La seguridad y un poco de todo

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Por: Canzoneri, Claudio I (*)

Artículo de Opinión

En este país se usan los temas más serios –la seguridad es uno de ellos- como una camiseta que se pone y se saca al servicio de intereses personales mezquinos. Lo espeluznante de esto es que entre los “efectos colaterales” de esta forma de actuar se cuentan vidas humanas, que dicho sea de paso, nunca son tenidas en cuenta en los reclamos y protestas de los dirigentes y activistas de los Derechos Humanos.

Sin embargo, sigue habiendo apologistas de esta forma de hacer política que declaran héroes, disculpan y justifican todo tipo de actitudes bárbaras llevadas a cabo en pos de eliminar la violencia, sea o no esta la consecuencia que implique la política emprendidas. Una de estas falacias es: “saquémosle las armas a los civiles honestos” → (entonces) “no habrá más asesinatos”. Es evidente que existe una política activa de protección al asesino, sea o no este, el fin buscado.

Es increíble que nuestros gobernantes, medios periodísticos y organizaciones civiles, se empeñen en hacer creer a los argentinos que actitudes antagónicas pueden convivir en una sociedad y resultar en un país serio y habitable. Por ejemplo: seguridad ↔ impunidad, honestidad ↔ delincuencia, diligencia ↔ holgazanería, seriedad ↔ corrupción, y la lista es larga.

La pregunta es ¿qué tipo de personas se pueden identificar tan fanáticamente con estas líneas de pensamiento y acción y hacerlas impermeables a cualquier tipo de culpabilidad por los resultados nocivos y mortales que sufre la sociedad?

Los psicólogos y sociólogos están más capacitados, han estudiado más, aunque esto no es garantía absoluta de inteligencia, para enunciar la tipología de tan macabros personajes, así que arriesgaré mi opinión:

Primero están los que se benefician política y económicamente en esta época sangrienta, especialmente si se enriquecieron con malas artes, lo que los convierte en cómplices de estos líderes destructivos.

Segundo, los sectores marginales y auto-excluidos a los que astutamente (NO inteligentemente) el poder político regaló subsidios, espacios físicos a costa de sus dueños, espacios políticos a costa de los contribuyentes, jubilaciones y lo peor de todo, impunidad para sus abusos y/o delitos, a cambio de que les garanticen permanencia electoral por décadas.

Tercero, las personas que están a la búsqueda de algo así como un salvador. Alguien que castigue a la clase de las hormigas por el solo hecho de tener, aunque haya sido fruto de su trabajo, y reparta sus bienes entre las cigarras; personas que lamentablemente han quedado hundidas en un pozo de ignorancia y falta de educación; pero que tampoco ha dejado una uña en las paredes de dicho pozo intentando treparlas para salir de allí, sino que se limitan a comer los despojos de los banquetes que les arrojan desde arriba, y a depredar a quienes se han preocupado en trabajar, mejorar y obtener honestamente sus bienes.

Esto deviene en un culto a la personalidad que es vista como infalible, omnipotente y omnisciente y lleva a admirar indistintamente a Adolfo Hitler, Hugo Chávez, Hebe de Bonafini, Massera o a algún otro/a presidente (pasado, actual o futuro). También tengo una crítica contra buena parte del periodismo. Por su sensacionalismo dirigido, morbosidad, deshonestidad intelectual y de la otra, falto de educación y altura.

Cualquier grupo, por más pequeño que sea, siempre y cuando hable obsecuentemente de las ideas “políticamente correctas”, tiene horas, espacios gráficos, reportajes y un montón de otras formas para intentar inculcar un punto de vista o una visión benevolente de las malas políticas en auge.

¿Cómo prevenir estas actitudes que justifican el autoritarismo de un caudillo dictatorial para pasar en cambio a construir una democracia decente? Básicamente se requiere de EDUCACIÓN, que enseñe a pensar, razonar, desarrollar un espíritu crítico en las personas, para que generen ideas propias y no acepten la “palabra infalible” de lo que dicen los aduladores de terroristas de estado como el “Ché”, el “ministro”, el “presidente” o incluso sus padres, que como entidades sabias e infalibles, les expropian su libertad de pensar y DE ACTUAR. Una educación que no reprima ni humille ni imponga ideologías a los alumnos, para que no graben odios en su mente, o fórmulas falsas como las que esgrimen los desarmistas y pseudos periodistas. En suma, una educación liberadora que rompa con la esclavitud mental tercermundista y retrógrada.

¡¡Ah!!, y ponerse a trabajar en serio en materia de seguridad. Los delincuentes se ríen de nosotros, de la policía, de los filósofos que creen o fingen creer que son recuperables y de los políticos, que aún sabiendo que las políticas de represión actuales no sirven, insisten en ellas por la cobardía de no querer pagar costos políticos. Pero háganse una pregunta; si actúan eficientemente contra la delincuencia, ¿realmente van a perder apoyos? Traten, por una vez en su vida, de dejar de lado la astucia ladina, y usen el sentido común.

(*) Canzoneri Claudio I.

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