Julio Argentino Roca. Hacia la plenitud argentina

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Por Carlos Moratorio

A partir de la asunción de Julio Argentino Roca a la Presidencia, en 1880, se produce una síntesis de esfuerzos en pos de objetivos que llevan a la Argentina a su plenitud, simbolizada en la celebración del primer centenario patrio en 1910.

¿Quién fue Roca? ¿Un militar? ¿Un político? ¿Un estratega? ¿Un sociólogo de la nueva Argentina? Quizás haya sido todo ello, sumado y aplicado a los diversos momentos del país durante su hegemonía política.

En primer lugar Roca fue un militar. Un guerrero de múltiples batallas, en las tropas de la Confederación Argentina y  luego con una destacada actuación en la Guerra de la Triple Alianza, alcanzando posteriormente su grado de general,  en combate, a la exigua edad de treinta y un años.

Roca fue un estratega. A no dudarlo. Su planteo estratégico discurre desde los campos de batalla, hasta el cambio de la política nacional con respecto a la ocupación del sur, materializado en la llamada “Campaña al Desierto”, que conduce siendo ministro de Guerra en 1879, y que llevo al país a duplicar la extensión efectiva de su territorio.

Muchos dirán,  que además fue un estratega en materia política. Siendo un militar forjado en cien batallas, conocía las realidades provinciales y pudo manejar con naturalidad, durante tres décadas, el denominado Partido Autonomista Nacional, poderosa alianza política, tan fuerte y efectiva como heterogénea, debido a las realidades provinciales a las que representaba.

¿Fue un político? Desde luego que sí. Dos mandatos completos en la Presidencia, Senador Nacional en varias oportunidades. Ministro De Guerra, ministro plenipotenciario de la Argentina en las más altas negociaciones internacionales, hablan sin lugar a dudas de un hombre de Estado en toda regla.

¿Roca sociólogo? ¿Y por qué no? Conocía las elites provinciales como el que más. Supo hurgar en las reales necesidades del nuevo Estado, afianzando los valores republicanos de la Constitución Nacional, de su gente, de sus nuevos pobladores, de la Argentina que no paraba de crecer hasta ubicarse entre los más importantes países del orbe.

Fue heredero de Mitre en cuanto a la integración nacional, continuo los postulados de Avellaneda en la nacionalización de la Capital de la Republica y su Aduana, siguió al pie de la letra la revolución educativa de Sarmiento, llevando a cabo obras de infraestructura educativa en todo el país, verdaderos palacios de la educación, desarrollo durante sus Gobiernos el ideario de Alberdi, atrayendo a la inmigración extranjera a niveles acordes a los objetivos de una gran Nación.

Todo eso y mucho más, sin embargo nunca actuó solo, siempre trabajo liderando equipos. Su primer gabinete, bajo su lema de “paz y administración”, de 1880, ha sido calificado por todas las corrientes históricas, como un grupo selecto de hombres de la más elevada idoneidad en su época. En política siempre trabajo con otro estadista patrio como Pellegrini. Cuando fue necesario sello un pacto con Bartolomé Mitre, para evitar los desvíos de un camino hacia la grandeza nacional que no admitía yerros. Pese a ser el líder del Ejercito, selecciono los mejores generales y convirtió a las fuerzas armadas en profesionales al servicio de la Nación y ajenos a liderazgos políticos de coyuntura.

Así fue Roca, un grande de verdad, al que no se le cayeron los anillos cuando debió volver como Ministro, luego de haber sido Presidente, para formar parte del gabinete de reconstrucción nacional de Carlos Pellegrini luego de la Revolución de 1890. Roca, el que logro salvar la Patagonia argentina de las pretensiones chilenas y del acoso de la barbarie. Roca, el que hizo enarbolar la bandera por primera vez en la Antártida.  El mismo Roca, que negocio con Brasil pocos meses antes de su muerte en 1914, con el propósito de afianzar la paz continental.  El que consolido la integración económica argentina con el resto del mundo.

Ese fue Julio Argentino Roca, el líder político de una Argentina plena.

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