ROBERTO ALEMANN – UN SIMBOLO LIBERAL EN TIEMPOS ACIAGOS.

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Roberto Alemann. Un símbolo liberal en tiempos aciagos.

Por Carlos Moratorio.

La Argentina ha contado a lo largo de su historia con hombres que trascienden su profesión, un cargo o una coyuntura política, y que por lo tanto, por su capacidad, amplitud de miras y vocación, se convierten en “hombres de Estado”, verdaderos referentes del país, en épocas generalmente tumultuosas e inestables. Este es el caso de Roberto Teodoro Alemann. Abogado, Doctor en Derecho, especialista en temas bancarios, en derecho monetario, editor periodístico, hábil negociador, de una sólida cultura adquirida en la Universidad e impregnada por su familia, y que ocupara la primera línea de las responsabilidades públicas, por más de cuatro décadas.

A este joven brillante, le cupo asumir la responsabilidad de negociar, en 1956, la deuda argentina con el denominado “Club de Paris”, luego de la debacle política y económica del régimen peronista, anterior a 1955; Consejero financiero de la representación argentina en Londres y Washington, subsecretario de Economía de la Nación, fue convocado en 1961, por el Presidente Arturo Frondizi, al cargo de Ministro de Economía, para completar la tarea iniciada por Alvaro Alsogaray, dentro de  un clima de inestabilidad política pocas veces visto en la historia argentina. Posteriormente ocupo la Embajada argentina en Washington, para volver a la función pública recién en 1981, con el afán de realizar, nuevamente desde el Ministerio de Economía, la gran tarea de llevar el país al progreso y la estabilidad, propio de las naciones desarrolladas.

Su tarea académica no fue menor. Titular de las cátedras, por Concurso, de Economía Política y Política Económica de la Universidad de Buenos Aires, Premio Konex, sostuvo con claridad y  rango elevado la tarea universitaria, interrumpida nuevamente por los avatares de la política vernácula. En 1973, ante la intervención del Gobierno del Presidente Campora a la Universidad de Buenos Aires, su Catedra fue asaltada y logro poner a salvo su vida, afortunadamente, del asalto de los violentos. Su digna postura, su aplomo y su presencia debieron sobrellevar en el 2002, la iracundia nuevamente de los grupos irracionales, que lo atacaron, a los ochenta años de edad, en plena calle Florida en Buenos Aires, por considerarlo el símbolo de la política liberal en la Argentina.

Y lo fue sí que lo fue. Roberto Alemann fue el símbolo de la política económica liberal. Su mirada iba a las raíces del problema económico y con una firme vocación republicana, que debió poner a prueba muy tempranamente, en su adolescencia, cuando fue expulsado del Colegio de la comunidad alemana en Buenos Aires, en 1933, por negarse a realizar el saludo nazi, en presencia del embajador de turno.

Sus conceptos eran claros, firmes, decía que “…la inflación es socialmente perversa porque castiga a los débiles de la sociedad y es económicamente retrograda porque alienta las inversiones especulativas a corto plazo, en desmedro de la colocación a largo plazo en inversiones básicas y porque desfigura todo calculo racional encaminado a la mejor utilización de recursos.”

Su primer turno en el Ministerio de Economía, en 1961, de tan solo ocho meses de duración, incluyo la privatización de cuarenta empresas estatales, la reducción de cien mil empleados públicos, y el reordenamiento de las cuentas fiscales de la Nación.

Hacia 1970, en sus “Reflexiones sobre el gasto público”, advertía con su habitual claridad y lucidez sobre la densidad del problema inflacionario en la Argentina: “La lucha contra la inflación ha de comenzar por la contención y ordenamiento del gasto público. Eso es lo que lamentablemente no se hace.”

En 1981, vuelve a ser Ministro de Economía, ante la dramática encrucijada de seis años de programa económico del Gobierno militar, que no había atacado de raíz los profundos problemas económicos del país. Su política no admitía dudas: “Desregular, desestatizar, desinflacionar”. La meta era ambiciosa y su propuesta solida, para la que convoco a un excelente equipo de colaboradores. Alemann no era un mero fiscalista, apuntaba al desarrollo de la economía libre y planteaba con rigurosidad otra medida revolucionaria en el país: la privatización del subsuelo, destinado a la libre explotación del petróleo, materia inhibida a los particulares desde la presidencia de José Figueroa Alcorta en 1907. Las metas de dicha revolución liberal, fueron gravemente interrumpidas el 2 de abril de 1982 por el desembarco militar en Malvinas, y Alemann, consciente de sus altas responsabilidades, en un país en conflicto, llevo a cabo medidas para asegurar la reserva de divisas y evitar el agudo bloqueo comercial europeo impuesto a la Argentina en esas tensas jornadas.

Siempre tuvo que lidiar con las trabas comerciales que padecía la Argentina para sus productos. En 1961, por parte de Europa y Estados Unidos, avanzando hacia la liberalización del comercio desde su cargo de Ministro y luego en la representación argentina en Washington, en 1962, mediante una franca y mutua comprensión política, con el Presidente John F. Kennedy, propulsor de la “Alianza para el Progreso”.

Nada mejor entonces que recordar la frase de Juan Bautista Alberdi, que ambos citaron, en la ceremonia en la que Alemann presento sus cartas credenciales como embajador argentino, en la Casa Blanca: “Quien no desea las condiciones que promueven la libertad, no desea en realidad gozar de la libertad.”

Por Carlos Moratorio – Fundación Club de la Libertad.

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