LA LIBERTAD ESTA AMENAZADA POR EL PANICO Y EL MIEDO

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La Fundación Club de la Libertad siente el compromiso ético de opinar sobre los recientes hechos acaecidos en la Capital francesa.

Varios países fueron víctimas de hechos similares. Argentina los sufrió el 17–M con el ataque a la embajada de Israel y el 18-J con el atentado a la AMIA, Nueva York con su 11-S, Madrid con su 11-M, Bali con su 12-O, Londres con su 7-J.

Estos eventos representan un ataque al centro de nuestra civilización. Nuestra cultura afirma y defiende el derecho del hombre a diseñar su felicidad en comunidad con sus conciudadanos en un marco de libertad y respeto. Creemos en las ideas que colocan al hombre como un fin en sí mismo.

Las motivaciones de estos terroristas son opuestas y contrarias a las nuestras. Su idealismo niega nuestra realidad. Pretenden, y eso se ve en todos los aspectos de su accionar, crear pánico y miedo.

Lo ocurrido en los dos últimos años muestra las contradicciones de la política exterior de los países occidentales. No supieron actuar con contundencia contra la sangrienta represión de Al Asad en el momento en que aquello era posible. La política del Estado Islámico de magnificar sus “hazañas” ha producido como consecuencia un efecto de llamada entre jóvenes que padecen una crisis de identidad y carecen de valores democráticos, republicanos y de la ética de la libertad y creen hallar una solución a sus males en la magnificación del horror.

Las imágenes brutales de los atentados en París corren el riesgo de alimentar las vocaciones suicidas tanto en el interior del mundo islámico como en el occidente europeo. Las decapitaciones de supuestos infieles y apóstatas, de periodistas, la destrucción del patrimonio cultural de Irak y Siria, la barbarie sin límite a la que someten a las poblaciones controladas por el EI, provocan, con su monstruosidad, un rechazo global y alimentan la islamofobia, pero también conquistan adeptos entre una minoría ínfima de la población musulmana -primera víctima del terror yihadista- pero suficientes en número para acrecentar las filas de sus verdugos.

Nos hallamos frente a una guerra global caracterizada por su asimetría. De un lado los países democráticos de Occidente y sus aliados árabes, y del otro una organización terrorista sin verdaderos ejércitos pero capaz de mantener en jaque al resto del mundo. El horror recientemente vivido en París es pan de todos los días en un país como Siria con sus millones de desplazados a los países vecinos y centenares de miles que llegan a Europa en busca de paz y libertad.

Nuestro país tiene una deuda con sus propias víctimas: la investigación de los atentados a la embajada de Israel y la AMIA no ha avanzado y, bajo el vergonzoso manto del Memorándum con Irak, hasta ha muerto de manera sospechosa el fiscal que investigaba la misma. La justicia – poder esencial en la república liberal- no ha podido o le han impedido actuar.

Todos debemos estrechar los lazos con Francia en los momentos difíciles que les ha tocado vivir. Vaya toda la solidaridad -toda, porque no hay diferencias entre París, Madrid, Nueva York, Bali,…- hacia las víctimas de la capital francesa, a las que el horror islamista radical ha robado su vida.

La solidaridad no debe conocer fronteras; al igual que tampoco la necesaria lucha contra la cultura terrorista.

 

El Directorio

Fundación Club de la Libertad

Corrientes – Argentina

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