Planes Sociales ¿ayuda social o estrategia electoral?

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Por: Guillermo Sánchez (*)

El eterno túnel sin fin del asistencialismo. En el 2010 teníamos un porcentaje del 24% de la población con algún tipo de plan social o ayuda alimentaria, en el 2017 las políticas sociales de Mauricio Macri, habían dejado un porcentaje del 43%, y el año pasado Alberto Fernández, con la excusa de la pandemia, llevó el porcentaje a un 55%, logrando acrecentar la pobreza, y con ello, el asistencialismo (datos según la UCA).

Hace unos días atrás Alberto Fernández en el contexto de la mesa del hambre anunciaba aumentos de la AUH (Asignación Universal por Hijo) y del monto de la Tarjeta Alimentar (una política social de ayuda alimentaria), se amplió el universo de madres y padres con hijos o hijas que perciben el beneficio llevando la edad máxima de los hijos de 6 a 14 años inclusive. Asimismo, se incrementó de $9.000 a $12.000 mensuales el monto de la Tarjeta para los hogares con 3 o más hijos.

Hasta el momento la cantidad de personas beneficiadas asciende de 1,9 millones a 4 millones. Entre quienes reciben la Tarjeta Alimentar figuran personas que cobran la AUH con hijos/as de hasta 14 años incluso; embarazadas a partir de los tres meses que cobran la Asignación por Embarazo; personas con discapacidad que cobran la AUH, sin límite de edad y madres con siete hijos o más que actualmente reciben una Pensión No Contributiva. En total, la inversión del Gobierno Nacional durante el 2021 para este programa será de $250.000 millones.

Concentrémonos en la problemática en sí, que es el eterno asistencialismo, hasta el momento el gobierno no ha respondido de otra manera que no sea regalando dinero ajeno y premiando al que nada hace, nada produce.

Con estos nuevos beneficios que alcanzarán a millones de adolescentes, estamos hablando ya de una generación que, al crecer y sumando el adoctrinamiento por parte de la educación estatal, tendrá una postura donde no solo va a idolatrar al Estado presente, sino también a los gobiernos que le fueron otorgando estos beneficios. Si uno piensa desde el sentido común por qué el gobierno hace esto, la mayoría llegaríamos a la conclusión de que lo hace por y exclusivamente para generar nuevos votos; de sacar a la gente de la pobreza en la que se encuentra sumergida, ni hablar.

Si bien los planes sociales se hicieron con el objetivo de ayudar por un tiempo determinado a que las personas desempleadas y sin ingresos puedan subsistir hasta conseguir un trabajo y por ende salir de esa situación, actualmente estos además de no servir a su fin, condenan a uno a vivir en la pobreza y miseria eterna.

Algo similar sucede con las famosas becas Progresar, en esta última etapa de postulaciones para cobrar dicho beneficio, muchos estudiantes fueron rechazados por superar el ingreso del salario mínimo, vital y móvil en la familia, como si tener un salario mínimo asegurara llegar a fin de mes. Muchos jóvenes reclaman el beneficio fundamentando el hecho de llevar una carrera de estudio al día con muy buenas calificaciones, donde además tienen que solventar gastos en materiales de estudio, entre otras cosas; ¿castigo al mérito? Que no nos sorprenda, es algo muy común en nuestro país, castigar y condenar la meritocracia por parte de quienes nos gobiernan.

Personalmente no tengo nada en contra de que se les brinde un tipo de ayuda social a las personas que realmente la necesitan, pero un plan social no soluciona la vida de nadie, tampoco lo saca de la pobreza, la única receta para salir de la pobreza es el trabajo, el ahorro e inversión en educación para la formación. En nuestro país, estos planes sociales son usados con fines estratégicos electorales, es decir, para sumar votantes a cierto gobierno que los ofrece, una vez adquirido el plan es fácil ya no salir a buscar trabajo ni estudiar, sabiendo que todos los meses vas a tener ese monto depositado en tu cuenta sin hacer el más mínimo esfuerzo.

Con todo esto nos damos cuenta que definitivamente todos los planes y/o ayudas sociales por parte del Estado no funcionan bien, no sirven a su fin y mucho menos le dan el seguimiento que requiere y debe tener para poder ver el progreso de la persona a la que le fue otorgada.

En conclusión, la mejor política social que existe y pueda existir es generar trabajo, no condenar a las personas a vivir en la miseria dependiendo del gobierno de turno con la mentira del Estado presente, y no debemos olvidar nunca que, el gobierno no puede darle nada a una persona que antes no le haya sacado a otra, el gobierno no genera riqueza.

(*) Guillermo Sánchez 

Estudiante del profesorado en Biología

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