Tiempo de proyectos serios.

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El verdadero cambio de paradigmas.
Algunas provincias esperan una lluvia de recursos nacionales que ayuden a resolver viejos problemas. Es posible que no sea ese, precisamente, el escenario que viene y se deba prever entonces una dinámica bastante diferente.
El nuevo panorama político nacional viene generando muchas expectativas en buena parte del país, pero en especial en esta región nordeste. Es que las promesas de campaña y, en particular, el denominado Plan Belgrano, han planteado interesantes perspectivas en materia de inversiones para estas provincias.
Las autoridades nacionales en general, los encargados de ese ambicioso programa para todo el norte argentino y el mismísimo Presidente de la Nación se han encargado de difundir con mucho énfasis esa mirada y anunciar, en cada tribuna disponible, los alcances de ese gran desafío.
Sin embargo, por momentos pareciera que, los Gobernadores de estas provincias y los dirigentes políticos de las diferentes fuerzas partidarias no han registrado la dimensión del giro de los acontecimientos políticos y económicos del país.
Es que aquel arcaico esquema en el que los funcionarios de la región gestionaban favores políticos viajando a Buenos Aires, operando a mansalva para conseguir ventajas y fomentando buenas relaciones con los “poderosos de turno” ya no parece ser suficiente garantía de éxito.
Claro que un trato amigable con la Nación y una articulación inteligente de esfuerzos ayudarán mucho en esta loable labor de cambiar la realidad de estas provincias. Es saludable que así sea y es evidente que ese modo de vincularse traerá más soluciones que problemas.
Pero es importante tomar nota de que la eficacia de las gestiones no dependerá solamente de cuestiones tan elementales sino también de otras que no han sido explicitadas con claridad por los dirigentes locales.
La concreción de muchos de los sueños de los ciudadanos de esta parte del país depende, fundamentalmente, de la capacidad de los políticos para encauzar su esmero en la dirección correcta. Eso significa que una lectura apropiada de lo que está ocurriendo puede brindar mayores satisfacciones.
La etapa que viene es la de la lucha política que orienta las energías disponibles y pone a trabajar a los mejores en la dinámica de redactar proyectos serios que puedan ser eventualmente considerados para avanzar.
Ninguna de las obras de infraestructura se realizará sin financiamiento específico. Es probable que el gobierno nacional sea el vehículo apto para canalizar casi todo, pero serán las provincias las que elaboraran estrategias adecuadas, con respaldo de profesionales idóneos, pensando ya no solo en las obras puntuales, sino en todo lo que rodea a semejante inversión. No se trata solo de “hacer amigos” y conseguir dinero. Tampoco de canjear votos parlamentarios a cambio de obras. Es bastante más complejo que eso.
Allí se observan actitudes disímiles frente a estos nuevos retos. En algunos temas se viene avanzando con cierta celeridad. Existen viejos anhelos que oportunamente requirieron de estudios técnicos y cuyos planes han sido diseñados con diferentes niveles de profundidad, pero esa no parece ser la regla. En muchos tópicos aun no se ha escrito un borrador que pueda ser considerado como “carta de intención” frente a un potencial interesado.
Es muy probable que para que todas esas transformaciones se concreten las provincias, y no solo el oficialismo sino la política en su conjunto reuniendo voluntades parlamentarias locales, deban conseguir apoyo internacional, prestamos para solventar esas metas y hasta entusiasmar a inversores privados para que participen para lograr los resultados deseados.
No es solo dinero lo que hace falta. En muchas cuestiones que tanto preocupan a la región, no existen expertos a mano, ni gente con suficiente preparación para abordarlas. Será imprescindible en esas materias, combinar los conocimientos de quienes conocen la problemática porque la sufren, con aquellos otros que ya han logrado indiscutibles progresos.
El trabajo que viene, ese que debería ser hoy el centro de atención de los gobiernos provinciales consiste en elaborar proyectos y tenerlos listos, cuanto antes, para presentarlos ante los organismos técnicos respectivos, para intentar seducir inversores y obtener un financiamiento óptimo.
El diseño de esos trabajos no es una tarea sencilla, sino el producto de una interacción de los mejores en cada rubro. No tendrá mayor relevancia si esos profesionales son de la región o deben ser convocados para colaborar en ese imprescindible proceso.
Ninguna de las inversiones soñadas se concretará con meros gestos políticos, ni con discursos rimbombantes, ni con alineamientos partidarios entre provincia y nación. Se agotó la instancia de las buenas intenciones. Ahora es el tiempo de los proyectos serios y eso implica mucho trabajo, de gran calidad técnica y sobre todo una clara visión política sobre el futuro.

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