Por Hugo Kulman
Tal vez uno de los homónimos mas paradójicos sea “sima” y “cima”, el último se refiere a la cúspide de las cosas, y el primero a las realidades más profundas y misteriosas; y en mi opinión el pensamiento de Alexis de Tocqueville representa ambos significados en relación a la democracia.-
Todos los pensadores posteriores siguen a Tocqueville a la hora de analizar el fenómeno democrático, sólo por nombrar algunos de ellos: Alberdi, Ortega y Gasset, Schumpeter, Bobbio, Robert Dhal, Dahrendorf, Hayek y Revel, entre otros.-
Y a su vez, Tocqueville quizás sea el pensador que mejor analizó la dinámica de la democracia develando sus fuerzas tectónicas ancestrales, que han condicionado la vida política de Occidente desde los albores del siglo XIII.-
Como advierte Raymond Aron, Tocqueville no es un pensador político a la usanza, no es un teórico que desarrolla un sistema de ideas en base a principios postulados como absolutos ab initio, que es el modo de teorizar en política desde Kant en adelante (aún por quienes odian a Kant).-
Arón describe a Tocqueville como un sociólogo y un filósofo (Arón, Raymond “Ensayo sobre las libertades”), y sin duda es las dos cosas en una inextricable combinación.-
Tocqueville observa un fenómeno sorprendente, arrollador, imparable y permanente. El advierte que desde principios del siglo XIII en algunas zonas de Europa, las personas empiezan a sentirse iguales entre si; ese sentimiento se fue expandiendo en el tiempo y en el espacio llegando al paroxismo en la revolución francesa de 1789 donde lisa y llanamente se proclama la igualdad universal de todos los seres humanos.-
Este tsunami igualitario parecía poner en riesgo la paz de los países desencadenando revoluciones, lo que despertó la alarma de pensadores como Edmund Burke en Inglaterra; y también se mostraba como un serio peligro para la libertad, a la luz de lo ocurrido en el Terror francés con su guillotina y arbitrariedades.-
Antes de desarrollar el pensamiento de Tocqueville sobre este fenómeno, conviene precisar algunos conceptos manejados por él en sus razonamientos.-
Para Tocqueville la democracia no es solamente un régimen político, sino que es más bien lo que él llama “un estado social”, cuyo rasgo principal es la igualdad de patrimonios, de costumbres y de ideas. Ese estado social puede expresarse en diferentes formas políticas, pero que se pueden clasificar básicamente en tres: regímenes donde la libertad es lo más importante (que cree que deviene en caos), donde libertad e igualdad son ambas importantes (es el sistema que prefiere) y regímenes donde la igualdad es lo más importante (que establece una insólita tiranía).-
Tocqueville divide la historia política occidental en dos etapas: la primera que llama “aristocrática”, es la más antigua, y básicamente se caracteriza por la convicción de que las personas no son iguales entre si, que existen algunos que mandan y otros que obedecen, y esos roles son permanentes e irrevocables. La segunda etapa, que sería posterior, sería la “democrática”, donde aquella convicción cambia y la igualdad es postulada como algo natural entre las personas.-
Toda la obra de Tocqueville pondera el fenómeno de esa transición, y por contraste entre ambas etapas, va descubriendo los rasgos de la democracia.-
Tocqueville era hijo de aristócratas franceses, por lo que los rasgos de la “aristocracia” los conocía bien, pero le restaba comprender qué era la “democracia”, es decir Tocqueville no pretende decir cómo debía ser la democracia, sino descubrir cómo era en la realidad, y para ello decide ir a EE.UU. que era el único país a principios del siglo XIX con una democracia estable y funcionando.-
El análisis de Tocqueville sobre la democracia causa vértigo, por dos motivos.-
Primero porque muchos hábitos que se presentan como virtudes, el advierte que pueden devenir en vicios, tal es caso del individualismo, la búsqueda del bienestar, la preferencia del egoísmo sobre el altruismo (usando los conceptos randianos), la concentración en los conocimientos prácticos, etc….
Esta paradójica forma de ver la realidad emparenta a Tocqueville con la más pura tradición griega, en donde la linealidad de los actos humanos sólo puede ser defendida por ingenuos o ignorantes; ya que todo lo humano encierra dentro de sí la semilla de su propia destrucción.-
Pero lo más apabullante de Tocqueville es que describe al proceso democrático como previo y génesis de los derechos individuales. Todas las elucubraciones sobre la preexistencia de derechos naturales, las libertades congénitas, las prerrogativas inalienables y esenciales de los ciudadanos, no son más que argumentos a discutir en el seno de las asambleas democráticas, que las podrán aceptar o no, y según su suerte serán leyes o simples fantasías literarias.-
Por esto se supone que Tocqueville es quien mejor se hace cargo del conflicto entre democracia y libertad, para dejar en evidencia que, contra los que suponen muchos utópicos, la libertad es una cualidad del hombre que nace del permanente esfuerzo en el seno de las asambleas democráticas, por lo que su principal aliada y su más formidable enemiga es la costumbre mayoritaria.-
El estudio de la obra de Tocqueville es fundamental no sólo para comprender fenómenos históricos como pueden ser la dificultad relativa de estabilizar republicas en las ex-colonias españolas, o fenómenos modernos como las crisis en Chile o el “Black Lives Matter”; sino principalmente para interiorizar la realidad de cuál es la libertad real y posible dentro de una república, y evitar utopías inevitablemente decepcionantes como los modernos delirios anarcocapitalistas y similares.-
Para una defensa efectiva y real de la libertad en Occidente, nada mejor que leer y aprender de Don Alexis de Tocqueville.-
Por Hugo Kulman
Colaborador del Club de la Libertad