La insolente mujer que busca el sol

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Por Carlos Mauricio Moratorio.

Uno de los rincones más bellos del glamoroso y porteño Parque Tres de Febrero, Palermo, es el escenario de la rebelión, del ejemplo de insensibilidad social, del conjuro mediático, del escándalo. Se trata de una señora de edad avanzada, vecina de la zona, reclinada en su sillita, munida de su tapabocas y alejada de todo ser humano, que pretende, pasado el mediodía, exponerse por algunos minutos al tibio sol de abril, luego de un mes de encierro en su domicilio.

Se desconoce que impulso llevo a esta digna dama a escapar de su encierro. Que ideas aceleraron su decisión de buscar algo tan universal como la caricia de unos instantes de sol.

Los efectivos de la Policía local, a bordo de sendos patrulleros se hacen presentes en el lugar, los canales de televisión, alertados por la posibilidad de conseguir alguna noticia para cubrir la modorra de la siesta, acompañan la comitiva policial. Todos parecen disfrutar de algo diferente a los consejos de lavarse las manos o ejercer el pródigo sexo virtual.

Los efectivos del orden acechan a la dama. Tiene que irse, incumple la cuarentena, el DNU presidencial le ordena recluirse. Su sillita y su necesidad de sol y de breves minutos de libertad, no son una actividad esencial, al contrario, el Jefe de Gobierno de la Ciudad ha dispuesto una accesoria de doble reclusión por su avanzada edad. Ella pide unos minutos nada mas, y promete irse. La tensión aumenta. Más de diez efectivos, que podrían prevenir zonas calientes de la Metrópolis, están pendientes de los designios de la insolente señora.

Finalmente, luego de un lapso prudencial la mujer decide finalizar su letargo. Toma su sillita, su barbijo y emprende la caminata a su cercano domicilio. Una columna de Policías, masculinos y  femeninos, junto a  reporteros televisivos la siguen.

La columna ejerce su presión, al punto que la mujer debe cruzar la Avenida Libertador por una zona no indicada; al llegar a su domicilio las glamorosas huestes policiales le cierran el paso, la tocan para inmovilizarla, le impiden que ingrese al lugar de donde, según la autoridad, no debió haber salido. La Policía espera órdenes del Gran Larreta, nuevo tutor de la libertad porteña.

Los medios en su salsa, se abrió el debate… ¿Cómo puede ser esta mujer tan insensible? ¿Quién se cree que es para no obedecer las órdenes del tutor de la Ciudad que nos quiere proteger a todos? Algunos muestran la hilacha, empiezan a hablar de su cómoda situación, del barrio que habita, de los ricos, que como ella, no hacen caso. El objetivo de cubrir la programación vespertina se logra ampliamente.

Pero no todo es tan simple. La Policía finalmente, no puede demorar a la octogenaria mujer frente a las cámaras de la TV. La popularidad del gurú porteño está en juego. Eso es lo importante. La mujer del sol logra entrar a su domicilio. Se termina el episodio.

Sin embargo, la dama de la sillita, ha prometido volver a salir, desafiar nuevamente a los dueños del poder, que solo sienten alivio, cuando toda la gente se guarda. ¿Alguien propondrá algo distinto a la reclusión? ¿Seguiremos esperando  el postergado pico de quincena en quincena? ¿Alguien podrá de una vez por todas en este dichoso país, confiar en la responsabilidad individual?

Mientras tanto, la insolente mujer del sol promete más. ¡Qué bueno…! ¡Qué bueno…!

 

Carlos Mauricio Moratorio

Director de la Fundación Club de la Libertad

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