Argentina ante una hipertrofia estatal

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Argentina ante una hipertrofia estatal

Por José Edgardo Carballo Sawula / Facebook edgardosawula

Argentina está transitando una de sus tantas recurrentes crisis económico-financieras a lo largo de su corta historia, y seguramente, para aproximarnos a un intento de comprender este fenómeno que no sorprende, es menester interrogarnos que o por qué ocurre.

Se advierte, solo por propaganda oficial, que todas las decisiones políticas del actual Gobierno se dirigen a la concentración del poder, a la sistemática destrucción de las Instituciones Republicanas, cruda hostilidad a quienes formulan críticas a esta gestión, búsqueda constante de enemigos a quienes trasladarles sus fracasos fruto de su impericia e irracionalidad de gestión, y lo más grave: gasto público exorbitante sin ninguna chance de que esto se contenga (subsidios y financiamientos improductivos muy ligados a graves sospechas de corrupción).

Tan solo, insisto, se infiere de las propagandas oficiales, pues, acceder a los presupuestos y gastos de cada cartera ministerial es imposible y en Argentina no se cuenta con una Ley de transparencia y acceso a la información pública, pues esto permitiría que todo ciudadano acceda a información oficial, se fortalezca el Estado de Derecho, se transparente las cuentas públicas y se reduzca la corrupción. En Argentina esta asignatura es la gran ausente de toda agenda legislativa.

Esta coyuntura descripta encaja el los “moldes” de los regímenes populistas, (no es nuevo lo que se dice) y que confunde los asuntos del Estado con los propios asuntos de quienes están en el gobierno. Ahora, el populismo no dista del socialismo, pues se observan patrones semejantes, así muchos lo denominan al populismo el socialismo del siglo XXI.

Este gobierno, que ya mundialmente es descripto como populista, no solo ha hecho lo necesario par complicar al libre mercado, al apoderarse de la ética y sostener que toda rentabilidad de todo inversor privado raya con la inmoralidad. Relato que ha sido inteligentemente instalado y machacado por comunicadores esbirros, y que ha penetrado en la conciencia media de una sociedad, acaso poco interesada en las cuestiones públicas.

Se ha instalado el falso concepto, la más perversa teoría, luego de destruir y precarizar una franja importante del tejido social, de que los ricos son consecuencias por el empobrecimiento de otros. Reitero, un relato perverso con consecuencias imprevisibles, porque se miente hablando de igualdad mientras se hacen jugosos negocios con grandes empresas amigas del poder.

Se acaba de conocer que la Presidente ha suscripto el presupuesto anual –por decreto- con una incremento del gasto anual del US$ 24.000 millones, y no justamente para arreglar problemas financieros que pongan en marcha nuevamente al pais hacia el crecimiento y bienestar, sino para seguir financiando la fiesta de subsidios y propagandas, todos ligadas a la corrupción, y seguramente a través de emisión de moneda espuria por el B.C.R.A., por lo que nos está asegurando una creciente inflación por años.

Esto no es más que la enfermedad estatista, en que el estado se adueña de toda función que pertenece a la sociedad, pero al mismo tiempo desempeña mal las suyas, y en esto, puedo enumerar múltiples casos de inseguridad que a diario sufre el ciudadano común, desde el asesinado por una bicicleta, robos violentos, secuestros extorsivos, violaciones, precarización del sistema de salud, carreteras, etc.

Esta situación impide que se genere condiciones de crecimiento por inversiones privadas internas y externas, pues ni siquiera el ciudadano está en condiciones de planificar ahorros, dado que el peso diariamente sufre una destrucción de su valor.

Por caprichos e incumplimiento del Estado, respecto a sus obligaciones internacionales, estamos encaminados a un aislamiento internacional, resultando impensable radicación de capitales e inversiones privadas que generen actividad económica, con ello, trabajo y posible ascenso de los salarios en términos reales.

Al contrario, los capitales extranjeros se están yendo a otros países que le garantice disponer de sus ganancias, ya sea reinvirtiendo o enviando sus utilidades a sus dueños, esto solo perjudica a la clase trabajadora que cada vez se le hace difícil conseguir un empleo digno, que le permita una “movilidad social ascendente”.

En un país racional, no se puede eliminar “el beneficio” en un mercado, pues, esto castiga al capital (que huye), al trabajador que ve envilecerse su salario o convertirse en desocupado, logrando eliminar la creación de la riqueza y garantizar solo la igualad en la pobreza que es el peor de los males.

Este rostro de una argentina desangrada por su déficit, por la irracional administración del Gobierno Nacional, es posible cambiarlo, con un Estado que evitando caer en la tentación del estatismo o dirigismo, que garantice libertad individual y económica, apertura al mundo, el respeto a los contratos, que en definitiva, son los grandes postulados insitos en nuestra Constitución Nacional.

Claro que tendremos que esperar un cambio de gobierno, pues se advierte que el actual, no asume un “mea culpa”, al contrario, profundiza sus medidas, y lo más preocupante para terminar, es que, según mediciones privadas, la pobreza se ha duplicado respecto del año 2001, golpeando en particular a niños y jóvenes. Todo lo cual, está anticipando una tarea muy difícil para el nuevo gobierno que asuma en el año 2015

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