19 de Abril: El día en que la Izquierda y la Derecha lucharon juntas por la Libertad

Por Juan Antonio Alegre

 

Mucho se habla en el ámbito político de las posiciones de Izquierda y Derecha, presentando en ocasiones al Liberalismo como una tercera posición en el mapa político actual. Sin embargo, los primeros acusan a los que defienden las ideas de la Libertad de servir a los segundos. Los de Derecha, por su parte, acusan al Liberalismo de ser muy progresista en relación a los valores básicos de la sociedad que tan cuestionados son hoy en día. Lo que pocos saben es que, en alguna oportunidad, la historia unió los extremos de Izquierda y Derecha con un mismo objetivo: la liberación de los judíos confinados al Ghetto de Varsovia. En otras palabras, lucharon juntos por la Libertad que tanto critican.

 

Antes de adentrarnos en lo que respecta al tema que nos ocupa hoy, permítanme recalcar los tres conceptos básicos que defiende el Liberalismo: Vida, Libertad y Propiedad Privada. En vistas del amplio material disponible en relación a estos tres ítems, no voy a centrarme en lo que significan, sino en cómo esos tres principios – los tres derechos naturales que tiene el ser humano – se vieron violentados por el régimen Nazi; sirviendo como punto de partida para una de las luchas más desiguales y encarnizadas que ha tenido la Segunda Guerra Mundial en pos de la Libertad de un pueblo.

 

Corría el año 1940, ya con la Alemania Nazi ocupando Polonia tras la operación conocida como “Caso Blanco”, cuando la población Judía comenzó a recibir ataques constantes de parte de los invasores. Una de los puntos más distintivos de la “Solución Final” – modo en que se llamó el plan del régimen Nazi para “purificar” la raza, exterminando todo aquel que no fuera ario – era la marca “Jude”. La marca Jude era un parche de color amarillo con letras que simulaban caracteres hebréos, que se colocaba en primera instancia en las vidrieras de las tiendas en las calles, y luego, como un trozo de tela adherido a la ropa de cada judío. Justamente en Polonia se estrenó esta metodología que luego se expandiría a toda la ocupación Nazi. Así fue que el primero de los principios de la Libertad se vio vulnerado: bajo esta premisa, sus posesiones les fueron arrebatadas por los soldados alemanes ya que los bienes de aquellos que llevaban dicha marca eran confiscados en nombre del Tercer Reich. La Propiedad Privada ya no sería un derecho para ellos. No conformes con esto, las tropas nazis condenaron a estas personas a vivir hacinados en un barrio de Varsovia donde 380.000 judíos – aproximadamente el 30% de la población de la ciudad – compartían un territorio que ocupaba el 2,4% de la superficie total de la capital polaca. El derecho a la Libertad ya no existía. Finalmente, desde 1940 a 1943, los habitantes de este gueto eran enviados a los campos de concentración y exterminio diseminados por toda Polonia, especialmente al de Treblinka. Al principio las fuerzas de la resistencia judía creían – erróneamente – que si cooperaban con los oficiales nazis, solo serían enviados a realizar trabajos forzosos en estos campos. No obstante, ante la falta de noticias de aquellos que eran trasladados, como así también, ante los rumores que corrían entre los mismos soldados alemanes, comprendieron que este no era el caso. Fue solo entonces, cuando fueron privados del tercer y último derecho que les quedaba, el derecho a la Vida, que decidieron tomar cartas en el asunto.

 

Por un lado, la Organización Judía de Combate, o ŻOB por su acrónimo en polaco, identificada con las ideologías de Izquierda.  Por el otro,  la Unión Militar Judía, o ŻZW por sus siglas en el idioma antes mencionado, identificada con la derecha. Ambas organizaciones, que por sus inclinaciones políticas eran oponentes naturales, se vieron forzados a unirse y trabajar en conjunto en pos de recuperar aquellos derechos que les habían quitado con la ocupación alemana. Sin saberlo, uno y otro extremo del mapa político estaban sentando un precedente poco conocido y sin igual, luchando como una sola fuerza, todos en busca del mismo objetivo: la defensa de la Vida, la Libertad y la Propiedad Privada.

 

El resto de la historia probablemente ya es conocida. La resistencia judía logró dar batalla durante unos veintisiete días. Las casas, los edificios, los túneles – y peor aún, las familias – eran incineradas por completo. Las tropas de la Schutzstaffel o SS al mando de Jürgen Stroop, junto a la Wehrmacht y la Policía Azul – colaboracionistas polacos miembros de la policía local – aplastaron sin piedad a la tenaz resistencia judía, asesinando a cuanto judío encontraran en su camino. El 16 de mayo de 1943 se dio por finalizada la batalla en el gueto con la destrucción de la Sinagoga de Varsovia. Al cabo de esta lucha, 17.000 judíos fueron asesinados, 7.000 fueron enviados al exterminio en cámaras de gas en Treblinka, y los restantes 42.000 rebeldes fueron capturados y trasladados al Campo de Concentración de Majdanek, a cuatro kilómetros de Lublin, en la frontera con Ucrania. Datos que, en la humilde opinión de quien escribe estas líneas, reflejan a las claras lo que resulta de oprimir las libertades individuales de las personas.

 

Hoy en día la realidad que nos ocupa nos invita a pensar cómo vivieron estas personas el encierro. Hoy, en un mundo revolucionado por el paso de un virus que no conoce de ideologías políticas, nos encontramos extrañamente en una situación similar. Salvando las inigualables distancias, el hecho de tener que vivir confinados, privados de nuestra libertad para cuidar nuestras vidas, y con una economía en plena caída libre, poniendo en riesgo nuestra propiedad privada; nos da lugar a reflexionar sobre el accionar y la postura que deben – o deberían – tomar aquellos que dicen representar las ideologías de Izquierda y Derecha contemporáneas. ¿No será acaso un buen momento para replantearse objetivos y comprender que las ansias de poder no deben superar jamás el valor de los tres derechos fundamentales de Vida, Libertad y Propiedad Privada? Será nuestra tarea entonces, de quienes transitamos noblemente las filas del Liberalismo, la de dar a conocer esta historia a todo aquel que desee escucharla, pues al fin y al cabo, “un pueblo que no conoce su propia historia, está condenado a repetirla”. Hoy, más que nunca, aunque Polonia y la Segunda Guerra Mundial se sientan un tanto lejanas de nuestro presente, esta es de algún modo la historia de todos nosotros. La historia de la lucha por la Libertad del individuo.

 

 

 

Juan Antonio Alegre

Técnico en Dirección de Protocolo

Organización de Eventos y Relaciones Públicas

Colaborador de la Fundación Club de la Libertad

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