Cosecha de tempestades

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Cosecha de tempestades

Hoy, mientras publico este texto, miles de estudiantes de La Habana están sentados frente a su examen de matemática. En el cronograma de ingreso a la Universidad se ha debido incorporar una nueva convocatoria para esta asignatura, después de un escandaloso caso de fraude. El filtrado y la venta de las preguntas a evaluar terminaron con la anulación de la prueba anterior, tres profesores detenidos y un número impreciso de alumnos investigados.

Aunque la práctica fraudulenta es común en las escuelas cubanas, este caso ha provocado una profunda reflexión en la sociedad, incluso en los medios de prensa oficial. Hemos visto en nuestra pantalla chica decenas de entrevistas a gente que repudia la falsedad de copiar de otro y la mentira de adjudicarse conocimientos que no se tiene. Todas las personas consultadas dicen estar en contra de semejante estafa. Pocos, o ninguno, reflexionan sobre el entorno de hipocresías, dobleces y simulaciones en que han crecido estos adolescentes que tienen ahora entre dieciséis y diecisiete años.

Justo esta hornada de escolares se educó bajo algunos experimentos educativos como los llamados maestros emergentes. ¿Hay mayor fraude que tener frente al aula alguien que dice ser maestro pero no posee ni los valores éticos ni los conocimientos para ejercer tan digna profesión? ¿Cómo pedirles honestidad si la pantalla del televisor por donde recibieron sus tele-clases, jamás logró transmitirles códigos morales adecuados? Son estos muchachos, que en este minuto se enfrentan a una prueba de matemática, hijos directos de mi generación, rodeada de artificiales resultados académicos y de calificaciones infladas.

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