Lincoln: el creador del EEUU moderno

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Por Hugo Kulman (*)

Unos historiadores argentinos señalan la asombrosa coincidencia temporal de que en una sola década se suceden tres conflictos bélicos que consolidan las principales potencias regionales de Occidente. Entre 1861-1865 la guerra de secesión en EEUU, entre 1864-1869 la Guerra de la Triple Alianza, y entre 1870-1871 la Guerra Franco-Prusiana (Carlos Alberto Floria y César A. García Belsunce “Historia de los argentinos”).

La dimensión histórica de Abraham Lincoln no se reduce sólo a la abolición de la esclavitud; ya que bajo su liderazgo EEUU se convirtió en la nación republicana que lideraría Occidente en los oscuros tiempos del siglo XX.

Paul Johnson en su formidable historia de EEUU señala que hasta mediados del siglo XIX aquel país no era una nación, era meramente “una serie de estados, unidos por acuerdos y pactos…. hecho de trozos de pergamino engendrados por abogados” (Paul Jonson “Estados Unidos: la historia”).

Por este motivo cuando Lincoln participa en la fundación del Partido Republicano en 1858 refiere “… una familia dividida no puede durar. Creo que este gobierno no puede tolerar que haya una mitad esclava y una mitad libre….O se deciden todos por una cosa o se deciden todos por la otra ”.

La esclavitud no solo era un oprobio a la dignidad y a la libertad de millones de personas, sino también había devenido en el motivo de balcanización del país en virtud de que los estados sureños decidieron expandir esa ignominiosa institución en los nuevos estados que se formaban en el oeste.

A mediados del siglo XIX Occidente vivía bajo el orden internacional creado en el Congreso de Viena en 1815. Así en Europa los principales países eran monarquías; en América las repúblicas no terminaban de estabilizarse, la única república con cierta antigüedad era EEUU; pero el advenimiento de la guerra civil en 1861 puso en duda su perdurabilidad, esa era la advertencia que hizo Lincoln en su célebre discurso de Gettysburg al señalar “…Hace ochenta y siete años, nuestros padres hicieron nacer en este continente una nueva nación concebida en Libertad y consagrada al principio de que todas las personas son creadas iguales. Ahora estamos envueltos en una gran guerra civil que pone a prueba si esta nación, o cualquier nación así concebida y así consagrada, puede perdurar en el tiempo”.

El descomunal legado de Abraham Lincoln a la humanidad fue que tras una cruenta guerra, unió, estabilizó y orientó a EEUU hacia el destino de libertad e igualdad que ambicionaron los Padres Fundadores.

Ortega y Gasset señalan que una Nación puede ser entendida como un pasado o como un proyecto común. Lincoln forjó a la nueva Nación dándole un destino común basado en la igualdad y en la libertad. El costo fue una mayor centralización; pero el beneficio fue una estabilidad permanente.

Al impulsar la aprobación de la 13ª enmienda unos días antes que termine la guerra, además de abolir la esclavitud, invistió al gobierno federal de poderes para constreñir a los estados a que valiéndose de circunstanciales mayorías decidan avasallar los derechos ciudadanos.

Al impulsar leyes de colonización por la cual se regalaba parcelas a los colonos que migraban al oeste provocó una revolución en el corazón de la Nación que hizo que millones de personas de todo el mundo añoraran participar de ese proyecto común. Solo otro país compartió esa esperanza, y fue la Argentina de la Constitución de 1853.

Sin embargo el costo fue enorme. Llama la atención que en los últimos días de la guerra, ya cuando era evidente que la victoria estaba próxima, Lincoln se viera abatido y extenuado; porque era perfectamente consciente de que ese nuevo futuro, de una nueva nación, se había pagado con el exterminio de la originaria pretensión de autonomía y separación de poderes que en 1787 había inspirado la Constitución. EEUU ya no sería lo mismo, sería más próspero, sería menos separatista, pero un nuevo poderoso gobierno federal había nacido; el mismo gobierno que luego le aportaría un poder descomunal a las manos de Roosevelt, Nixon y Reagan para enfrentar a las peores tiranías de la historia humana.

La historia posee esa ambivalencia que los griegos tan sagazmente advirtieron, y que en la nostalgia de “Lo que el viento se llevó” uno puede enternecerse; sin embargo si Lincoln hubiera fracasado, EEUU no habría conservado el legado de Franklin y Jefferson, a los que los sureños ya habían abandonado liderados por Colhoun; sino que hubieran involucionado hacia algún tipo de satrapía feudal.

Para suerte de EEUU y de la humanidad, ese titán que fue Abraham Lincoln tuvo éxito, y hoy somos más libres de lo que hubiéramos sido sin su legado.

(*) Hugo Kulman 

Abogado

Socio del Club de la Libertad

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