El polémico tema de contar lo más íntimo

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Por Carlos Moratorio.

Revelar la propia preferencia sexual, constituye un derecho inalienable de cada individuo. El derecho a  vivir coherentemente esa preferencia o inclinación, sin ser perseguido por ello,  se halla entre los principios más nobles del liberalismo universal. Cabe recordar sin más nuestra propia Constitución Nacional argentina, que en su texto aprobado en 1853 sentaba las bases de dicho reconocimiento,  redactado en forma acorde, a las costumbres de la época.

Sin embargo cabe admitir, los prejuicios y obstáculos que han sufrido muchas personas, en todo el mundo, cuando decidieron vivir honestamente su sexualidad. El siglo XX está plagado de todo tipo de persecuciones, castigos y actos de  discriminación, que van desde la pérdida de un trabajo hasta la vida, pasando por terribles  calamidades. La simple duda, surgida por el rumor, falso o anónimo, implicaba una condena sin apelación.

Las últimas décadas, marcaron un avance en este sentido, coherente con las ideas libertarias. Nunca la humanidad ha sido tan respetuosa de la diversidad como en estos tiempos, aunque haya aun Estados que siguen mostrando su intolerancia y repulsión a la condición de millares de sus propios ciudadanos.

Hasta aquí todo muy bien. Difícilmente algún lector de estas líneas pueda mostrar su disconformidad hacia la plena vigencia de la libertad. Entramos entonces, de lleno, en las reiteradas declaraciones de figuras públicas sobre su propia sexualidad.

¿Es necesario que un artista, cantante o político nos revele su intimidad? Está en todo su derecho de hacerlo, claro que sí, pero la pregunta es otra. ¿Un cantante de nuestra predilección, un escritor de nota, un político responsable, tiene que contarnos su intimidad? o dicho de otra forma ¿Por qué nos cuentan su intimidad?

¿Oscar Wilde, condenado a prisión en la Inglaterra victoriana, ha sido mejor escritor por ser homosexual? ¿Ha sido más apreciado por ello? Un cantante exitoso nos cuenta, sin que nadie se lo haya pedido, sus preferencias más íntimas. Entiendo que cada uno debe contar lo que le plazca, pero me gusta como cantante o no me gusta, mas allá de lo que haga a la hora de la siesta.

¿Sera una cuestión de morbo? ¿La necesidad de reivindicarse ante el sufrimiento de  algún acto discriminatorio? ¿Sera simplemente decir lo que a uno le parece? 

Es un tema abierto para la reflexión. ¿Habrá alguno que especula con ello? ¿Alguien pretende sacar provecho de su condición sexual? Creo que debemos aplastar definitivamente la discriminación, pero además tomar conciencia de que la  libertad implica siempre responsabilidad y  honestidad. ¿Quién ha dicho que soy mejor o peor en tal o cual profesión por mi condición sexual?

 

Carlos Moratorio
Abogado. Director de la Fundación Club de la Libertad.

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