido su opulencia y grandeza al poder de sus Gobiernos, si no al poder de sus individuos. Son el producto del egoísmo más que del patriotismo. Haciendo su propia grandeza particular, cada individuo contribuyó a labrar la de su país.”
En todo interviene el Estado y todo se hace por su iniciativa en la gestión de sus intereses públicos. El Estado se hace fabricante, constructor, empresario, banquero, comerciante, editor y se distrae así de su mandato esencial y único, que es proteger a los individuos de que se compone contra toda agresión interna y externa. En todas las funciones que no son de la esencia del Gobierno, obra como un ignorante y como un concurrente dañino de los particulares, empeorando el servicio del país, lejos de servirlo mejor.
La administración pública se vuelve industria y oficio de vivir para la mitad de los individuos que componen la sociedad. El ejercicio de esa industria administrativa y política, que es mero oficio de vivir, toma el nombre de patriotismo … el amor a la mano que procura el pan de que se vive. ¿Cómo no amar a la Patria como a su vida, cuando es la Patria la que hace vivir?
Alberdi con estas expresiones es tan actual y preciso que en 1880 parecía vislumbrar los males del populismo presente.
“Un pueblo ignorante no es libre, porque no puede; un pueblo ilustrado no es libre porque no quiere. La inteligencia es la fuente de la libertad, la inteligencia emancipa a los hombres y los pueblos. La soberanía pues, pertenece a la inteligencia. La forma de gobierno es una cosa normal, un resultado fatal de la respectiva situación moral e intelectual de un pueblo, y nada tiene de arbitraria y discrecional: pues no está en que un pueblo diga, quiero ser una república, sino que es menester que sea capaz de serlo.”
Es nuestro deseo volver a esos principios rectores que nos legó Alberdi “la economía del gobierno, está encerrada en estas tres simples cosas, que son todo lo que la nación necesita del gobierno para enriquecerse a si misma, a saber: libertad, seguridad, tranquilidad”…
Sus escritos tienen una profundidad y a la vez sencillez que como escribió Enrique de Gandia: “Permitieron hacer jurídicamente la República Argentina, fue el gran arquitecto de la definitiva organización nacional”.

(*) DIRECTOR CLUB DE LA LIBERTAD

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