Lo que no podemos esperar del plan económico de Alberto

Por Pamela Morales Jourdan

El discurso de apertura de sesiones de  Alberto Fernández contuvo varios anuncios, pero nuevamente no se pudo encontrar nada contundente respecto al tema que más preocupación genera, la situación económica.

 

Apuntó al campo, señalando que necesita colaboración y crecimiento, a la vez que insistió con las retenciones. No se puede pretender el crecimiento de una industria donde no existen incentivos a producir, apelando a la necesidad de “colaboración” y no de un beneficio mutuo. Se puede pensar que la devaluación de la moneda será beneficiosa para el campo y suficiente para compensar las retenciones (lo cual deja a las commodities en un precio competitivo), pero hay que tener en cuenta que el PBI global presenta tendencia bajista, y por ende la demanda externa también caerá.

 

En cuanto al gasto público, fue contundente: «Algunos nos piden más ajuste. No perdamos de vista que no hay peor cosa que el ajuste fiscal en plena recesión».

 

Es cierto que el ajuste fiscal en este momento, sin una baja de impuestos, puede profundizar la recesión. Pero no tenemos muchas alternativas. Si no es fiscal, entonces el ajuste lo pagan los trabajadores. El costo de aumentar el gasto público es restar dinero destinado a la inversión privada. Se necesita inversión privada tanto para mantener el gasto como para crear bienes y servicios que la población necesita, cosa que el sector público realiza de manera muy ineficiente en nuestro país. A menor inversión, menor crecimiento.

 

Si no es recesión, entonces nos encaminamos a una inflación cada vez peor, porque no existe otra forma de cubrir el agujero fiscal. El equipo del presidente apuesta a la reactivación de la economía para recaudar más dinero y así tapar el déficit (con la dificultad que presenta a su vez el pago de la deuda). Además, Guzmán señaló hace tiempo que la política monetaria a encarar será de “emisión moderada”. El Banco Central ya asistió al Tesoro Nacional con moneda local. Las tasas de interés siguen bajando, con la justificación de que pueden hacerlo porque la inflación se desaceleró. Pero el fácil acceso al crédito que buscan conceder no funcionará, simplemente porque la inversión en Argentina no tiene sentido. Las condiciones no son favorables ni para atraer capitales externos, ni para que los mismos argentinos quieran invertir en el país. Las inversiones son ahuyentadas por un ambiente hostil, de baja seguridad jurídica y mucha incertidumbre, por lo que el que decida aventurarse no será capaz de cumplir con los plazos de pago del crédito otorgado. La planificación no es posible en una economía donde las reglas del juego están en constante cambio, y siempre para peor.

 

En lo que respecta al tema inflación, cargó de culpa a los “formadores de precios” apelando a un gastado como también efímero recurso, el congelamiento de precios y la administración del tipo de cambio. Simplemente se han frenado factores que aceleran el proceso inflacionario, pero la verdadera causa de la inflación no es atacada, y estas medidas no resistirán mucho tiempo. La demanda de dinero continuará cayendo por falta de confianza en nuestra moneda, y el aumento de la base monetaria que pretenden realizar con la baja de la tasa de interés y aumento del gasto público para “reactivación”, sólo terminará en más inflación.

 

Por supuesto, olvidemos la posibilidad de que se admita la verdadera naturaleza de la inflación. Para Alberto Fernández, la inflación es provocada por la puja de los “formadores de precios”, a quienes hay que perseguir (el día de hoy, porque en un pasado él mismo afirmaba que se trata de un fenómeno monetario).

 

Habló de la necesidad de participación de profesionales fuera de las instituciones actuales, ensalzando la creatividad de los individuos para resolver problemas, pero a la vez serán ellos quienes elijan a esos creativos y los coloquen en una nueva institución, con la aprobación del senado. Si se quiere hablar de apostar genuinamente por la creatividad de las personas, entonces la libertad es el camino. El progreso se puede dar sólo cuando se nos permite experimentar, equivocarnos y aprender, para perfeccionarnos y mejorar el servicio que brindamos al prójimo, en el juego voluntario de cooperación llamado comercio. Sólo basta con quitar las restricciones al potencial que tenemos para cumplir sueños y realizar proyectos, bajo la premisa de que nuestro único límite debe ser el proyecto de vida del prójimo, para aumentar nuestra capacidad de crear riqueza y así mejorar la calidad de vida de la comunidad en su conjunto.

 

Sabemos que nos está mintiendo. Incluso si el presidente cree en sus palabras y el rumbo que ha seleccionado sabemos que no va a funcionar. No van a hacer los cambios de fondo que se necesitan para el crecimiento de una economía sana, por lo que tal reactivación económica no va a existir. No están dispuestos a recortar sus privilegios. Van seguir viviendo a costas de la población, riéndose de nosotros y afirmando que es para nuestro beneficio. Llevándonos a la pobreza con las políticas públicas clásicas de nuestro país, mientras nos miran desde la comodidad de la Casa de Gobierno. No se puede esperar un resultado distinto aplicando las fórmulas que la Argentina ya conoce. Todos los planes de gobierno que busca, las actividades que quiere emprender, la gente que quiere ayudar, no será posible sin crecimiento económico. No habrá desarrollo ni movilidad social ascendente si no hay libertad. No habrá creatividad si a la gente no se le da el margen para obrar, inventar, emprender, crear nuevas formas de negocio que satisfagan las necesidades de la población y brinden trabajo genuino y creador de riqueza.

 

“Como ya he dicho, quiero recuperar el valor de la palabra. Quiero ser honestamente libre a la hora de describir el presente […] Necesito que todos asumamos la verdad que nos toca. Sólo así dejaremos de ser esclavos de las fracturas que nos desunen”. Los invito a recordar esas palabras, para que el dia de mañana, cuando la situación siga empeorando, señalemos que no lo logró.  Su palabra habrá valido lo mismo que la de sus predecesores: nada. El problema no solo fueron de los 4 años de la gestión de Macri, sino que vienen de mucho antes, y no hacerse responsables es también un acto deshonesto. Serán otro gobierno más que no tuvo el valor de hacer lo que la Argentina necesita, teniendo incluso un gran apoyo popular que se lo podía permitir. Nuevamente habrán jugado con los jubilados, los pobres, y hundido a la clase media en la pobreza. Pero a los políticos, que no tienen el valor de correr el mismo riesgo al que somos sometidos nosotros, los harán ricos. Los que tienen capacidad de emprender, lo intentarán fuera del país en búsqueda de oportunidades verdaderas.

 

«El país no resiste más a quienes priorizan su rentabilidad a costa de los pobres bobos que pagamos lo que consumimos». El país no resiste más, pero del saqueo que el aparato político realiza al sector privado, esos pobres bobos que ponen la espalda para sostener un país. No podemos esperar del plan económico de Alberto Fernández las medidas necesarias para que la Argentina pueda finalmente desarrollarse y explotar su potencial. No podemos esperar una cosa distinta al fracaso.

 

 

Fuentes:

https://estadisticas.bcrp.gob.pe/estadisticas/series/consulta/grafico

https://estadisticas.bcrp.gob.pe/estadisticas/series/trimestrales/resultados/PN02507AQ/html

 

Pamela Morales Jourdan

Integrante del equipo de Prensa del Club de la Libertad

 

 

 

Deja una respuesta