La Doctrina del Tiranicidio y la Escolástica Por Enrique Esteban Arduino

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Cuando debatimos sobre los fundamentos de los derechos individuales y los necesarios límites al poder, se concluye satisfactoria y casi unívocamente que el gobernante no tiene derecho alguno sobre la propiedad de los bienes muebles e inmuebles de los súbditos/ciudadanos, solo puede disponer de los impuestos a que estos son sometidos, que cuando exceden los límites de la razonabilidad ponen al Príncipe en los límites de transformarse en Tirano.

Decía Thoreau, en su Walden de 1854, refiriéndose a la construcción de las pirámides, que lo que más asombra es el hecho que hubiera tantos hombres degradados para gastar sus vidas en construir la tumba de un bobo ambicioso (el Faraón). En De Rege et Regis Institutione (Sobre el Rey y la Institución Real) publicado en 1599, Juan de Mariana califica de tiranos a figuras históricas como Alejandro Magno o Julio César.

En ese sentido, Jesús Huerta de Soto nos dice que: “Especial importancia tiene el desarrollo de la doctrina sobre la legitimidad del tiranicidio que de Mariana desarrolla en su libro, y argumenta que está justificado que cualquier ciudadano asesine al que tiranice a la sociedad civil, considerando actos de tiranía, entre otros, el establecer impuestos sin el consentimiento del pueblo, o impedir que se reúna un parlamento libremente elegido”. Obras públicas faraónicas, policías secretas, decretos abusivos, leyes inmorales, también lo son.

En tiempos de “corrección política”, cualquiera generaría conmoción al exhortar a eliminar a un presidente, dirigente o dictador totalitario o criminal. Ley y opinión pública lo investirían como criminal por “incitar al magnicidio”. Pero, Magnicidio no es lo mismo que Tiranicidio o asesinato de un gobernante devenido en tirano. Sólidos principios morales desarrollados durante el Siglo de Oro Español por los monjes escolásticos de la Universidad de Salamanca, dan sustento a este. Es curioso, los tiempos han cambiado aunque la moral es la misma.

Juan de Mariana, jesuita, escolástico, considera al tiranicidio como un derecho natural del individuo. Firme opositor a todo autoritarismo, concuerda con la línea establecida por John, Bishop of Salisbury en su Policracticus, primer libro de ciencias políticas de la Edad Media: “quien usurpa la espada merece morir por la espada”. Considera es justicia que cualquier ciudadano pueda asesinar al Príncipe convertido en tirano. Esta doctrina fue utilizada para justificar el asesinato de los reyes tiranos franceses Enrique III y Enrique IV. De Mariana, para la posteridad, legó la frase que sintetiza su pensamiento: “Los tiranos no se mueren, se matan”.

No es muy diferente a los dictadores y caudillos de hoy aquel que “sustrae la propiedad de los particulares y la saquea…” que describía de Mariana. Observa acertadamente que perjudican y arruinan la sociedad toda, pero en especial a los hombres ricos y justos, sobre quienes dirigen sus más despiadados ataques.

No debe el gobernante apropiarse de los bienes del ciudadano. Imponer impuestos sin el acuerdo del ciudadano, crear monopolios estatales -entidades destinadas a imponer cargas tributarias-, devaluar la moneda son acciones propias de un Tirano. El gobernante justo limita su ambición dentro de la razón y la justicia.

Siguiendo la tradición escolástica, Locke, desarrolló su teoría política sobre, entre tantos hechos, el derecho de resistencia a una autoridad injusta, y en última instancia, el derecho a la revolución. Locke considera que el criminal al violar la ley de la naturaleza, muestra que se guía por reglas diferentes a la razón y la equidad. Su racionalismo lo habilita a considerar que todo asesino es un peligro para la humanidad, por lo que cualquier ciudadano tiene el derecho a eliminarlo. “Quién derrama la sangre de un hombre está sujeto a que otro hombre derrame la suya”. Habilita así en su pensamiento el principio de no agresión salvo que sea para la defensa. El gobierno civil surge para evitar la violencia entre los hombres. El tirano que intenta poner a los hombres bajo su poder absoluto se pone en una situación de guerra con la sociedad, la agrede. Esto hace legal el tiranicidio o que un hombre mate al tirano. Tal vez todo este conjunto de ideas rondaban la mente del regicida Cromwell cuando ajusticio a Carlos I de Inglaterra. O tal vez no y, como decía Hume, era solo un tarado.

Los gobiernos Godo y Franco, monárquicos absolutistas, no se sintieron a gusto con la teoría de de Mariana. París quemó su libro. Madrid, como estaba escrito en latín lo toleró, pero no al Padre de Mariana. En 1609, a los 73 años de edad, sin que valieran su capacidad intelectual y de prospectiva, fue encarcelado a disposición de la Inquisición. Y tuvo que a la fuerza, aprender una lección, quizás la más amarga de su vida: si uno está dispuesto a plantarse al poder político defendiendo las libertades individuales y la propiedad privada, debe contar con la posibilidad de ser abandonado por sus amigos y hasta por las instituciones a las que ha servido toda la vida.

Pasaron más de 400 años, más los tiranos no han cambiado. Resulta increíble que pese al discurrir del tiempo, estemos hoy soportando problemas parecidos de abuso de poder, no solo en materia monetaria donde la banca central se ha convertido en la vaca sagrada de nuestra época. La libertad de los ciudadanos y la libre expresión siguen siendo pisoteadas, por temor de los gobiernos a que aquellos quienes son oprimidos puedan intentar derrocarlos. Es problemático que rara vez se considera al derecho natural como moralmente superior al poder del Estado. Es inmoral considerar que eliminar a un tirano que exterminó y torturó a miles de personas es considerado ilegal y políticamente incorrecto por los defensores de los “derechos humanos” del tirano.

Aún un gobernante electo democráticamente, que pierde el respeto y oprime a sus gobernados, sabe que está expuesto al tiranicidio. No cabe duda que para quienes son oprimidos por este accionar es legítimo y moral destruir a los tiranos que los esclavizan, roban y matan, como ilustrara y justificara Juan de Mariana.

“En homenaje a los miles de ciudadanos venezolanos que han sido asesinados o les han confiscado su propiedad privada por el régimen tiránico del Socialismo del Siglo XXI”

Enrique Esteban Arduino
Director de la Fundación Club de la Libertad, Corrientes, Argentina

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